Yaretzy Rosales Camacho. 404

En lo desolado, oscuro y tenebroso cuarto me encontraba yo; llorando y recordando lo que había ocurrido, pues, no supe como sobrellevarlo, mi pobre cerebro no lograba aceptarlo, había perdido lo único que me hacía sentir bien, me hacía sentir viva y tranquila; a él.

Hace unos meses, me encontraba en un parque, acompañando a una amiga en sus loqueras. Llegaron dos conocidos de ella, uno de ellos era él; no le presté mucha atención puesto que no lo conocía y lucía tímido, así que me alejé para dejar a mi amiga con ellos y para no incomodar, me senté en una banqueta que estaba a unos cuantos pasos; de pronto, él se aleja de ellos para hacer exactamente lo mismo que yo, mi amiga y el otro chico, nos dicen y bromean con que entre nosotros nos hagamos platica, ambos nos miramos y nos reímos; decidí tomar la iniciativa de preguntarle su nombre para lograr tener tema de conversación. Durante unos minutos estuvimos platicando sobre ¿Quiénes éramos?, si estudiábamos, ¿Qué hacíamos ahí, en ese parque?, etc., típicas preguntas para conocer a alguien.

Pasarón los minutos y recibí una llamada, era mi madre preocupada, pues mi hermano no había cumplido con su deberes escolares, me pidió evidencias de lo que tenía hecho, le dije que sí que en momento se lo mandaba, trate de sonar lo más tranquila posible ante ella aunque tenía muchas emociones encontradas, en especial, estaba enojada, ya que me había escapado de casa para acompañar a mi amiga así que me comenzaron a entrar muchos nervios, mi amiga y los chicos me preguntaron lo que sucedía, les comente el problema y le dije a él que si podía acompañarme a mi casa, no se porque lo hice, no debía haberle dicho a un tipo que apenas conocía que me acompañara a mi casa pero hubo algo me que hizo hacerlo; él, notando lo alterada que estaba me dijo que si sin ningún problema.

Durante el camino a la casa, le dije que le agradecía mucho que me estuviera acompañando a mi casa, que me disculpara por habérselo pedido pero que no supe que hacer, el risueño y tranquilo me dijo que no me preocupara, que no pasaba nada y yo ante ello solo pude seguir agradeciéndole avergonzada, por alguna cosa rara, mi inconsciente comenzó a decir y hacer muchas tonterías graciosas enfrente de él, no me sentía bicho raro con él, claro, después de analizar y recordar me da mucha pena las cosas que hice ante él pero fue una forma como para lograr sobrellevar ese momento de enojo y tipo ¨agradecimiento¨ por no negarse a acompañarme.

Llegamos a mi casa y le dije en forma educada que, si quería pasar a sentarse un rato en lo que yo le mandaba las cosas a mi mamá, el dijo que no, que me esperaría afuera, no le insistí mucho sobre que entrara así que me dispuse a ofrecerle un vaso de agua el cual tampoco quiso así que yo en forma de juego le hice un reproche haciéndolo reír.

Ingrese a mi casa lista para reclamarle a mi hermano por no haber seguido bien las indicaciones, pero logre calmarme y no le dije nada; hice lo que tenía que hacer y salí de nuevo con él, diciéndole que ya todo estaba listo, que ya podíamos irnos, él asintió con la cabeza y nos fuimos.

Durante el camino, de regreso al parque, seguimos platicando acerca de mi hermano y esas cosas, bromeábamos y nos reíamos de mis desgracias, fue divertido y lindo; recordar ese momento me pone nostálgica, fue una gran y linda coincidencia que amo.

Pasarón los días y todo marchaba como antes de conocerlo, pero, sabía que nada era igual a antes, siempre que me decía mi amiga que fuéramos al parque yo entusiasmada decía que sí, sin importar el riesgo que tuviera con mi mamá o algo por el estilo; el poder verlo y hablar con él por unos cuantos minutos era fantástico y muy pero muy emocionante.

