POEMAS VICTOR A BEDOYA

ESCUCHA NIÑA

Escucha, niña de los labios rojos;

mírame siempre así cuando te hable,

para que mi alma sienta la inefable

y divina caricia de tus ojos.

Mírame siempre así, que mis antojos

apagaran su sed en la indudable

fuente de luz que brinda inenarrable

vitalidad. Si muero, mis despojos

Recibirán calor de tus miradas,

y se estremecerán en las heladas

y extrañas soledades de la tumba.

Mírame siempre así, con dulce anhelo,

Porque la luz que le robaste al cielo

Me resucitara, cuando sucumba.

IDILIO

Margarita la aldeana

en su finca LA PRADERA,

a una nieta primorosa

la tenía por compañera.

Era ágil, retozona,

acuciosa y quinceañera,

encendidas las mejillas,

toda una primavera.

Enceraba por las tardes

los alígeros becerros,

y cantaba cuando oía

de los mozos los cencerros.

Corre y salta canturreando

por los prados y las lomas,

asustando a los pichones

y a las cándidas palomas.

Y llegando presurosa

de la fuente en los ribazos,

en los charcos se contempla

con sus cándidos ojazos.

Y al sentir del sol ardiente

de sus dagas el martirio,

se desnuda y lanza al agua

de su cuerpo el blanco lirio.

Como Venus de la espuma,

sale blanca, fresca y pura,

y a llegar donde la abuela

la zagala se apresura.

En el alto del Rodeo

que conoce la zagala,

un robusto campesino

a la moza le tiende el ala.

Se ha fijado – Dios del cielo-

sin pensar en nada malo,

en aquella visioncita

que es así como un regalo.

Y la sangre, poco a poco,

se le enciende tumultuosa,

y lo lleva, sin saberlo,

a los pies de aquella hermosa.

La palabra se le ahoga

en mitad de la garganta;

suda frio y tembloroso

la saliva se le atraganta.

Hace esfuerzos por decirla

que la quiere…porque toca

más los labios se le niegan

y no puede abrir la boca.

En el alto quedo lelo

viendo como se le aleja

la silueta encantadora

de la linda zagaleja.

BECQUERIANA

Yo llevo prendido

muy hondo del alma,

un grave secreto

que solo mi amada

podrá conocerlo

palabra a palabra

Si no se lo digo,

seguro me mata;

si no me lo escucha

en noche callada,

no quiero más vida

no quiero más nada.

Porque es un tormento

que aquí se recata,

que muerde y que hiere,

que duele y que sangra,

que no lo resisto..

que quiero que salga.

Pero sin testigos,

porque lo profanan,

porque es puro y casto

cual nieve cuajada,

como aquellos lirios

que da el Himalaya.

Escúchalo prenda,

prendita del alma;

es que yo te quiero

con fuerza pagana,

con sed sibarita,

que nunca se apaga.

DE DONDE VENGO

Yo vengo de una tierra de agrestes farallones,

cuyas cimeras surgen amenazando el cielo;

donde las aguas truenan y perforan el suelo

se trazan, esforzadas, sus profundos cañones.

Los cóndores andinos del viento en los plumones

ensayan con sus remos el siderico vuelo,

y los rayos sostienen con los montes un duelo

cuando las nubes cuelgan sus oscuros crespones.

Esa tierra es Antioquia, la de “las testas duras”;

las que en las galerías de las minas oscuras

con dinamita y picas los filones perforan;

Con hachas y machetes se enfrentan a las selvas

y con bayas maduras van colmando las elvas

y al Dios de las naciones de rodillas, adoran.

MI TERRUCA

Yo nací sobre un monte muy lejano

cuyos picos se lumbre se doran,

al saltar de su lecho de llamas

del gran sol la figura redonda

Como el cóndor de América libre,

que su vuelo potente remota,

yo aprendí a caminar por las cumbres

donde el cielo y la tierra se tocan.

Contemplando el abismo dantesco

donde el Aures bramando se arroja,

vi trocarse en áreas espumas

y en vapores sus límpidas olas.

Vi al monarca gentil de la selva

que a los cielos levanta la copa,

bambolearse a los golpes del hachas

y caer con su regia corona.

Yo nací sobre un monte lejano,

al estruendo del hacha sonora,

que en la selva, con música alegre,

canta el himno sagrado de Antioquia.

LA TEMPESTAD

Las nubes coronan

la audaz cordillera,

y rugen los vientos

de aciaga tormenta

.

El cárdeno rayo

la atmosfera preña,

y en tumbos gigantes

el trueno revienta.

Las fieras se ocultan,

las aves se alejan,

y al soplo del bóreas

los arboles tiemblan.

Las madres, medrosas

ajustan las puertas,

y al pie de la virgen

con sus hijos rezan.

Un soplo de miedo

recorre la tierra,

y arriba en el cielo

la parda tormenta

rugiente, rugiente,

como armas de guerra,

derramase en olas

que inundan la tierra.

Torrentes impetuosos del líquido elemento,

Desde la enhiesta cima bramando se desempeñan;

arrastran a su paso retazos de montañas,

y tallos gigantescos de milenarias ceibas.

