Realidad Superpuesta-2004

Realidad Superpuesta-2004

Betty Font

08/07/2018

REALIDAD SUPERPUESTA

Año 2004

“Han dicho cosas de él. Dicen muchas aún. Le atribuyeron y atribuyen oscuridades. Pagó el precio de las ideas políticas de sus dueños: él sólo fue víctima y telón de fondo de ello.

Estoy dentro suyo…después de casi una década de no visitarlo a hurtadillas.

El equipo de filmación producía imágenes con pedazos de su anatomía para una casa de modas del pueblo por el próximo Día del Padre. Todo estaba bien, hasta que comenzamos a acercarnos a las paredes de la torre Sur.

El óxido rabioso en su barandal. Y el inicio de la “sensación”. Comencé a estar sin estarlo. La humedad de sus paredes empezó a invadir mis venas. Las maderas quebradas que sobresalían como castillos desde los cielorrasos bajaban como llagas a mi interior.

Dos de los modelos bajaron al sitio que sólo yo conocía:-¡Hay una tumba!-dijeron asombrados. Estuve tentada a dejarlos creer eso, pero les dije: Lo pinté yo. Era una supuesta lápida, para un cortometraje de época…hace ya tiempo.

Catorce años ya de ello y aún podía oler la pátina depintura recién terminada. Vi que alguien o algo habían quitado un ladrillo de esa pared dejando un oscuro hueco. Piel erizada. Comencé a estar y no estar. El cuento El Gato Negro de Edgar Alan Poe, se me arrojó encima para luego instalarse en ese agujero insondable. ¿Qué había detrás de esa pared, real o no de ese espacio en suspenso?.

Salí y volteé la mirada hacia mi entorno: sentí que algo o alguien me observaba.

¡Tantos años que conocía aquel lugar! Me auto impuse desechar viejas supersticiones de oscuridad, nazis y masonería. Allí creé, entre esas ruinas cuadros, poesías. Escuché a Rachmaninov, Mozart y Chopin en el eco del jardín

de invierno…o en la que fue la Sala de Baile con sus pianos rotos.

Visité sus habitaciones ciegas y su techo corredizo de cristales destruidos

¿Por qué ahora iba a dejar que un pasado de chismografía serrana me hicieran su rehén?. Si. Pero yo “estaba y no estaba”. Latía lento, como tiempo arrastrado y detenido. Necesitaba salir y comprobar si algo o alguien me observaba.

Javier se desliza en un travelling capturando imágenes de las modelos en trozos de este rompecabezas llamado Edén Hotel, en La Falda, Córdoba, Argentina. Supone por un momento que estoy aburrida. ¡Si supiera que me deslizo como él en un travelling de imágenes superpuestas, fundidas, entre la gloriosa época de este hotel y sobre la desolación en la que lo han sumergido!

Pasillos, arcos, luces tenues. Oscuridades brutas. Olores malos. Sigo teniendo la sensación de que algo o alguien me observa. No es paranoia, es certeza. Pese a ello seguimos la cacería de lugares y la mejor luz para las imágenes. La asistente de producción y el camarógrafo hablan de la película Gladiador (si la de Russell Crowe). Escucho, pero no participo. Rio, hablo. Estoy pero no estoy, sigo mirando por sobre mi hombro. Veo las aberturas destrozadas, las ventanas del piso superior. Javier ve en el centro del patio una posible fuente. No puedo evitar “ver” que en ese lugar un joven eucalipto sirvió de marco a Berta Singerman en el Teatrino del Hotel. ¿Será que el Edén ha aprendido a desprenderse del dolor de un cuerpo lastimado einocente? ¿A ver esa agonía como de lejos?.

Subimos a la planta alta: vibro de excitación. Me bebo lo que veo. Se filma luego donde armé la última exposición de mis cuadros, la “sensación” vuelve. La euforia se va. Paso la mano por la pintura agrietada de un pasillo, escama de dragón que se descascara y cae entre mis dedos. Estoy pero no estoy. Agonizo como él con tantas lluvias en pisos de parquet por huecos en los techos. El reencuentro me sirve para saber que no está dispuesto a soportar una laceración más, ni un dolor más: como yo. Ya no asistirá a su canibalismo.

Sé que alguien o algo nos observa.

Guardan trípode, cámaras, luces. Ellos suben al coche y yo aún estoy pero no estoy.

Esa “sensación” de que alguien o algo nos observa se queda allí, junto conmigo.”

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