De Espejos y de Sombras

De 0 a 20 años

Hoy, me encontré por accidente, me vi mal,

el rostro pálido y los ojos hundidos,

un aspecto cadavérico;

estaba cansada, con hambre y sed,

lo más triste, no fue mi aspecto,

sino aquella soledad.

¿Te sientes mal? Me pregunte.

Sólo miré y no conteste,
como si no comprendiera mi pregunta,

después de un momento respondí.

-¡Estoy sola!

De ese modo, al mirarme de frente,

sentí menguada la emoción de encontrarme, y,

perdí por un instante todo lo que traía en mente.

¡Qué triste aspecto tenía!

¿Acaso era esto, lo que esperaba encontrar?

¡No! Pero estaba allí, sola, sin sentido;

eufórica me miré y me dije.

– ¿Qué pretendes con esa actitud, es dar lastima,

quieres que se apiaden de ti y, todo te lo den en charola de plata?

-¡Tu no entiendes! -conteste.

No estoy bien.

-De eso ya me di cuenta, pero,

¿Qué es lo que te pasa?

-Cuando nací pretendí un mundo,

creí en la bondad del hombre y en él creí,

todo poseía, todo al alcance de mi mano,

solo tenía que extenderla o gemir un llanto,

un llanto que no era de angustia ni tampoco de amargura,

únicamente para atraer su atención,

una atención, que ni con una lagrima, hoy alcanzo;

todo era color de rosa,

tenía una gracia plena, con naturalidad increíble,

amasaba una gran alegría ¡Era feliz!

Quería ser una mujer mayor,

y vivir plena mente cada momento,

como es el juego inocente

de tomar el maquillaje de mamá,

sus zapatos y su ropa, todo tenía sentido.

En una caída un brazo fuerte me levantaba,

a nada temía, era bueno haber nacido;

desconocía el dolor del alma,

pertenecía a un mundo de igualdades.

Yo crecía, y mientras esto sucedía,

el hombre que me sostenía se marcho,

no comprendí su partida, ahora lo se,

me hizo mucha falta, y aún lo necesito.

Por ello fui alejada de mi madre y, para entonces,

el dolor y la tristeza me tomaron de la mano,

en la escuela pude ver la rabia como un claro,

y tendía un silencio que absorbí;

me hice dueña de mis noches,

aborreciendo los días, que ingenuamente viví.

Entendí, que nací en un mundo de grandes creaciones

que el mismo hombre vino a destruir.

-Allí, me interrumpí de inmediato,

mis grandes ojos los vi brillar.

-Yo se que tu dolor es grande,

y comprendo tu descontento de estar aquí.

Hemos nacido en un mundo con gran avance material,

pero no mental, no quisiéramos estar aquí,

y al mismo tiempo, deseamos estar en todo.

Percibimos en olor la amargura,

y manchamos con las manos la belleza,

paladeamos la venganza y la traición,

y la volvemos parte de nuestras vidas.

-¡Lo ves! Ves que tengo la razón,

de sentir tanto dolor e indiferencia.

Yo continuaba creciendo,

y se volvía más fuerte mi silencio.

Aprendí las lecciones comunes de la vida,

a leer la historia, el dolor de los que luchan

por una vida mejor,

a sumar los odios e iras

restando alegrías

y así, multiplicar el egoísmo y la vanidad.

Mi madre, intento enseñarme física,

algo que hasta ahora comprendí;

la reacción, de causa y efecto,

que han dejado una huella inmensa enmi.

Corrí más pronto que el viento,

cometí error tras error,

y perdí la confianza de mi misma;

descubrí que podía hacer poesía,

y fue el refugio de aquel silencio,

también, desarrolle el dibujo,

que fue el espejo de mi alma.

Intimidaba el pensamiento,

y lo hice un berrinche absurdo.

Me volví un ser intolerable,

y margine mi propia voluntad.

