ESCUCHA NIÑA
Escucha, niña de los labios rojos;
mírame siempre así cuando te hable,
para que mi alma sienta la inefable
y divina caricia de tus ojos.
Mírame siempre así, que mis antojos
apagaran su sed en la indudable
fuente de luz que brinda inenarrable
vitalidad. Si muero, mis despojos
Recibirán calor de tus miradas,
y se estremecerán en las heladas
y extrañas soledades de la tumba.
Mírame siempre así, con dulce anhelo,
Porque la luz que le robaste al cielo
Me resucitara, cuando sucumba.
IDILIO
Margarita la aldeana
en su finca LA PRADERA,
a una nieta primorosa
la tenía por compañera.
Era ágil, retozona,
acuciosa y quinceañera,
encendidas las mejillas,
toda una primavera.
Enceraba por las tardes
los alígeros becerros,
y cantaba cuando oía
de los mozos los cencerros.
Corre y salta canturreando
por los prados y las lomas,
asustando a los pichones
y a las cándidas palomas.
Y llegando presurosa
de la fuente en los ribazos,
en los charcos se contempla
con sus cándidos ojazos.
Y al sentir del sol ardiente
de sus dagas el martirio,
se desnuda y lanza al agua
de su cuerpo el blanco lirio.
Como Venus de la espuma,
sale blanca, fresca y pura,
y a llegar donde la abuela
la zagala se apresura.
En el alto del Rodeo
que conoce la zagala,
un robusto campesino
a la moza le tiende el ala.
Se ha fijado – Dios del cielo-
sin pensar en nada malo,
en aquella visioncita
que es así como un regalo.
Y la sangre, poco a poco,
se le enciende tumultuosa,
y lo lleva, sin saberlo,
a los pies de aquella hermosa.
La palabra se le ahoga
en mitad de la garganta;
suda frio y tembloroso
la saliva se le atraganta.
Hace esfuerzos por decirla
que la quiere…porque toca
más los labios se le niegan
y no puede abrir la boca.
En el alto quedo lelo
viendo como se le aleja
la silueta encantadora
de la linda zagaleja.
BECQUERIANA
Yo llevo prendido
muy hondo del alma,
un grave secreto
que solo mi amada
podrá conocerlo
palabra a palabra
Si no se lo digo,
seguro me mata;
si no me lo escucha
en noche callada,
no quiero más vida
no quiero más nada.
Porque es un tormento
que aquí se recata,
que muerde y que hiere,
que duele y que sangra,
que no lo resisto..
que quiero que salga.
Pero sin testigos,
porque lo profanan,
porque es puro y casto
cual nieve cuajada,
como aquellos lirios
que da el Himalaya.
Escúchalo prenda,
prendita del alma;
es que yo te quiero
con fuerza pagana,
con sed sibarita,
que nunca se apaga.
DE DONDE VENGO
Yo vengo de una tierra de agrestes farallones,
cuyas cimeras surgen amenazando el cielo;
donde las aguas truenan y perforan el suelo
se trazan, esforzadas, sus profundos cañones.
Los cóndores andinos del viento en los plumones
ensayan con sus remos el siderico vuelo,
y los rayos sostienen con los montes un duelo
cuando las nubes cuelgan sus oscuros crespones.
Esa tierra es Antioquia, la de “las testas duras”;
las que en las galerías de las minas oscuras
con dinamita y picas los filones perforan;
Con hachas y machetes se enfrentan a las selvas
y con bayas maduras van colmando las elvas
y al Dios de las naciones de rodillas, adoran.
MI TERRUCA
Yo nací sobre un monte muy lejano
cuyos picos se lumbre se doran,
al saltar de su lecho de llamas
del gran sol la figura redonda
Como el cóndor de América libre,
que su vuelo potente remota,
yo aprendí a caminar por las cumbres
donde el cielo y la tierra se tocan.
Contemplando el abismo dantesco
donde el Aures bramando se arroja,
vi trocarse en áreas espumas
y en vapores sus límpidas olas.
Vi al monarca gentil de la selva
que a los cielos levanta la copa,
bambolearse a los golpes del hachas
y caer con su regia corona.
Yo nací sobre un monte lejano,
al estruendo del hacha sonora,
que en la selva, con música alegre,
canta el himno sagrado de Antioquia.
LA TEMPESTAD
Las nubes coronan
la audaz cordillera,
y rugen los vientos
de aciaga tormenta
.
El cárdeno rayo
la atmosfera preña,
y en tumbos gigantes
el trueno revienta.
Las fieras se ocultan,
las aves se alejan,
y al soplo del bóreas
los arboles tiemblan.
Las madres, medrosas
ajustan las puertas,
y al pie de la virgen
con sus hijos rezan.
Un soplo de miedo
recorre la tierra,
y arriba en el cielo
la parda tormenta
rugiente, rugiente,
como armas de guerra,
derramase en olas
que inundan la tierra.
Torrentes impetuosos del líquido elemento,
Desde la enhiesta cima bramando se desempeñan;
arrastran a su paso retazos de montañas,
y tallos gigantescos de milenarias ceibas.
