Autobiografía en secreto de Amanda Da Silva (1929-2015) – Advertencia

Autobiografía en secreto de Amanda Da Silva (1929-2015) – Advertencia

Advertencia

Sobre la vida de Amanda Da Silva existe, y existirá, una irresoluble controversia. Hay quienes defienden fervorosamente la verdad de su existencia, y quienes creen que solo se trata de una fábula de entretenimiento. Cada uno es dueño de adscribir al bando que más lo seduzca. Por nuestra parte, hemos tomado partido y nos alegramos de ello.

Todo lo que aquí se narra, es dado por ocurrido, sin que nos interese el debate alrededor de la veracidad o no de lo narrado. La verdad, muchas veces, es un tesoro al que hay que buscar de por vida, y al encontrarla, resulta muy diferente a lo que imaginamos de ella al inicio de nuestra empresa.

A nuestras manos han llegado las fotocopias de un breve escrito titulado “Autobiografía en secreto de Amanda Da Silva”. El mismo está dividido en tres partes, una autobiográfica, y dos poemarios. La parte autobiográfica comprende tres períodos: infancia, adolescencia y vejez. Esta última, trata sobre las circunstancias que rondaron su trágica muerte. No hay ningún dato sobre su relación con el ilustre prócer.

El primer texto es manuscrito, los otros dos, no. Se trata de algo más de veinte narraciones[1] realizadas en un modesto cuaderno marca “Gloria” del que se conserva, además, su tapa.

El manuscrito nos aproxima de modo muy sucinto, casi de manera mezquina, a los sentimientos de la mujer que prestó sus servicios para garantizar el bienestar de quien fue bautizado como “La Reliquia”, de parte de sus enemigos.

A la brevedad del documento, debe agregarse la pérdida irreparable de muchas de sus hojas (se desconoce con precisión cuántas) que fueron arrancadas con el seguro propósito de impedir su trascendencia.

No estamos en condiciones de asegurar si la eliminación de una cantidad indeterminada de las hojas de la “Autobiografía…” fue decidida a fin de proteger a su autora, o solo con el propósito de conservarlas para desvelar su contenido en el futuro, alentando la hipótesis de que algunas de ellas podrían contener datos comprometedores para los protagonistas directos de esos sucesos extraordinarios.

Por otra parte, debemos mencionarlo, el documento no fue conservado con esmero, ya que sufrió el embate del agua que borroneó partes enteras hasta hacerlas ilegibles. Así pues, se perdieron para siempre entre manchas y borrones y hojas arrancadas, talvez datos reveladores, o menciones sutiles que podrían habernos ayudado a comprender más acabadamente el milagro de la sobrevida de “La Reliquia”, y de cómo los hombres de su entorno más íntimo, sus custodios, agrupados en esa logia de desconocidos todos miembros de la milicia con grados de suboficiales, garantizaron que el emblema que representa la nación nunca fuera arriado definitivamente

Acompañan los mencionados textos dos fotografías. La primera, de un dibujo infantil atribuido a Amanda, con el título “El ángel de Amanda”. La segunda, corresponde a una niña posando en una especie de estrado, participando del ritual sacramental de la iglesia católica para recibir por primera vez la eucaristía. La antigüedad de la fotografía se corresponde con la edad que debió tener por entonces la supuesta Amanda.

Los poemas no alteran en lo más mínimo el relato autobiográfico, ni agregan datos históricos, aunque nos aproximan en parte al perfil psicológico del ama de llaves.

El primero de los poemarios, integrado por diez poemas, está inspirado en un frustrado amor juvenil, y el segundo, en sucesos históricos que habrían ocurrido en la propia zona donde se erigió la prisión del prócer (lugar del que no existe precisa referencia), o en parajes más o menos cercanos a la misma.

La falta de mención del extraordinario huésped de esa mansión elevada como un cubo siniestro en medio de una sequía furibunda y centenaria, construido sobre las tumbas de cientos de encomendados asesinados por sus incansables rebeldías, podría deberse al afán de Amanda por proteger a su ilustre huésped más de allá de su propia suerte.

Ella, no cabe duda, solo volcó en su breve “diario” angustias personales y sin revelar nombres y datos que hubieran ayudado a una pesquisa más provechosa, aunque más no fuera, por personas vinculadas a su vida en uno u otro momento. Su celo en el secreto fue tan decidido, que ni siquiera de manera elíptica hay una palabra, una expresión (no ya una oración) que sirva para develar alguno de los misterios que rodean la historia. Amanda habría cumplido a conciencia una misión que se le encomendó por razones que aún son motivo de estudio.

El enigma planteado a manera de poema en la hoja N° 12, no ha sido todavía resuelto. Esperamos que, de producirse el descubrimiento, estemos entre los primeros en anoticiarnos de ese interesante acontecimiento.

Tampoco ha llegado a nosotros ninguna referencia al contenido del pequeño papel que el suboficial “Pérez” le entregó a Amanda antes de partir hacia su retiro y que ella leyó en el andén de la estación Liniers, del ferrocarril Sarmiento, antes de desaparecer al paso del convoy.

No deseamos extendernos más en esta simple advertencia. Sabrá el lector juzgar lo aquí narrado de acuerdo a lo que le dicte su corazón.

La razón es probable no esté de nuestro lado. Pero nunca las grandes epopeyas, ni las verdades más extraordinarias han nacido por el solo impulso de la razón. Sin corazón nada tiene sentido para los hombres. Solo cuando los hombres están decididos a ofrendar su corazón por una causa, es que ella puede alcanzar la victoria.

Quien acceda a este libro no hallará una narración valiosa, pero sí se encontrará con el corazón de Amanda Da Silva, el único y precioso legado que dejó, a nuestro parecer, para las generaciones que la sucedan.

Siéntaselo latir hasta el momento postrero de su muerte y cántese con ella el himno de victoria que la acompañó hasta el último suspiro.


[1] Cuatro de ellas permanecen extraviadas. (Nota del editor).

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