Un día, como de costumbre, mi amiga y yo fuimos al parque, claramente yo quería estar un rato con él, y así fue, vimos a ambos chicos, los saludamos y nos separamos como siempre; empezamos a platicar, a bromear y a seguir contando nuestras desgracias (era muy genial estar así), en una de esas, se me ocurrió pedirle su número o algún medio para poder comunicarnos, él, sin ningún problema me lo pasó, disimule la tanta emoción que me genero el obtenerlo, creí que no lo iba a hacer, puesto que yo soy muy tímida y suele darme muchos nervios cosas así, cosas que suelen ser muy insignificante para algunas personas pero para mi no lo es, son unos logros grandes y más si era sobre él.

Volvieron a pasar los días, no lo volví a ver, ni tampoco hablé con él por el celular, nada, no sabía nada de él; no fue hasta ¨año nuevo¨ que tuve una incertidumbre por mandarle mensaje para saber si estaba bien, para saber ¿qué tal iba su velada?, lo pensé mucho pero finalmente le mandé el mensaje: ¨Hola¨.

Me dieron muchos nervios el mandarle ese mensaje, no sabía si me lo iba a contestar o si me confundiría, no lo sé, pero la mucha o poca probabilidad que tenía sobre el poder hablar con él me motivo a estar tranquila y entusiasmada, esperé a que lo respondiera.

Pasarón algunos minutos y por fin contesto, me respondió lo mismo: ¨Hola¨; feliz esperé y pensé el ¿qué podía responderle?, andaba sorprendida y nerviosa así que le dije: ¨ ¿Cómo estás? ¨, su repuesta fue un: ¨Bien, gracias. Por cierto, ¿Quién eres? ¨ no me puse mal ni nada, era lógico lo que preguntaba, le respondí quien era y se acordó, platicamos todo ese rato antes de que las manecillas del reloj marcaran y definieran un año nuevo.

Logré tener comunicación con él todo el primer, segundo, tercer, cuarto mes del nuevo año, así también como cada día, semana, mes después de esos.

Todo marchaba estupendo y cada día él me llamaba más la atención, me fascinaba lo lindo que él era conmigo; así, poco a poco, me desenvolvía con él, sin sentir alguna pena, vergüenza o alguna sensación mala; era todo lo contrario, me sentía yo misma, segura, fue tan espontáneo, tan hermoso que deseaba con todo el corazón que jamás terminara, solo deseaba hacerle feliz y cuidarlo, pero, el destino o la suerte, que se yo, nos aguardaba otro final.

Era un día hermoso (bueno, así eran ya todos los días desde que hablaba con él, desde coincidimos en todas las cosas, o bueno, desde que estamos juntos), era un sueño hecho realidad, parecía de película, si, lo siento, tal vez esto es demasiado cursi pero así era mi personalidad con él, todo lo que yo decía ser, con él, no funcionaba, él, sacaba mi lado romántico y distinto, el cual creí que ya no existía.

Repitiendo lo que dije, era un día hermoso, tenía un clima perfecto, las personas parecían haber desaparecido, solo éramos él y yo, viviendo nuestro momento y logrando nuestras metas.

Saldríamos de paseo, iríamos a una cabañita, se encontraba en aquellos inicios del bosque, era el paisaje y aventura perfecta, pues, cerca de la cabaña se encontraba un río, había seguridad, no teníamos nada que temer así que nos dispusimos a meter nuestras mochilas, utensilios, cosas para distraernos, comida, etc., en el carro . . . ¡Uff!, nuestros planes en aquella cabañita lo eran todo, llevábamos tiempo planeándolo, sabíamos que sería especial.

Ya estaba casi todo listo para salir, solo nos faltaba cerrar bien las ventanas, puertas y cualquier entrada de nuestra casa que permitiera el ingreso a desconocidos. Nos subimos al carro, pusimos música y en cada momento que podíamos hacíamos nuestras tonterías, el viaje iba perfecto; nos detuvimos en un supermercado para comprar chucherías para el camino y también aprovechamos para compararnos ropa y darnos uno que otro lujo.