Mate mis sueños de niña,

y envidie alegrías ajenas,

me llene de angustia, me segué

y entregue de lleno mi cordura

a un estúpido juego mental,

donde la única razón de mi que tenía,

la hice ajena a mi felicidad.

-Se que ha sido dura la vida,

y cuesta trabajo seguir,

cuando uno sigue un camino,

y se ha hecho un patrón sin definir.

Pero, no puedes continuar así,

y dejar que el tiempo pace sin vivirlo.

Trata de ser más consiente

y olvida el pasado ¡Déjalo allí!

-Que fácil se oye decirlo,

creer que todo se olvida así,

la vida sigue su curso

y uno se estanca al no vivir;

y, de pronto dice ¡Al diablo!

Y todo vuelve a reír;

no es tan fácil como parece,

después que todo te sale mal,

y los intentos de mejorar

llegan con fuerza, pero alguien viene,

te lanza fuego y, como humo se van.

Aprendí lo que la gente hace,

no me han dejado ser yo,

tratan de cambiar mis intereses,

tratan de verme como ellos quieren.

¡No me han dejado ser yo!

Intento dar lo mejor que tengo,

pero a nadie le parece y,

siempre tratan de cambiar mi forma de ser.

-Se que no es fácil,

se que tratan de cambiar tu imagen,

de que creas lo que ellos creen,

y mires las cosas como ellos las ven,

ellos buscan una razón para dar,

no saben entregar su corazón,

tienen miedo de sufrir.

Pero lo que no han entendido,

es que amar no es sufrir;

si tu das algo por amor,

no tienes que recibir ofensas.

Quien ofende, se ofende a sí mismo,

quien desprecia, se desprecia a sí mismo,

quien odia, se odia a símismo.

Veo con tristeza que no has comprendido tu física,

si la entendieras no estarías así,

has perdido la entereza y el valor.

¡Que poco aguantas!

Y yo que pensaba que eras más dura.

El carácter no en orgullo ni tampoco vanidad,

es saber enfocar la vida,

y si caes, por ti misma volverte a levantar.

Hay que tener mucho coraje

para que no te hieran,

hay que aprender para saber,

pero no dejar que te impongan su ley,

hay que estar firmes y fiar de sí mismos,

esgrimir la verdad,

no hay que darle cabida a la maldad.

Hay que vivir cada segundo con seguridad,

hay que comprender la voluntad,

el ocio, no deja nada bueno.

-Perdóname, sé que no he comprendido,

y que me he dejado llevar por la soledad,

pero tengo miedo ya de ser yo,

de salir al mundo, y no poderme dominar.

El dominio que ocupan mis temores,

no me dejan ver con claridad.

Mis palabras se vuelven débiles

al tratar de hablar con la verdad.

Siento temor hasta del viento,

que hiela mi piel y envuelve mis huesos;

mi coraje se ha hecho necio,

de entender, de salir por tanto miedo.

Mi miedo estaba allí presente;

Comprendí, que tenía que alejarlo para siempre,

antes que se vuelva una locura.

Sin perder tiempo me dije.

-Ahora que estamos juntas,

quiero que sepas algo.

No importa la frialdad del mundo,

si vuelves a creer en mí.

De los 21 a los 30

Han pasado diez años ya,

desde que me encontré por primera vez,

y hasta ahora no se que ha sido de esa niña mujer.

Muchos temores me asaltaban esa vez,

tristeza y dolor por lo que hice y deje.

Ahora no me es fácil recordar,

más preludio a un sueño es hoy.

Hoy, me he vuelto a mirar.

Luzco desganada, flaca sigo, quizá,

ahora me acompaña un hijo y, como sombra,

se aferra a mí la soledad.

– ¿No te ha dejado tranquila? ¿¡Verdad!?

Me pregunte enseguida, sin saludar.

-¿De quién hablas? ¿De la soledad?

No creas lo que ves,

ahora es mi amiga y confidente.

Una compañera que no me pesa,

que extrañaba, pues apenas volvió.