En lava convertidos y en espumosas olas
se arrojan a los valles; y la llanura abierta,
trocada en anchos mares donde los troncos flotan,
recibe de la altura la luz amarillenta.
Y en tanto que rugiente
La tempestad se aleja,
los encrespados ríos arrastran perezosos
al mar los descuajados tributos de la tierra.
LA MADRE MIA
“Lloras, si, lloras mucho, lloras tanto.”
Sin que una mano cariñosa y pía
seque en tus ojos el copioso llanto.
Sobre tu blanca frente, madre mía,
el eterno dolor grabo sus huellas
con mano hartera, despiadada y fría.
De la vida las luchas y querellas
más que la lima de los luengos años
han estropeado tus manitas bellas.
Sufres? Lo sé: los crueles desengaños
de tu viudez agrandan el martirio
y los hondos pesaresde tus daños.
Hoy, ya sin fuerzas, frágil como un lirio
sobre tu pecho la cabeza inclina
y sientes todo con olor a cirio.
Lentamente a la tumba te encaminas,
pena y llanto regando en tu camino,
tu hogar dejando convertido en ruinas.
Y yo, que soy girón de tu destino,
tu tristeza midiendo con espanto,
de tu amargo dolor me contamino
y lloro, lloro mucho, lloro tanto.
Eso te dije ayer, madre querida;
y hoy, cuando todo se acabó en la vida
porque faltaste tu por mis caminos,
me desangran y hieren los espinos,
y en el llanto quemante en que me aniego,
no te puedo decir sino hasta luego.
SAFICO
A mi esposa
Hay en tus ojos de fulgentes lumbres
hondos misterios que jamás alcanza
torpe mi mente a comprender ahora,
luz dorada.
Negros, y grandes como el alma tuya,
hechos de sombras y de luz mezcladas,
ellos alumbran mi mortal sendero
prenda del alma.
Cuando el dolor dentro del pecho mío
hinque, rabioso, sus felinas garras,
nunca me falten de tus ojos negros
tiernas miradas.
CUANDO LLEGASTE TU
Cuando llegaste tu a mis pobres lares,
mis blancos azahares
Y mis sangrientas rosas florecían;
pero al mirar tu rostro de azucena,
de languidez y pena
vi que mis pobres flores se morían.
No hubo otra flor que en mi jardín pudiera
parecerse siquiera
al esplendor de tu belleza pura;
fuiste mi amor, mi rosa sensitiva,
y en tanto que yo viva
recordare mi sin igual ventura.
Te me fuiste una vez, y en momento
en el plumón del viento
te alejaste de mi como una estela;
y mientras tu alma en el Empíreo goza,
mi alma triste y llorosa
sobre el sepulcro donde yaces vela.
Un marco en la pared: es tu retrato;
con el tan solo trato
del fugitivo soplo de la vida.
en donde estas mi bien, flor de mi casa?
por qué si todo pasa
tu generosa imagen no se olvida?
CUMPLEAÑOS DE MI PRIMOGENITO
Que por que, con tus ojos me interrogas,
hay tan alegres gentes hoy en casa?
que por qué tan curiosos te contemplan
y se comprende que se ti hablan?
Ah, confundido estas con los regalos
de camisas flores y corbatas
de caballos de lata y de confites…
y tantas cosas en bandejas anchas.
Con deleite infantil, con alegría,
que revelas en todas tus miradas,
con tus manos revuelcas y confundes
cuantas hay en la mesa, cosas raras.
Y me miras, ángel mío,
sin poder explicarte lo que pasa,
sin comprender que tu eres el objeto
de esta fiesta tan dulce y tan extraña.
Vive, vive en tus diarias travesuras,
sigue siendo la joya de mi casa;
no pretendas hallar aun respuesta;
permítame gozarme en tu ignorancia,
Que cuando aclare tu razón y puedas
leer los versos que mi pluma traza,
solo entonces sabrás que amigas gentes
tu cumpleaños tercero celebran.
SI VIERAS TU
Si vieras, esposa mía,
como retoza tu nieto,
y como nos tiene locos
Sin levantarse del suelo.
Es bello como una estrella
de las que Dios en el cielo
volcó de su cofre un día
como verilios de fuego.
Alfa y Beta del Centauro
parecen sus ojos bellos,
en donde fulge su almita
con celestiales destellos.
Le agrada viajar en trenes
y en automóviles recios,
como si fuera un magnate
Que no escatima los pesos.
No quiere, porque lo asustan,
con sus ladridos los perros;
es enemigo de gatos
y de ratones rastreros.
Y cuando ve tu retrato
te muestra estirando un dedo,
pronuncia tu nombre “TOÑA”
que esta con Dios en el cielo”.
Si vieras, paloma mía,
como es gracioso tu nieto,
tu viaje eterno no hicieras
a la región del misterio.
NO VENDRAN HOY PERO VENDRAN MAÑANA
Cuanto más sobre mi pasan los días,
con tanta más razón siento el vacío
en este hogar que tu dejaste frío,
sin decir que jamás regresarías.