En lava convertidos y en espumosas olas

se arrojan a los valles; y la llanura abierta,

trocada en anchos mares donde los troncos flotan,

recibe de la altura la luz amarillenta.

Y en tanto que rugiente

La tempestad se aleja,

los encrespados ríos arrastran perezosos

al mar los descuajados tributos de la tierra.

LA MADRE MIA

“Lloras, si, lloras mucho, lloras tanto.”

Sin que una mano cariñosa y pía

seque en tus ojos el copioso llanto.

Sobre tu blanca frente, madre mía,

el eterno dolor grabo sus huellas

con mano hartera, despiadada y fría.

De la vida las luchas y querellas

más que la lima de los luengos años

han estropeado tus manitas bellas.

Sufres? Lo sé: los crueles desengaños

de tu viudez agrandan el martirio

y los hondos pesaresde tus daños.

Hoy, ya sin fuerzas, frágil como un lirio

sobre tu pecho la cabeza inclina

y sientes todo con olor a cirio.

Lentamente a la tumba te encaminas,

pena y llanto regando en tu camino,

tu hogar dejando convertido en ruinas.

Y yo, que soy girón de tu destino,

tu tristeza midiendo con espanto,

de tu amargo dolor me contamino

y lloro, lloro mucho, lloro tanto.

Eso te dije ayer, madre querida;

y hoy, cuando todo se acabó en la vida

porque faltaste tu por mis caminos,

me desangran y hieren los espinos,

y en el llanto quemante en que me aniego,

no te puedo decir sino hasta luego.

SAFICO

A mi esposa

Hay en tus ojos de fulgentes lumbres

hondos misterios que jamás alcanza

torpe mi mente a comprender ahora,

luz dorada.

Negros, y grandes como el alma tuya,

hechos de sombras y de luz mezcladas,

ellos alumbran mi mortal sendero

prenda del alma.

Cuando el dolor dentro del pecho mío

hinque, rabioso, sus felinas garras,

nunca me falten de tus ojos negros

tiernas miradas.

CUANDO LLEGASTE TU

Cuando llegaste tu a mis pobres lares,

mis blancos azahares

Y mis sangrientas rosas florecían;

pero al mirar tu rostro de azucena,

de languidez y pena

vi que mis pobres flores se morían.

No hubo otra flor que en mi jardín pudiera

parecerse siquiera

al esplendor de tu belleza pura;

fuiste mi amor, mi rosa sensitiva,

y en tanto que yo viva

recordare mi sin igual ventura.

Te me fuiste una vez, y en momento

en el plumón del viento

te alejaste de mi como una estela;

y mientras tu alma en el Empíreo goza,

mi alma triste y llorosa

sobre el sepulcro donde yaces vela.

Un marco en la pared: es tu retrato;

con el tan solo trato

del fugitivo soplo de la vida.

en donde estas mi bien, flor de mi casa?

por qué si todo pasa

tu generosa imagen no se olvida?

CUMPLEAÑOS DE MI PRIMOGENITO

Que por que, con tus ojos me interrogas,

hay tan alegres gentes hoy en casa?

que por qué tan curiosos te contemplan

y se comprende que se ti hablan?

Ah, confundido estas con los regalos

de camisas flores y corbatas

de caballos de lata y de confites…

y tantas cosas en bandejas anchas.

Con deleite infantil, con alegría,

que revelas en todas tus miradas,

con tus manos revuelcas y confundes

cuantas hay en la mesa, cosas raras.

Y me miras, ángel mío,

sin poder explicarte lo que pasa,

sin comprender que tu eres el objeto

de esta fiesta tan dulce y tan extraña.

Vive, vive en tus diarias travesuras,

sigue siendo la joya de mi casa;

no pretendas hallar aun respuesta;

permítame gozarme en tu ignorancia,

Que cuando aclare tu razón y puedas

leer los versos que mi pluma traza,

solo entonces sabrás que amigas gentes

tu cumpleaños tercero celebran.

SI VIERAS TU

Si vieras, esposa mía,

como retoza tu nieto,

y como nos tiene locos

Sin levantarse del suelo.

Es bello como una estrella

de las que Dios en el cielo

volcó de su cofre un día

como verilios de fuego.

Alfa y Beta del Centauro

parecen sus ojos bellos,

en donde fulge su almita

con celestiales destellos.

Le agrada viajar en trenes

y en automóviles recios,

como si fuera un magnate

Que no escatima los pesos.

No quiere, porque lo asustan,

con sus ladridos los perros;

es enemigo de gatos

y de ratones rastreros.

Y cuando ve tu retrato

te muestra estirando un dedo,

pronuncia tu nombre “TOÑA”

que esta con Dios en el cielo”.

Si vieras, paloma mía,

como es gracioso tu nieto,

tu viaje eterno no hicieras

a la región del misterio.

NO VENDRAN HOY PERO VENDRAN MAÑANA

Cuanto más sobre mi pasan los días,

con tanta más razón siento el vacío

en este hogar que tu dejaste frío,

sin decir que jamás regresarías.