– No comprendo – insistí – ¿Cómo es que ahora

no le pareces temer? ¡Cuéntame!

¿Qué has hecho desde ese día que te encontré?

Tan asustada, tan frágil, tan infeliz,

ya son diez años y mira,

parece peor de lo que se escucha.

-Es una crisis momentánea, apenas pasa,

más como dices se ve peor de lo que es.

No me ha ido del todo bien,

y parece que con la misma piedra,

caigo una y otra vez.

Desde aquel día que nos vimos,

retome con más bríos mi vida,

me puse a trabajar y estudiar,

pero fracase ¡Sí!

A un hombre me entregue, sin vacilar,

no puedo decir que se aprovecho de mi inocencia,

porque yo lo hice por mi propia voluntad.

Con astucia me engatuso;

más, un año duro la relación.

Pero seis meses después de ello,

viví mi eminente degradación.

– ¿Cómo? ¿Qué fue lo que sucedió?

Unos días antes del inesperado final,

ya había perdido hasta la dignidad,

se paseaba con mujeres frente a mi,

y no era capaz ni de hablar.

Curiosamente, él se dio cuenta antes que yo,

mes y medio de embarazo,

inmediatamente lo rechazo,

y acudiendo a todos los medios,

de mi vientre lo arranco;

fue mi culpa lo sé, aún se siente el dolor.

– ¡Espera! – Me interrumpí – No fue tu culpa.

-¡No lo defendí!

– ¡Ok! Aún así, no estaba en ti.

Sólo piensa que hubiera sido de él y de ti,

si con lo que has dicho puedo ver,

que para entonces, como dices,

ya estabas otra vez sin mí,

sin creer, sin vivir.

-No me justifica; ¡En fin!

Aún estaba por venir lo peor,

caí en una fuerte depresión.

Huí, buscando refugio con mi familia,

pero no resulto.

El alcohol, fue mi consuelo, según yo,

sólo quería olvidar y,

me volví mujerzuela para castigarme,

por haber dado muerte,

a aquel ser que no nació.

Más entre tanta necedad,

una amistad incondicional,

que no esperaba me ayudo.

Una familia entera que no era la mía,

de la calle me recogió y,

como una hija más me alimentaron,

me limpiaron, me vistieron,

me hicieron sentir de nuevo el amor.

-¡Mira lo que son las cosas!

¿Quién diría lo que cuentas?

Que no sería precisamente yo,

sino otras personas,

las que te devolvieran la vida

y a la vida.

-Pero para no variar,

como la burra vuelve al trigo,

otro hombre en mi camino

se convirtió en mi verdugo.

Un lobo disfrazado de cordero,

todo un caballero, que daba la vida por mí,

pero la vida casi me quita a golpes y mentiras.

Con celos injustificados,

con besos atiborrados de veneno,

de pecado.

Me salvo mi entereza y ganas de vivir,

un sueño que aunque incierto,

sigue presente en mi.

Pero como siempre,

no por mucho tiempo, le fui fiel

a mis principios y, por buscar placer,

un hijo engendre y por ello me quede,

no hubo tiempo de planear ni de conocer,

o ver lo que deseaba cada quien.

Y lo intente ¡Créeme que lo intente!

De angustia a angustia pase,

y por poco a dos años después

otro hijo casi engendre;

más la vida, estuve a punto de perder,

y de un coma pude volver.

Aun así, no tuve suerte,

esa relación no era para mí,

y aunque no me oprime,

sobre eso, no sé qué hacer.

Más no me angustia el porvenir,

y la soledad. ¡Bueno!

¿Qué te puedo yo decir?

Siento alivio y tranquilidad,

porque vivo a mi ritmo

y hago mi voluntad.

De espejos y de sombras,

es el pasado y el presente;

del futuro, poco se sabe,

poco se siente.

Más mientras se esté con vida,

se tiene que aceptar lo que venga

y cosechar lo que uno siembra.

