Recuerdos incómodos

Aquel día removí recuerdos de más de 12 años, acepté sentimientos en los que nunca hubiera querido pensar nuevamente…

Fue un jueves, lo recuerdo bien, mi amiga de la universidad y yo quisimos organizar una fiesta en la casa. Vivía en aquella época con dos compañeras en una casa que rentábamos a cuatro cuadras de la escuela, todas éramos de diferente ciudad.

Fuimos a comprar lo necesario para la reunión: botana, hielos, refrescos, papel sanitario, artículos de limpieza para el día después, y todo lo necesario para preparar las famosas «aguas locas». Las hacíamos con un sobre para preparar agua fresca normal, hielos y vodka o lícor de agave, conocido como «panalito», dependiendo de la hora y del presupuesto, entre más tarde más ecónomica la preparábamos.

La fiesta comenzó, había estado platicando con varios compañeros de la escuela, entre ellos dos que estudiaban ingeniería mecánica. Uno de ellos me llamaba la atención. Demás está platicar todo lo que pasó esa tarde, sólo diré que tomé demasiada «agua loca».

Se fue haciendo tarde, los amigos y los «colados» se fueron despidiendo. Y fue cuando sucedió, el aire, la cantidad de alcohol en mi cuerpo, el olor a fiesta universitaria, todo, se me vino de repente, no me preocupaba mucho, después de todo podía sólo subir a mi cuarto a descansar.

No quedaba ya mucha gente, el chico que me interesó en la fiesta, se había ido hace más de una hora sin siquiera haber entablado una conversación que llevara a alguna amistad. Una fiesta más sin gran novedad, pero de repente me comencé a sentir mal, muy mal, realmente terrible.

Todo me comenzó a dar vueltas y tuve que salir corriendo al baño. Ya no quise salir, quería vomitar y sentía sueño, muchísimo sueño, sólo quería que me dejaran allí y se terminaran de ir los invitados que faltaban. Recuerdo haber tenido el pie en la puerta para no dejar que entrara nadie.

Más tarde desperté, ¿cuánto tiempo había pasado? tal vez sólo algunos minutos, o, ¿acaso una hora? no lo sé. Me encontraba desnuda en uno de los cuartos de la casa, pero no era el mío, era el de una de mis compañeras.

Estaba la puerta entreabierta, recuerdo que vi pasar a mi «mejor amiga», recuerdo que se asomó y me vió, recuerdo bien la pena y vergüenza que sentí que me viera así, yo sólo giré la cabeza hacía el otro lado, todavía me sentía mal, recuerdo también que no hizo nada…

En eso, aquel que estaba sobre mí desnudo se levantó y cerró la puerta. No supe hacer nada, aún no me daba cuenta que era lo que estaba pasando, sólo me quedé pasmada, inmóvil. Regresó y volvió a subirse a seguir haciendo lo suyo, como si yo no importara en absoluto, era aquel estudiante de ingeniería mecánica, había regresado sólo para encontrarme perdida y vulnerable.

Fui recuperando la conciencia, pero no puede hacer ya nada, hubiera querido gritar, arañar, golpear, quitarme, pero me fue imposible; la fuerza de un hombre jamás se podrá comprar a la de una mujer. En ese momento no lo supe o no lo acepté, pero de una cosa estoy segura: yo no consentí esa situación, y que si hubiera estado consciente no la hubiese consentido, no así, no en ese momento.

…esa fue mi primera vez, ¿cómo contarla a alguien más? ¿cómo contársela a cualquiera? ¿cómo decírtela a ti? Cuando cuestioné a mi amiga sobre ¿por qué no hizo nada? ¿por qué no lo detuvo? sólo me dijo: «pensé que tu también querías…»

¿Cómo querer despertar así? ¿cómo querer que alguien se aproveché de tu estado? ¿cómo querer ser violada? ¿cómo querer darte cuenta que alguien está sobre ti desnudo, teniendo sexo a su antojo? ¿cómo querer darte cuenta que alguien quitó tus ropas sin tu consentimiento? ¿cómo pensar siquiera que aquella vez que para toda persona debiera ser tierna, delicada, afectiva y llena de sentimientos, fuera así? Eran demasiadas preguntas, y no, yo definitivamente no hubiera querido.

Pero, ¿tuve la culpa? Tal vez sí, por no haber controlado mi forma de beber, por pensar que alguien más me iba a cuidar si me pasaba algo, por creer que nunca me iba a pasar nada malo, por creer que en mi casa estaba a salvo. Al final del día la realidad estaba ahí, pesándome como una enorme piedra, sólo era una mujer más de la que un hombre se había aprovechado. Fueran cuales fueran las circunstancias, no era si había dicho que sí o no, vamos, ni siquiera había preguntado.

Nunca lo entenderás, como hombre no es igual para ti, si estás tomado te podrán golpear, patear, robar o dejar ahí abandonado a tu suerte, pero rara vez una mujer abusaría de ti. ¡Yo estaba en mi propia casa! Aquella persona pudo sólo haberme recostado en un sillón, pero no..

Tampoco puedo echarle la culpa a mi amiga, ¡cómo querer que me cuidara alguien que no sabía cuidarse a sí misma! Pero lo acepto, si le guardo rencor.

No sé porque removí este recuerdo, bueno, en realidad si lo sé, pero no tiene importancia, a veces no es tanto lo que detona nuestros pensamientos, sino el pensamiento en sí, de cualquier modo es algo que no hubiera querido recordar, perdona por no habértelo contado antes, no es algo de lo que me sienta agusto conmigo misma y mucho menos orgullosa, no tanto por lo que pensarías de mí, o si eso cambiaría tu percepción , simplemente ni siquiera yo sabía que aún estaba ahí, arrinconado en algún lugar de mi mente, esperando ese día que por fin aceptara y entendiera que había pasado.

¿Qué si volví a ver a ese chico? ¿eso importa? Sí, claro que nos volvimos a cruzar, de hecho varias veces, pero sólo para ser ignorada sin siquiera dirigir una mirada hacia donde estaba yo.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS