ROMANCE DE LA CONQUISTA
De Santa Marta partieron
las huestes de Don Gonzalo,
por tierra firme y el rio
en el invierno del año.
Cruzando selvas y cerros,
lagunas anchas y caños
por el Opón a las sierras
y a las mesetas llegaron.
Como en el mar tempestuoso
la ola inunda los bajos,
asi la sabana inundan
ciento setenta soldados
que dilatar el imperio
de Carlos V han jurado,
en la conquista de un mundo
que bañan cuatro océanos.
Ante su empuje indomable
se postran los soberanos,
de dilatados imperios,
donde, corriendo los años.
Han de surgirmil naciones
que mira el mundo asombrado
por sus riquezas en piedras,
plata y oro labrados.
Levántanse la ciudades,
surcan los ríos mil barcos
y el continente inunda
de picaros y de santos.
la ley del fuerte domina,
y el indio, desbaratado,
mezcla su sangre insolente
con la rebelde del blanco.
Y como gas que se expande
buscando mayor espacio,
así la estirpe española
invade selvas y llanos;
mira a lo lejos los montes.
Y los picachos nevados
donde el Tolima se aduerme
bajo sus pindos sagrados.
Para sostener la raza
de indomables pijaos,
Lopez Galarza es el hombre
quien, con los hombres mas bravos
debe trazar el camino
que se dirija a Cartago,
fundar ls colonia, y luego
grabar su nombre en el mármol.
De Velez, Tocaima y Tunja,
acuden nobles soldados,
y nobles los capitanes
de corazón esforzado,
porque a la tierra del indio
que goza fama de bravo,
solo se impondrán los pechos
de militares probados.
Ya vienen del Altiplano
bajando las agrias cuestas
los Castellanos membrudos,
de castellana nobleza,
armados de fuertes armas
y en numero de noventa,
acompañados de moscas
que saben correr la tierra.
A Guataqui descendieron,
sobre la margen derecha
del Magdalena pujante,
que en su linfa turbia y fresca,
preñada de gruesos troncos
de milenaria leyenda,
les ofreció la hermosura
de su paisaje de fiesta.
Andrés López de Galarza
y el capitán de Tavera,
con Manjarres y Alvarado
y otros guerreros de cuenta,
dieron batalla al pijao,
quien, con macanas y piedras,
certeras hondas y lanzas
cubrieron cielos y tierra.
Como en las luchas de Flandes,
de Nápoles y las riberas
del mar del suelo africano
Galarza echo sus banderas
contra los bravos pijaos
que, dando gritos de guerra,
salieron de todas partes
de su heredad en defensa.
El valle de Choa ruge;
las lindes de las riberas
las bañan las crespas olas
porque la acuática arteria
se agita con la batalla,
como si ayudar quisiera
al triunfo de las macanas
y de las lanzas llaneras.
La sangre corre a torrentes,
los gritos de rabia suenan,
y solo a la audacia debe
la España fuerte y guerrera,
el triunfo contra las huestes
del natural, que la tierra,
metro a metro va cediendo
Con aguerrida estrategia.
Con Ilobone y Optone
la indiana tropa atraviesa
sobre el estrecho camino
caracolies y ceibas;
y el español, indomable,
cuyo oficio fue la guerra,
sorteando trampas y ardites
violo la intrincada selva.
Y a Metaima, pueblo indígena
que estaba junto a la sierra,
llegaron los castellanos
y en un caney de hojas secas
pasaron las tres auroras
que Fray Aguado nos cuenta,
en paz forzosa que al indio
le pareció vida eterna.
De ahí tomaron el llano
con dirección al Combeima,
corrientes de aguas hialinas
y de espumante violencia,
que bajo arcadas de flores
que un grande incendio semejan,
se lanza de las montañas
a la llanura cedeña.
Pasada la gran corriente
y la llanura postrera,
la tropa blanca, atrevida,
`por la montaña se interna;
sorteando los abanicos
que aquí los Andes sustentan
se pierden en las cañadas
y en los abismos, que aterran.
Abajo, del Coello rugen
sobre el basalto, las aguas,
y los tendones de tierra
buscando el cielo, se paran;
los peñascales geológicos
-como cabezas tajadas-
se inclinan sobre el abismo
y desprenderse amenazan.
