La inicial de la Luna.

Sangra y quizá corre sin ganas,

Corre sin saber qué lo impulsa a desfallecer,

Corre saboreando el pecado y la locura.

El error hecho carne lo habita, en su corazón.

Tiene fauces aquello que lo fatiga,

Y los aún más locos y apesadumbrados;

Románticos extraviados, sin salvación,

Ellos conocen el arte del autoengaño,

Ellos gimen de placer al ocultar la verdad.

Noctambula y serena en sus aposentos dorados,

La niña de plata juega con el desarmado,

Sus pupilas regordetas oprimen la marioneta,

La estrangulan, la juzgan con su tácito sagrado.

El semblante dúctil del innominado

Que se apega a la muerte cual pacto inmaculado,

No rechista ni se retuerce,

Se siente amado cuando su recuerdo;

Alas translucidas y vivaces,

Se ve mutilado.

Oh! pesado llanto que se finge por lástima,

Las noches pasan y nadie te acompaña,

Sólo la diosa cruel que de tus sueños se mofa,

Sólo la amplia arpía que de tus pesares se alimenta.

Entrañas sobre entrañas y nada más pasará,

La diosa y princesa plateada tu alma regurgitará,

Su inmisericordiosa jaula a ti unirá,

Serás uno con su aislamiento, uno con su amor,

Uno con su felicidad, uno con su porvenir,

Uno para morir, aunque de la eternidad no escaparás.

Los pequeños momentos instantes son,

Pero aquí dentro no tendrás corazón

Pues mientras la Diosa jugaba

Tu corazón extirpaba

Y ahora no tienes cofradía

Donde guardar lo que tanto amas.

Las penas que me absorben en el valle de lágrimas,

Las no nacidas, las no sentidas, las nunca concebidas,

¿Para qué perder el tiempo en aquel desolado valle sin frutos?

Mejor estar aquí, el bosque perenne,

Donde todo lo vivo que muere debe renacer,

Es así, así funciona su ciclo,

Es quizá la puerta al jardín del Edén,

Pero la envidia y la perfidia de los más desgraciados

Me unge hasta el pecho, me hacen sentir desdichado.

¿El amor que me rodea no es acaso más fuerte?

La pregunta vaga en el viento sin que nadie la conteste.

No logro aún llorar, su pérdida pronosticada no los hará sangrar.

Porque mienten quienes dicen que son lágrimas sin más

Las que brotan de los ojos cuando están a punto de estallar,

No, ellos se desangran, lo dejan todo, el carmesí los invade y son un volcán,

Escupen su llamarada corrosiva y ardiente que se desliza entre el terciopelo,

Entre el pálido rosa alborada que colorean sus impolutas colinas primaverales.

Las perlas del cosmos que se esconden tras su iridiscente disfraz

Deciden dar paso al alma y comienza el despertar.

Tiemblan trémulas las pupilas de la Diosa plateada,

Quien en sus ojos a la luna tiene encarcelada.

Se quiebran, se empinan antes de prorrumpir,

En mil pedazos su cristalino se deja ver al mundo

Presentándose a la sociedad cómo aquel que deja ver

Pero en el fondo, más allá de la divina figura corpórea

Se manifiesta la sangre que fluye entre los ríos de la luna.

Cuando los volcanes de la diosa estallan,

Ella se aprovecha y furiosa escapa,

Las ataduras del hechizo se rompen por su devoción,

La Luna al cielo por fin regresó.

Noctámbula que entre tus brazos me abrazas,

Deja morir esta noche y a tu sueño con ella,

Ahora tus ojos lo han revelado,

La luz en el fondo lo ha gritado,

A pesar de nuestro vínculo, entre los dos, enraízado

Esta noche tendrás que descansar,

Por lo menos en mi corazón no moriras

Ni más estragos en tu nombre,

Como hecatombes opulentas,

Serán realizados.

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