Llevaba mi alma, que iba contigo,

El tren que en la vía de mí se alejaba,

Mi pecho latía, mi sangre quemaba,

Sin ti no encontraba atisbo de abrigo,

.

Miré hasta que nada quedó en los raíles,

Sentí que me ahogaba sumido en la pena,

Mojando mi cara como una condena

Las lágrimas vivas corrían a miles.

.

Quedó la estación silenciosa y vacía,

Tal vez mi tristeza la desconsolaba,

O era mi mente que se rebelaba

De aquella penuria que me enloquecía.

.

Pensé en tu sonrisa jovial y tan grácil,

Pensé en tu mirada de sultana mora

Pensé y vi tu cara que vida atesora

Y me dije «ahora nada será facil».

.

Ni un leve ruido del tren ya quedaba,

Me di media vuelta afrontando el hecho,

Un gélido aire helaba mi pecho

Y estaba tan triste que ni lo notaba.

.

Mis pasos de vuelta eran como losas,

Enfrente un abismo que fin no tenía,

Ya en mí todo era una letanía

De hieles amargas y marchitas rosas.

.

El tren con su marcha eclipsó mi alegría,

Mi vida y mi suerte en él se marcharon,

Mis planes futuros se resquebrajaron,

Ni aunque tú quisieras en el tren cabrían.

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