Tupida se halla la selva
sobre las hondas cañadas
en cuyas cuevas se esconden
_en tanto la tropa pasa-
las fieras de faz hirsuta
que asechan, disimuladas,
la presa que se descuida
para caer, en sus garras.
Los montes se alzan enhiestos,
como cadenas y barras;
y como potros salvajes
bajan, saltando, las aguas;
arriba se ven las nubes
de tempestad saturadas;
El rayo en zig-zag refulge
y el huracán se desata.
Lomas trepan los de España;
lentos suben largas cuestas,
hasta llegar, fatigados,
Al corazón de la sierra,
donde demora, entre ríos,
como regalo, una mesa,
cubierta de amplios bohíos
y muchas gentes de guerra.
Anaima, Laembiteme,
con Bombo..todos se aprestan
con armas y valentía,
para librar la refriega
contra minúscula tropa,
que audaz invade la tierra,
que esclavos tornaa sus hijos
y a sus tiguayas querencia.
Silba, rasgando los aires,
enherbolada la flecha,
y el español, a la sombra
que hacen el dardo y la piedra,
pelea sobre el Anaime
y el Bermellón y la mesa,
al son de los tambores
y de la indiana trompeta.
Por las empinadas lomas
que por su base se besan,
y alzan la frente a las nubes,
las galgas de piedra ruedan,
mientras las trampas cavadas
sostienen labradas puntas
con disimulo, en ,la tierra,
de envenenadas maderas.
En manos impuras, cae
una beldad, prisionera,
a quien libertad le brindan
si al capitán aquerencia;
mas, esta indígena noble
que en la virtud es princesa,
se arroja a un abismo, y muere
sin dar lo que de ella esperan.
Podrán los cronistas blancos
hablar de la raza fiera;
podrán calumniar al indio
o decir de el cosas ciertas;
pero que tuvo virtudes
de celestiales grandezas,
con hechos incontestables
la historia imparcial lo prueba.
Vencido se encuentra Bombo;
Laembiteme se aterra
ante el destrozo insolente
de sus legiones morenas.
Con pena los montes gimen;
de rabia las aguas truenan,
y se desflecan formando
como argentadas banderas.
Del Bermellon y el Anaime
Galarza la zona deja,
y lomas de San Lorenzo
corona en audaz carrera;
y sobre el Toche desciende
_ que vienen del alta sierra_
donde reposan las nieves
de la montaña serena.
Soldados Nicardo y Hoyos
del Tocha, que se halla en guerra,
por separarse, imprudentes,
reciben la muerte cierta;
pero la tropa española,
que a los pijaos encuentra
los destruye en represalia
de aquellas muertes, que afrentan.
Galarza sigue el camino
de la horrorosa montaña,
trepando cerros y lomas,
con frío que el hueso cala,
al pie del nevado encuentra
de los tocinas la danza
de los embates sangrientos
que se prodigan sin tasa.
Y ya no hay rincón seguro
donde ocultarse la raza
que por siglos dilatados
gozo de libertad sagrada,
al amparo de sus dioses,
bajo egida de sus armas,
a la sombra de sus bosques
ysus vallesy sus pampas.
Y los blancos, orgullosos
con su carga de chagualas,
con sus tropas de doncellas,
con su fardo de esperanzas,
descendieron de los montes,
y en la mesa señalada
levantaron nuevamente
sus banderas y sus carpas.
Por su Dios y por sus reyes,
por su honor y por sus damas,
allí echaron los cimientos
de Ibagué, la soberana,
con sus ríos musicales,
con su orla de montañas,
fronteriza de las nieves,
de los Andes en la entraña.
Sobre bloques e cenizas
de antigua erupción volcánica,
a la sombra de los robles
y en veneros de oro y plata,
sobre arenas de cinabrio,
con arrullos de cascadas,
se meció la ilustre cuna
de la urbe de Galarza.
Como ese los caminos
se retuercen en las lomas;
de los hondos socavones
las piritas áureas brotan;
y la raza esclavizada
contempla pasar las horas
escuchando las canciones
de una lengua generosa.
.
De una lengua de armonías,
de una lengua tumultuosa,
de una lengua que suspira
con arrullos de paloma,
con caricias arcangélica,
con desconocidas notas,
con bramidos de cascadas
y con truenos de las olas.
Y el pijao sintió ira;
y en su sangre, que borbota,
contenida en sus arterias
por un año de oprobiosas
su misión, nunca entendida,
Se retira e sus chozas,
y resuelto a la matanza
de los blancos, se encapota.
Con sus lanzas y sus teas,
y sus dardos y sus hondas,
con mas de ocho mil guerreros
y de la noche a la sombra,
desciende sobre el poblado
y al par que incendia, destroza
llenando el mundo de gritos,
y al español, de zozobra.
Por todas partes la lucha
de las dos razas se encona;
el pijao nunca cede,
el español, ya se asombra,
mientras envía en la noche
a una partida de moscas
en petición de una auxilio
que largos días demora.
Salinas, Lozano vuelan
por pampas y estrechas trochas,
mientras Galarza resiste
con hambre y con sed que troan.
ya llegan los valerosos
soldados, que a la española,
dan una carga mortífera
que multiplica sus glorias.
Cuarenta mortales días
dura este sitio, que muestra
la escisión indomable
del indio, que aunque jadea,
defiende el suelo y la estirpe
con auracana fiereza,
pujanza que, al conocerse,
lleno de asombro la esfera.
Mas, antes que los vencidos
rehagan su fortaleza,
Galarza busca las playas
del rumoroso Combeima,
y entre frondaje de cámbulos
y perfumadas caléndulas,
hace traslado prudente
de la ciudad principesca.
El valle aquí se arrodilla:
la majestad de la selva,
la Martinica y la China
le forman corona regia;
doima a lo lejos levanta
sus picos de roja piedra,
y la llanura se inclina
como besando a su reina.
Chipalo canta canciones,
canciones canta el Combeima,
yla ciudad se dilata
como una grácil cometa
que quiere tender el vuelo
para asomarse, resuelta,
a su camino de siglos
donde la historia navega.
Sangre costo la vida
de la ciudad del Combeima;
con sangre pagan los blancos,
con sacrificio y con pena,
no solo su audaz conquista
ni su dominio en la tierra,
sino el desprecio insolente
de la caribe soberbia.
Al fin pasaron los años
contando de uno a setenta,
y el indio, a los vencedores
daráles horas de tregua;
mas, luego vendrá a la carga
y a sangre y fuego que aterran
convertirán en cenizas
ermitas, casas e iglesias.
Ya no serán las batallas,
de tropas caballerescas
que sobre un campo escogido
les señalo la estrategia,
sino el asalto en la noche
y en las gargantas que cierran
de los medrosos caminos
las retorcidas veredas.
Ya no bastaran las murallas,
ni bravos perros e presa
para domar de los indios
la americana fiereza;
y muchos nobles guerreros
quea nombre de Dios pelean,
caerán heridos de muerte
por el incendio y la flecha.
Mendoza, Lozano Añasco……
interminable es la cuenta
de capitanes famosos
que hallaron oscura huesa
entre los vientres caníbales
de aquellas gentes de guerra,
vencidas al fin, mas, nunca
conformes con gentes nuevas.
Como final represalia
del gran caribe, se cuenta,
que refundió con la sangre
de la española, su arteria,
y le infundio nueva vida
a la progenie guerrera
del tolimense indomables
que del progreso0 es bandera.
…………………………………………
Bajo las noches de invierno,
y del Tolima en la sierra
se ven vagar luces fatuas
que a nuestras gentes aterran,
y dicen que son las almas
de los pijaos, que penan
por ver a los hombres blancos
que aun profanan su tierra.
Ya paso la conquista. Bajo el cielo encendido
de la América virgen el trabajo prospera;
y cubierta de frutas y de espigas la era,
los quebrantos compensa del imperio vencido.
A torrentes del genio de la España, vertido
sobre el suelo fecundo de la rota procera,
exploto los filones, horado la cantera
y ensancho el horizonte de su suelo querido.
Y aquel pueblo de reyes que cruzara la ola
y amasara con sangre la grandeza española,
se paseó por América constelando naciones.
Y pobló el continente que acarician dos mares;
y en la lengua mas rica de los gayos fablares
enseño a los vencidos sus sabrosas canciones.
Víctor A Bedoya
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