Madrugada inconcientemente conciente

Madrugada inconcientemente conciente

Anka Armand

25/06/2018

Vi cómo su mirada, intentaba enfocarse en las cosas más simples. Cómo se esforzaba para qué su ánimo no sé agotara. Vi cómo sus facciones cambiaban, justo en el instante cuando cosas malas cruzaban por su cabeza. Vi desesperación, poca certeza.

Escuchaba profundos suspiros que suplicaban «no más por favor!» Sentía como su cuerpo temblaba, vencido por la falta de sueño, agotado por la ansiedad y casi destruido por los nervios. Era como ver fuego, debajo de la lluvia.. desesperada por seguir encendida. Desesperada por no poder consigo misma.

Vi todo eso y más. ¿Querés saber qué más? Sigamos.

Percibía su falta de interés al respecto. Sabía, qué ella ya no estaba al tanto de qué, cómo o cuánto cuidarse. Todo era una amenaza, todo necesitaba de su atención, tiempo y ganas. Tres cosas, qué ya no tenía.

Era un barco plagado de agujeros, era un rascacielos con cimientos de arena, era todo lo que antecede al desastre. Pero una cosa es segura.. su sonrisa, alejaba cualquier indicio de su profunda agonía.

Me pregunto.. ¿Ella podrá? ¿Seguirá intentando? Desde mí lugar, haré lo posible. Porqué soy quién habita en ella, soy esa voz dentro de su cabeza, a la que poco escucha pero a la que más necesita.

Si ella se apaga, todos nos vamos junto con ella. Yo, que intento salvarla y las demás, que solo quieren desvanecerla.

Por eso, quería hablar. Quería dejar en claro, qué ella siempre se levantó, sin importar cuánto sangren sus manos, sin importar cuanto duela su corazón.

Ella sigue en pie y por eso ¡Aquí estoy!

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