¡ AY, MUJER!

Piel de mujer, claro de luna, suave algodón.

Misteriosa receta que hasta los mejores alquimistas

No conocen su composición;

Sólo la descubren y aprecian quienes la acarician sin palparla,

Dejando volar su imaginación, sus sentidos, su inhibición.

Quienes la recorren con algo llamado «AMOR»;

Con más que las manos; con el espíritu, el alma;

Poniendo en ello, al mismísimo corazón.

Quienes en el acto silencian la mente y dejan fluir toda la emoción.

Piel de mujer, hermoso terciopelo que cada anochecer abriga

Todo aquello que a simple vista no se ve.

Aunque cada uno lo lleve debajo, detrás de una gruesa pared

Tan fuerte como muy frágil a la vez,

Que se sabe que allí está; aún cuando muchos desearíamos

Hacer de cuenta que no forma parte de nuestro ser.

Pero allí siempre se encuentra aguardando florecer;

Como pimpollo a punto de crecer y que sólo es cuestión de tiempo

Para que se de a conocer y se deje ver.

Piel de mujer, preciosa seda, no hay tela mas bonita,

Ni más espectacular al momento de acariciar

Y que uno consiga, en la vida, apreciar, sentir, disfrutar, palpar;

Tan sólo hay que atreverse a descubrirla y dejarse llevar.

Un viaje, una aventura de la que suele ser bella desde el comienzo,

Y sin dudas, hasta arribar a su final; dónde uno cree con las palmas de las manos

El cielo, las nubes e incluso el universo entero alcanzar y tocar.

¡AY, MUJER! Si supieras lo que siento cada y siempre que tengo el enorme placer,

Real poder de sentir tu más hermosa y tan delicada piel.

El recorrerte completa con las manos, los ojos, los labios;

El espiritu, el alma, el corazón; con todo y cada milímetro de mi percibir y mi ser.

Podría jurar y asegurar que es un viaje, la aventura

De la que no deseo por nada llegar al final.

Más eternamente con las palmas de mis manos

El cielo, las nubes, el universo completo alcanzar, tocarlo

Y alli de por vida quedarme para nunca, jamás regresar.