​Triste verdad​

​Triste verdad​

Ezequiel Sacco

22/05/2018

El familiar es el peor perdedor en la vida de un escritor fracasado, no hay quien pierda más cariño, ni más horas, ni que tenga más dolores que alguien que comparte tiempo con un ser tan desordenado, desalineado, incapaz de dar palabras de aliento, de ser paciente, o de tener algo de humildad, pues el, no se considera un fracaso. La conclusión llego a mí en las horas de desvelo, una ventana pequeña de las cuales las medidas son algo que no puedo tener en cuenta, es el único lugar que encuentro para meter la cabeza y fumar un cigarrillo, soy un vicioso que ni siquiera le dedica el trabajo de caminar dieciséis pasos para estar afuera, lo hace a escondidas, y con la cabeza apretada. Mucho tiempo de mi vida me vi haciendo eso, mirando el pasto y tratando de conservar las palabras en mi cabeza hasta llegar al teclado, el cual espera ansioso, pero cuando llego la idea ya quedo colgada en el olvido , sostenida de absolutamente nada. Incapaz de saber dar el amor que se le otorga, el escritor fracasado vuela entre sombras queriendo interceptar la sensación de alivio que una inspiración lo pueda anestesiar, aunque sea, inútilmente, por el correr de los minutos que le queden despierto durante esa noche, para levantarse mañana y darse cuenta de que en efecto el texto, es una porquería. Los abrazos que no le di a mi padre las noches que cansado se levantaba y me veía tecleando palabras imbéciles, el tiempo que he gastado buscando regalar un cariño impreso cuando en realidad era el modo al que ninguno le resulta importante, los golpes en el sillón que ya tiene un bollo al creerme un total imbécil soñando por un sueño roto, mientras todos, absolutamente todos, estaban haciendo otra cosa mejor. Me vi, cabizbajo, por un cuadrado no más grande que mi cabeza, metiendo una mano que me roza la pera para meter en mi cuerpo ese humo sanador que he leído mata, que en efecto lo hace de a poco conmigo, aunque me haga el que no pasa nada. El viento me dio en la cara, mire un poco más allá del cielo, como si viajara a través del tiempo por sobre un techo vecino, cual si fuera superman volé con destino incierto, nada fantasioso ni atractivo sucedió, nada de cuento. Solo mire a través del viento, y él me dio en la cara, una increíble sensación de alivio al martirio que es darse cuenta del fracaso insípido de unas palabras vacías, escuchando grandes artistas, buscando inspiración en hermosos cuentos contados con gracia y estilo, con puntuaciones y correcciones perfectas, con estilos distintos, y ritmos, octosílabos , perfecciones de los grandes creadores de los mejores escritos, envidiando la forma de crecer siendo ambiguos, la inestabilidad tan justa y precisa, echándome las culpas del caso por haberme drogado tanto, y quizás haber destruido mi cerebro, o el alcohol, o el poco tiempo que no dedique al colegio. Descubrí que la facultad más grande que tengo es echarme a menos, de rever tanto el camino que recorrí puedo darme cuenta de todos los errores que cometí a lo largo de el mismo, vacío insensato de conservarme tan pleno y feliz en los momentos de amargura, por las largas noches en que de a poco comprendí esta basura de que la vida es un tiempo corto, con unas desesperanzas extrañas que hacen remotas las fantasías cuando no contas con la experiencias para superarlas, una envidia totalmente fuerte por quienes tienen la sabiduría para contemplar las cosas y estamparlas perfectamente en una hoja, y por quienes pueden vivir en el sedentarismo como herramienta de un trabajo bellísimo. Hoy descubrí que importa tres carajos, estar sentado en esta silla frente al monitor brillante, que quizás más adelante hasta me deje ciego, las horas que he pasado en el desvelo me han enseñado reitero a darme cuenta de las veces que no he estado en los lugares donde estaba transcurriendo mi vida, incapacidad de coordinar conversaciones por estar atrapado en pensamientos, mi hija me mira a los ojos, y me dice dormite una siesta, cuando me ve cansado de la vida ingrata, sabiendo que le falto, ella me comprende más que nadie que me haya conocido, no sé si porque me ama, o porque en realidad se disgusta de no encontrarme tan normal como a las otras personas, aunque tengamos el contacto hermoso de entendernos mirando. Yo estoy vacío señores, como un vaso nuevo, no encuentro ni motivos, ni reales sentimientos, para regalar una poesía, ni para escribir un cuento, estoy, de hecho , haciendo algo que no debo, conservando en una página mi más profundo deseo de no soñar más por lo que comprendo es una pérdida de tiempo. Le regalo mis horas a un deseo cuando el transcurso de todo me lleva puesto, y así se me fue mi viejo, se me fue el amor, y se me van los silencios. La perfección es un divino motor que tienen pocos en estos tiempos, y deshonrar una virtud es mi error más grosero, yo no puedo complicar más mi cerebro, decorando mi ataúd con penosos criterios, de creerme un escritor, si solo soy uno más del resto, que debería enfrentar mi vida, y hacer lo que hacen todos, levantarme temprano y bajar los hombros, subir al colectivo y poner el pecho, enfrentar la adversidad de ser humano, y saber abrazar en las tristezas. Siempre desaparecido, y lejos de donde sucede la acción, nunca seré capaz de darle un vuelco a las verdaderas tempestades, ahí me vi llorando, y el viento seco mis lágrimas, solo exigen un abrazo los que esperan, solo una idea para conseguir los sueños, solo quieren verme reir en las fiestas y dormir por las noches a la espera de un día nuevo que me enseñe a respirar mejor, dejar el vicio de las historias mal contadas, de las poesías mal puntuadas con error de acentuación, y aprender de las jornadas de trabajo que te convierten en un eslabón preciado en la cadena de conservación, no hay lugar para los farsantes en las cuestiones de la razón, no hay lugar para palabras vacías en esta constelación de estrellas que ponen las palabras certeras en una hermosa oración. No soy más que nada , no soy más que un absurdo torpe que decidió desequilibrarse desde niño, soñando ser algo sin esfuerzo ni dedicación, así perdí mi vida por una sensación, y por convencerme solo de que soy algo que no soy, hoy el viento abrió mis ojos, y de ahí me saco, me empujó hacia la nostalgia, y a la fuerte convicción de que no hay nada más que esperar la muerte entre los barrotes de la desilusión, conviviendo con los demás humanos, idolatrando a los perfectos, y acompañando a los comunes como yo, construyendo nuevas formas de supervivencia, llorando a los que no están y caminando para afuera si quiero salir a fumar, dejar de soñar con fronteras que nunca voy a cruzar.

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