FONT DU CLAUDE

FONT DU CLAUDE

Betty Font

16/05/2018

FONT DU CLAUDE

“Desplegarsuavemente los Sueños”

Parte Uno

A partir de abril de1861 Estados Unidos de Norteamérica experimentó la ruptura de un estilo de vida que había logrado el desarrollo de un Sur extremadamente aristocrático gracias a la esclavitud y un Norte industrialy antiesclavista .Se produce así la chispa de la Guerra de Secesión.

Solberg Creek, desde fines de agosto de 1862pequeño pueblo al sur de Richmond, enclavado en la zona montañosa y verde del condado de Virginia, comienza siendo el escenario… donde una niña-mujer de apenas trece años empieza ser la protagonista de su propia vida.

Capítulo Uno

Alexandría- Estados Unidos de Norteamérica- 20 de Diciembre-1862

La casa parecía más sombría quede lo que podría ser a plena luz del día. Con menos frío. O sin la niebla que venía desde los esteros del Rey Jorgefuera de la ciudad. Neblina o finísima llovizna que se pegaba a todo lo existente: animado o inanimado. La maloliente y grotesca figurase detuvo frente a esa casa. Dudóun instante, luego hizo sonar tres veces la aldaba. Era tardeprobablemente el propietario no estuviese o durmiera. O se negara a recibir visitas a una hora tan avanzada. La mujer no daba más. En cuerpo y alma. Había viajado más de dos días con poco más de tres o cuatro horas de sueño.

El silencio respondió a su llamado.

Golpeó nuevamente esta vez con mayor fuerza. El cielo pareció caerle encima con un terrible aguacero de esos que no se anuncian con truenos y relámpagos. “Ese” trueno y relámpagoapareció cuando la puerta se abrió:

-¡¡¡ ¿Quién se atreve a molestarme a esta hora de la noche?!!!. ¡¿Una mendiga?!¡Sacre Notre Dame!. ¿Es que ya no hay decoro en esta maldita sociedad americana?. ¡¿Se le olvidó con la guerra?!-élpropietario de aquel discurso arrugó ostensiblela nariz antes de continuar-¡Vuelva en la mañana si no quiere que la despida de un puntapié al medio de la calle!. ¡Y que sea después del mediodía!, no me levanto antes de esa hora.

La vieja mujer levantó la mirada bajadurante toda la diatriba, en realidad conteniendo una sonrisadespués del primer momento de impacto. No había cambiado. Para gran alivio de ella Él, no había cambiado:

-Sigue siendo igual de estirado como cuando le arrojé a la cara la trucha que estaba pescando. Pero claro, ¿Quién iba a imaginar que un francés me estaba dibujando mientras pescabatranquila en el arroyo de Solberg Creek?. Un fisgón es un fisgón…sea artista o no-dijo a manera de discurso depresentación el bulto.

-¿¿Qué…??-fue el grito echo pregunta.

El hombre elevó la lámparapara ver mejor a la mujer: ¡En realidad era un espanto!. ¡Sacre Notre Dame!, parecía salida delInfierno del Dante. Pero los ojos. El rostro…

-Sé que no me veo bien para que me reconozca. Debería detectar mi lengua Monsieur Rhys Durand. ¿Aún sigue pintando en ocres el esplendor verde del verano?. Es de noche así que no puedo arrojar mi sombrero rojo sobre el pasto, para que pese a verlo, siga negando que“es” verde.

-¡¡¡Sacre Notre Dame!!!. ¿Mademoiselle Claude?.

-Claude Douglas-concluyó Jessy.

-¿Pero, cómo, qué…?-sin saber el hombre qué interrogar primero.

-¿Sería demasiado pedir un fuego cálido y algo caliente para tomar?. Luego de eso vendría el: pero, cómo, qué. ¿Sí?.

-¡Oh, sí…!.Ouí. Pasa, pasa criatura. ¡Santo Diosqué mal hueles!.

El último comentario lo hizo en voz muy baja pero la vieja lo oyó. Iba a sentarse en un sillón frente al fuego cuando:

-¡No!. Ese sillón es Luis XIV-gritó Rhys.

Comenzaba a moverse hacia otro cómodo asiento, más alejado del fuego.

-¡No!. Esteee…Este es de fina seda parisina…-continuó azorado el francés.

-Monsieur Durand elija el sitio, porque en dos segundos mi mugre y yo vamos a desplomarnos. Llevo casi tres días sin dormir…

-Lo imaginé. ¿Me estoy portando como una vieja matrona, ¿verdad?.

-Así es.

-Perdona criatura. Allí frente al fuego-conun sonoro suspiro de resignación, tendría que tirar a la basura ese sillón, quedaríainutilizable-Prepararé un baño caliente mientras pongo algo a hervir para que te dé calor-dijo suspirando el hombre.

– Yo prometo, cuando esté repuesta…desinfectar el sillón.

-Bueno, bueno. No me tomes el pelo, niña. Respeta mis canas.

-¿Cuáles?-preguntó casi son voz.

-Las que están apareciendo por encima de mis orejas.

-Ahhh…

En cuanto se acomodó en el sillón…se quedódormida. Cuando Rhys bajó a avisarle que el baño estaba listo:“Dormida claro, lo que faltaba”-pensó el hombre.¿Cómo iba a llevar semejante bulto escaleras arriba?. Ladespertaría y punto, no iba a romperse un solo músculo cargándola. Pero por más que lo intentó fue en vano. Resignado fue en busca de unos guantes que pensabadesechar y un gran paño para proteger su ropa de cualquier posibleadherencia por la suciedad del vestido. Iba a cargarla sobre los sushombros cuando palpó la mayoría de lo que parecía acumulación de grasa. ¡Eran almohadas!. Calculó su peso y luego la llevó en brazos hasta la habitación de huéspedes donde el baño ya comenzaba a enfriarse.

Fue en busca de unas tijeras y cortó el repugnante vestido, sacó la cofia y todo lo ajeno a la joven. La dejó únicamente en camisa y con el cabello suelto. Rhys la observó: demasiado delgada desde la última vez que la viera, solo un abdomen apenas prominente y la piel… un desastre. ¿Pero qué habría pasado para que llegase en medio de la noche, después deaños de conocerse y con este disfraz?. Volvió a llevarla en brazos y la introdujo en la tina. Un suspiro de puro placer surgió de los labios femeninos aún dormidos.

El problema se presentó cuando la camisa se convirtió en algo insuficiente para cubrir el pudor de nadie. Al fin y al cabo Rhys Durand había visto, estudiado, dibujado, pintado y disfrutado demasiados cuerpos femeninos desnudos en sus cinco décadas y algo más de vida…pero “seguía siendo un hombre”. Ella dormía…Asíque arremangósu camisa: formó la imagen mental de estar realizando una escultura tamaño real, moldeando la arcilla, deslizando sus manos tan sólo por sentir la textura y la forma de la creación en sí. Colocó esencia de violetas en el agua y con un jabón afín comenzó a lavar ala joven. