El silencio reinaba en aquella sórdida y tenebrosa noche.

La esperanza agonizaba temblorosa en los corazones que un día paseaban tranquilos por su ciudad.

Los bombardeos en las calles caían con descaro, como una tormenta eléctrica arrasando todo a su paso.

A lo lejos en la frontera, a punto de obtener la libertad, yacían los cuerpos empapados en tinta oscura de sangre. Alguien decidió que no tenían derecho a la vida.

Eso quizá era lo peor de una guerra donde nadie podía vencer pero sí ser vencido.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS