¿Dónde se oculta la Luna? (fragmento)

¿Dónde se oculta la Luna? (fragmento)

¡CHOP!…

…muchas gotas han estallado desde que se acuclillara, inmóvil, al acecho, en aquel rincón (el sol aún se aupaba donde ahora se columpia la luna.) En el umbral de la puerta que comunica con el dormitorio un felpudo de plata azulada recibe a las risas, despedidas y felicitaciones que suben por la escalera. De espaldas a la ventana su cara es un paisaje de sombras, roto en una mueca de dolor (las piernas acalambradas: si no las estira le fallaran cuando las necesite.)

Un solitario par de pasos ¿los suyos? desanda el vestíbulo.

¡¡¡CLINC!!!…

…una pierna de corcho cede y la ancha y larga vocación de muerte golpea contra la loza y el ruido cruza dormitorio, pasillo, rellano (la escalera no la baja porqué prefiere descolgarse desde el techo) y el oído oye y el cerebro decide obviar el presagio (como el suyo obvia los alfilerazos de las piernas, ocupado como está en separar las voces: las indiferentes, la odiada, la amada); todas caminan hacia la salida y se despiden y dos regresan (las intuye abrazadas) y su mano se crispa en torno al mango.

Será la embarazada más bella del mundo, piensa, los ojos, inesperadamente húmedos, clavados en el final de la escalera por donde acaba de desaparecer.

¡CHOP!…

…con la mano que no sostiene el cuchillo se limpia el sudor. Recuperará su voz, sus pasos (con qué angustia esperaba oírlos si se retrasaban; con qué alivio salía a recibirlos cuando por fin llegaban a casa.)

Apura la copa mientras oye como enciende la luz; los pasos apagados de sus pies descalzos recorren el pasillo, atraviesan el dormitorio y se detienen junto a la cama.

¡CHOP!…

…la última gota estalla en el cuenco del lavabo…y una balada de amor y la voz odiada y sus pasos descalzos, suben la escalera y la luz del dormitorio entra por la puerta y arranca una cruda promesa homicida al filo del acero. De frente a la puerta su cara es un paisaje sin sombras, roto en una mueca de odio. tajado por la sombra de un prurito de muerte.

Vence la pereza lánguida, el universo es un puzle donde milagrosa, momentáneamente, cada pieza ha encajado en su sitio. Se desvanece en el aire el último acorde de Something cuando se levanta del sofá y apaga el equipo. Scooby le mira esperanzado.

–Ya lo has oído. Tú te quedas aquí.

Arriba, los pies descalzos se ponen de nuevo en movimiento, hacia el baño.

Todo es silencio

¡AHORA!

–¡¡¡Te voy a matar, zorra!!! (Carne; sangre; derramar; desgarrar)…

La voz que está con Vero es aguda, áspera; un crescendo de odio básico, mortal, implacable. Una insania que se confunde con el ruido del vaso al golpear el borde de la mesa y el grito de terror de Vero. Arriba los pies descalzos, perseguidos por el taconeo de unos zapatos, corren, tropiezan, trastabillan, recuperan el equilibrio y siguen corriendo.

–¡¡¡Socorro, Andrés!!!… ¡¡¡Ayúdame!!! – es un grito de pánico en estado puro.

– ¡Ya voy… cariño… aguanta!

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