-Así sin más te puedo decir,

que con gusto miro tu porvenir,

más tienes que mantenerte firme,

en las decisiones que tomes, y las cosas que hagas.

No hay mucho que agregar, a este encuentro de mí;

sólo queda una pregunta por contestar,

y quizá, no sea ahora, pero será.

¿Quién me dirá, si el amor verdadero,

estará conmigo o moriré sin conocerlo?

Y de 31 a los 33 años.

¡Cuánta hilaridad hay en mi interior!

Me sobra la fe, más me falta decisión.

Me encuentro fuerte y llena de paz.

-¿Qué tal la vida, no te trata mal?

-¡Hola amiga! ¿Qué te puedo yo contar?

Estoy en un punto donde cosecho la realidad;

mi alma esta por fin, tranquila,

como debe de estar.

Hoy hablo con amor y seguridad,

porque mi padre, a mis plegarias,

a podido escuchar.

-¿Tu padre? ¡Corrígeme esta vez!

¿No estaba muerto y necesitabas de él?

-¡Quizá no me he dado a entender!

Deja que te cuente, lo que me ha pasado,

desde que nos vimos por última vez.

Anhelando con el alma una vida mejor;

con mi hijo en brazos partí sin decir adiós.

Paso por mi mente un último encuentro,

entre vino y amigos, besos y deseos también;

más,con la firme idea de no volver.

Caí presa del miedo por tratarme de esconder,

y sentí el encierro que quemaba mi piel.

Por ese aislamiento pude comprender,

que una vía fácil, no era la que elegí y,

muchísimo menor mi porvenir.

-Las decisiones no han sido tu fuerte,

eso ha sido claro desde que te vi,

más me extraña que en toda tu vida,

un amor honesto no hayas logrado tener.

-No te fíes sólo de tu vista,

encontré algo mejor que un único amor;

y reduje la distancia entre tú y yo.

Por ello esta vez no es casualidad

que frente a frente podamos conversar.

El encuentro de uno mismo es el saber

que el camino y el destino se pueden recorrer

sin tabúes, sin titubear, tan sólo comprender,

que no hay nada que sin Dios

con verdadero amor, se pueda hacer.

-Volví con mis padres después de mi falta,

decidida a no más fracasos cometer,

más con la idea de sanar y reconocer,

que sólo con Dios mi vida arreglare.

Así que encontré algo más que hacer,

y por trabajar y estudiar,

a mi hijo, lo hice volver al lado de su padre,

quien con ansias, lo añoraba tener,

y que por mi egoísmo lo había alejado de él;

arriesgándome a que un día,

mi hijo me reclame también,

que si por abandono o por miedo,

no he estado con él.

-¿Miedo? ¿Miedo porque o a qué?

-A la simple idea de no volverlo a ver,

pero no ha sido eso lo que me ha hecho entender,

que aunque estando lejos de él, mi amor,

nunca lo podrá perder.

Mi vida cambio para siempre,

cuando por descuido o quizá por suerte,

un amigo, casi mi hermano me extendió su mano,

y después de un tiempo, gracias a ello

volví para estar cerca de mi niño.

Pero no contaba que me negaran vivir con mi hijo,

que por trato y por derecho desde antes,

había quedado por entendido.

Más no flaquee ni me perdí,

tome las fuerzas del que me dio el vivir,

me aferre a él y le pedí,

amor, familia y un buen porvenir.

-¿Y qué me dices, lo has podido conseguir?

-Amor primero de él lo reconocí,

después un varón, un esposo,

con quien el amor puedo compartir,

y una hija me ha hecho reír,

sin olvidar ni trasegar,

el cariño que a mi hijo tengo por demás.

Las voces de mi alma ahora son comprendidas,

una de mi Señor y otra mía

y hoy en día, sin miedo,

poco a poco recobro mi aliento,

doy gracias a Dios y le pido,

su bendición para continuar viviendo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS