Como cada noche Juan se perdía en el abismo de sus ojos lejanos, la inventaba una y otra vez en las profundidades del océano, en la inmensidad del universo, en cada estrella, y hasta en las palmas de sus manos ansiosas, que a modo de mapa trazaban los caminos y un destino.

Su mente traicionera elucubraba , y desangraba situaciones ficticias preso de la celotipia de su limerencia encapsulada en la vasta agonía de su letargo.

Volaron las golondrinas emigrando a otros horizontes en busca de un nuevo cielo , cálido,pleno.

Y Juan se quedó allí, mirando la partida, perplejo , sumergido en el delirio de sus malos pensamientos.

Claudia Martínez Claudia Marti

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