Historia para los días de la nada (fragmento)

Historia para los días de la nada (fragmento)

Alfredo A. Díaz

20/08/2018

Dibujo: Alberto Breccia.

(… Sé que hubiera querido estar en su lugar, ser él, a quien le taparan la boca con arena y sal).

Una rapsodia silenciosa vaga por las galerías y pasillos del orfanato. Fantasma mudo sobrevolando ruinas. Ahora, todos los niños duendes duermen en el imbécil tiempo destinado a ello, todos, menos Marcos.

Mario, el director del orfanato, encendió su cigarrillo número cincuenta y dos, mientras releía, apoyando la cabeza en la ventana de su oficina con vista a San Salvador, quizá, por quinta vez un telegrama enviado desde Ciudad Palmares: su padre será sepultado junto a su esposa Julia Blanca. Verónica, la enfermera recién llegada, se metía en la vena más hinchada de su brazo izquierdo, una audaz mezcla de heroína y fentanilo, que por un momento la hizo patalear y temblar; después, menos «sensual» que un insecto en el oído, se mandó un trago de leche tibia.

De alguna manera Marcos sabe, intuye al menos, que la pasión que debidamente todo ser ha de tener en la vida, en él mengua ineludiblemente.

Blanca ceguera. Niño viejo. Pez sin laguna.

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