Escondite inglés

Un, dos, tres, al escondite inglés sin mover las manos ni los pies… Me giraba mirando con cara inquisidora, buscando el movimiento en las figuras estáticas que mordían sus labios para no reír, apenas respiraban ni pestañeaban, permanecían inmóviles como verdaderas estatuas.

Un, dos, tres, al escondite inglés sin mover las manos ni los pies… El segundo giro lo hacía más rápido con la intención de atrapar sus balanceos. Las figuras estaban ansiosas por lograr la meta y era precisamente esa impaciencia de llegar las primeras, la que les hacía bajar la guardia e incluso intentar hacer trampas, pero yo no pasaba ni una y decía con voz autoritaria, ocultando mi sonrisa:

– Belén!!! Te has movido, vuelve al principio.

Belén protestaba, intentando negociar, rebatía sin éxito, y yo implacable la condenaba a regresar a la salida. Ella, cabizbaja, y nada sonriente, me hacía caso mientras pensaba que era totalmente injusto volver a empezar.

Ahora, con los años que han pasado, quisiera que alguien contara: Un, dos, tres, al escondite inglés sin mover las manos ni los pies… Y me desterrara al comienzo de muchas cosas vividas y de ese modo, tal vez, poder renacer.

Sé que es un imposible, que los niños ya no juegan al escondite inglés, que las figuras estáticas de carne y hueso se sustituyen por falsos emoticonos amarillos y feos, que representan sin palabras los estados de ánimo en cada momento, las emociones, los sentimientos. No me gusta un muñeco con lágrimas en los ojos partiéndose de risa, yo quiero escuchar las carcajadas en mis oídos. Deseo despertar con unos buenos días pegaditos a mi oreja, con miles de besos en mi espalda y no corazones dibujados en la boca de emojis amarillos, que aparecen a diario en la absurda pantalla de mi móvil.

Hoy he jugado con mis muñecas de porcelana al corro de la patata. Las he colocado en círculo para que todas se dieran las manos y se miraran a la cara. Creo, incluso, que alguna ha sonreído al hacerlo.

Escucho a lo lejos… Un, dos, tres, al escondite inglés sin mover las manos ni los pies… Tal vez algún día veas mi movimiento y regreses conmigo a la casilla de salida.

AB©

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