No ves mi bien, que cuando tu vivías,

era la dicha como mansorío

en cuyas ondas iba mi navío

flotando audaz, pues tu lo dirigías?

Rodando va sobre la mar inquieta

la navecilla azul de tu poeta,

que ya no canta al pie de tu ventana.

Te espero siempre bajo el frío techo

y pienso en medio al solitario lecho;

-no vendrá hoy, pero vendrá mañana.

TRISTEZA

En esta casa que quisiste tanto,

todo ha seguido así, luctuoso y triste,

desde la noche aquella en que te fuiste

sin decirnos adiós. Silencio santo

Cayó sobre tu alcoba, y solo el llanto

y el silencio mortal- que tú no viste-

inundaron las almas y aún existe

en tu esposo y tus hijos el quebranto.

Constantemente te llevamos flores;

y en medio de la lucha por la vida,

sigues siendo el amor de mis amores.

Tu imagen generosa esta esculpida

en la sombra, en la luz y en los fulgores

de tu estrella que arriba esta encendida.

ESTADOS DEL ALMA QUE SE LE OLVIDARON

A PORFIRIO BARBA JACOB

Hay días en que somos tan necios y tan necios

que nadie nos tolera siquiera por caridad;

si hablamos, a las gentes tan solo les parece

que son nuestros vocablos aguda necedad.

Hay días en que estamos tan tristes y tan tristes

que todo cuanto existe son frutos de dolor;

la voz de las campanas, el canto de las aves,

el oro, hasta la gloria, la dicha y el amor.

Hay días en que somos tan castos y tan castos,

que apretujamos, crueles, el pobre corazón;

los ojos de las bellas, los labios de las Venus,

apenas nos conmueven la túrbida razón.

Y hay días en que somos tan niños y tan niños

que en un columpio frágil mecemos las vejez;

soñamos con espantos y gnomos y castillos

y un perro que nos ladre nos baje la altivez.

Y hay días en que somos incrédulos, paganos,

y hacemos caso omiso de lo que manda Dios;

matamos al amigo, matamos al hermano,

y vamos a la guerra de la injusticia en pos.

Poeta: hermanos somos; hermanos en la vida;

pisamos sobre espinas y alfombras de tisú;

y mientras yo me escondo tras horizonte oscuro,

te envuelves en las sombras de las tristezas tú..

A LA MUJER TOLIMENSE

Cuando el Señor en sus bondades quiso

plasmar tus formas vírgenes y hermosas,

en el jardín copio del Paraíso

pétalos de jazmines y de rosas.

Tomo el pincel con que sus cuadros pinta;

unió mil noches a otras mil auroras;

mojolo en esta indefinible tinta

y formo tus pupilas tentadoras.

Envío su arcángel a la enhiesta cima

con orden de posar su planta leve

sobre el viejo coloso el Tolima,

donde cuajan carámbanos de nieve.

Y con estos retazos de diamante,

con las flores del drago y cochinillas,

el Artista divino, en un instante

modelo el rosicler de tus mejillas.

Saco del sol relámpagos de fuego;

y diluyendo con pinceles sabios

materiales divinos trazo luego

el zig-zag luminoso de tus labios.

En los valles que baña el Magdalena

saco fibras de palma cimbradora,

Y al ver surgir tu cuerpo de agarena

sonrío el Señor y apareció la aurora.

Y entonces Dios, en su infinita calma,

al mirar que tus formas eran bellas,

soplo en tu frente, se animó tu alma

y temblaron de envidia las estrellas.

TRIPTICO SAGRADO

LA ORACION DEL HUERTO

La tarde estaba triste. Los últimos celajes

Del sol se difundieron en rojas luminarias,

Dorando de Oliveti los místicos follajes,

En tanto el Nazareno decía sus plegarias.

Olivos centenarios doblaron los ramajes

Al ímpetu del viento, que en notas funerarias

Condujo en sus plumones dolientes oleajes

De quejas, que invadieron las pampas solitarias.

Jesús, sudando sangre, con intima tristeza

Pidió al Omnipotente le diera fortaleza;

Y entonces, en un instante, bajo el azul sereno.

Mostrose descendiendo la cándida figura

De un ángel, que, trayendo la copa de dulzura,

La dio, puesto de hinojos, al rubio Nazareno

Dolientemente triste, por la escabrosa vía

que lleva del Calvario a la empinada cumbre,

Jesús marcha encorvado bajo la pesadumbre,

de su madero Santo por entre turba impía.

De pronto, Berenice, que en su estupor veía

el rostro ensangrentado de La DIVINA LUMBRE,

desciende presurosa y de la muchedumbre

acalla con su llanto la estulta gritería.

Despliega entre sus manos el perfume pomo

del lienzo con que enjuga la faz del ECCEHOMO.

Después, el judaísmo que de Jesús en pos

seguía lentamente la senda ensangrentada,

mirosobre aquel lienzo, como a pincel grabada,

la imagen milagrosa del Reo…..que era Dios.

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