No ves mi bien, que cuando tu vivías,
era la dicha como mansorío
en cuyas ondas iba mi navío
flotando audaz, pues tu lo dirigías?
Rodando va sobre la mar inquieta
la navecilla azul de tu poeta,
que ya no canta al pie de tu ventana.
Te espero siempre bajo el frío techo
y pienso en medio al solitario lecho;
-no vendrá hoy, pero vendrá mañana.
TRISTEZA
En esta casa que quisiste tanto,
todo ha seguido así, luctuoso y triste,
desde la noche aquella en que te fuiste
sin decirnos adiós. Silencio santo
Cayó sobre tu alcoba, y solo el llanto
y el silencio mortal- que tú no viste-
inundaron las almas y aún existe
en tu esposo y tus hijos el quebranto.
Constantemente te llevamos flores;
y en medio de la lucha por la vida,
sigues siendo el amor de mis amores.
Tu imagen generosa esta esculpida
en la sombra, en la luz y en los fulgores
de tu estrella que arriba esta encendida.
ESTADOS DEL ALMA QUE SE LE OLVIDARON
A PORFIRIO BARBA JACOB
Hay días en que somos tan necios y tan necios
que nadie nos tolera siquiera por caridad;
si hablamos, a las gentes tan solo les parece
que son nuestros vocablos aguda necedad.
Hay días en que estamos tan tristes y tan tristes
que todo cuanto existe son frutos de dolor;
la voz de las campanas, el canto de las aves,
el oro, hasta la gloria, la dicha y el amor.
Hay días en que somos tan castos y tan castos,
que apretujamos, crueles, el pobre corazón;
los ojos de las bellas, los labios de las Venus,
apenas nos conmueven la túrbida razón.
Y hay días en que somos tan niños y tan niños
que en un columpio frágil mecemos las vejez;
soñamos con espantos y gnomos y castillos
y un perro que nos ladre nos baje la altivez.
Y hay días en que somos incrédulos, paganos,
y hacemos caso omiso de lo que manda Dios;
matamos al amigo, matamos al hermano,
y vamos a la guerra de la injusticia en pos.
Poeta: hermanos somos; hermanos en la vida;
pisamos sobre espinas y alfombras de tisú;
y mientras yo me escondo tras horizonte oscuro,
te envuelves en las sombras de las tristezas tú..
A LA MUJER TOLIMENSE
Cuando el Señor en sus bondades quiso
plasmar tus formas vírgenes y hermosas,
en el jardín copio del Paraíso
pétalos de jazmines y de rosas.
Tomo el pincel con que sus cuadros pinta;
unió mil noches a otras mil auroras;
mojolo en esta indefinible tinta
y formo tus pupilas tentadoras.
Envío su arcángel a la enhiesta cima
con orden de posar su planta leve
sobre el viejo coloso el Tolima,
donde cuajan carámbanos de nieve.
Y con estos retazos de diamante,
con las flores del drago y cochinillas,
el Artista divino, en un instante
modelo el rosicler de tus mejillas.
Saco del sol relámpagos de fuego;
y diluyendo con pinceles sabios
materiales divinos trazo luego
el zig-zag luminoso de tus labios.
En los valles que baña el Magdalena
saco fibras de palma cimbradora,
Y al ver surgir tu cuerpo de agarena
sonrío el Señor y apareció la aurora.
Y entonces Dios, en su infinita calma,
al mirar que tus formas eran bellas,
soplo en tu frente, se animó tu alma
y temblaron de envidia las estrellas.
TRIPTICO SAGRADO
LA ORACION DEL HUERTO
La tarde estaba triste. Los últimos celajes
Del sol se difundieron en rojas luminarias,
Dorando de Oliveti los místicos follajes,
En tanto el Nazareno decía sus plegarias.
Olivos centenarios doblaron los ramajes
Al ímpetu del viento, que en notas funerarias
Condujo en sus plumones dolientes oleajes
De quejas, que invadieron las pampas solitarias.
Jesús, sudando sangre, con intima tristeza
Pidió al Omnipotente le diera fortaleza;
Y entonces, en un instante, bajo el azul sereno.
Mostrose descendiendo la cándida figura
De un ángel, que, trayendo la copa de dulzura,
La dio, puesto de hinojos, al rubio Nazareno
Dolientemente triste, por la escabrosa vía
que lleva del Calvario a la empinada cumbre,
Jesús marcha encorvado bajo la pesadumbre,
de su madero Santo por entre turba impía.
De pronto, Berenice, que en su estupor veía
el rostro ensangrentado de La DIVINA LUMBRE,
desciende presurosa y de la muchedumbre
acalla con su llanto la estulta gritería.
Despliega entre sus manos el perfume pomo
del lienzo con que enjuga la faz del ECCEHOMO.
Después, el judaísmo que de Jesús en pos
seguía lentamente la senda ensangrentada,
mirosobre aquel lienzo, como a pincel grabada,
la imagen milagrosa del Reo…..que era Dios.
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