Estábamos a nada de salir de la ciudad y comenzar a entrar a la carretera, se oscurecía, eran las 6:30 de la tarde, él, preocupado porque yo ya estaba cansada me dijo que cambiáramos de turno, que él manejaría, yo le dije que sí, que solo por un rato, él asintió; cambiamos de lugar y comenzó a manejar, lucía muy bien haciéndolo, yo, exhausta, cerré los ojos por unos minutos, sin saber que ese sería mi mayor error.

Logré despertar dos horas después, digo, no fue mucho tiempo, pero al despertar me encontraba de cabeza, no entendía nada, lo único que entendía o lo que lograba razonar mi corazón y mi cerebro era saber ¿Dónde estaba él?, desesperada miraba por todos lados, tratando de ver algo en la oscuridad, gritaba su nombre y no tenía respuesta, supuse lo peor; logré alcanzar mi mochila en donde se encontraba mi celular, marqué el numero de emergencia, dije que habíamos tenido un accidente, la señorita que me atendió me pidió que no le colgará, lamentablemente la señal iba y venía, la puse en altavoz para poder desamarrar mi cinturón y salir a buscarlo, no lograba zafarlo, me empecé a desesperar, un ataque de pánico se hizo presente. Después de un rato, la señorita de la línea de emergencia me trataba de calmar, diciendo que los paramédicos estaban cerca, si me tranquilizaba, pero quería verlo, saber como estaba, si estaba lastimado o algo, no sabía nada y eso me aterraba.

Yo estaba mal, tenía atravesado un vidrio en el lado izquierdo del vientre, el moverme mucho me lastimaba y causaba que me desangrara, pero no me importaba, solo quería verlo una última vez, porque así lo sentía, sería la última vez que podría verlo, abrazarlo y si era posible besarlo, solo una última vez. Seguí tratando de zafarme, pero fue en vano, ya estaba exhausta de intentarlo, lentamente mis ojos se iban cerrando, pero daba mi mayor esfuerzo por mantenerlos abiertos, no logré hacerlo, mis ojos se cerraban y al fondo se escuchaban las sirenas, se escuchaban carros de ayuda, me calmé aún más cuando logré escuchar su voz y vi su figura por las luces de los carros de ayuda, él, haciendo su mayor esfuerzo, venía corriendo hacía mí. Antes de perder totalmente el conocimiento alcancé a sentir sus manos, brazos, aroma, aliento y su voz, yo con una larga sonrisa en la cara me despedí de él y cerré por fin mis ojos.

No supe que pasó después solo recuerdo el haberlo visto llorando ante mi cuerpo, los paramédicos habían logrado zafarme del cinturón, pero ya era tarde, me había ido, dejando al hombre más genial y maravilloso del mundo solo.

Me sentí fatal por aquella escena, pero también me sentía bien porque el se encontraba ¨bien¨, se había salvado, él podría seguir con su vida, cumpliría sus sueños y metas y es ahí donde no supe como llegue al desolado, oscuro y tenebroso cuarto donde me encontraba; llorando y recordando lo que había ocurrido, pues, no supe como sobrellevarlo, mi pobre cerebro no lograba aceptarlo, había perdido lo único que me hacía sentir bien, me hacía sentir viva y tranquila; a él.

Sé que se culpaba, pero trataba de darle señales o alguna cosa que le dijera que no era así. Lograré acompañarlo en cada momento de su vida, veré como logra todo lo que se propone, estoy orgullosa de él y el lo sabía.

Me lamentaba el no poder haberme quedado con él y seguir cumpliendo nuestras metas juntos, pero mientras él estuviera bien yo igual lo estaría y sé que algún día nos encontraremos de nuevo yendo a aquella cabañita a la cual nunca pudimos llegar.

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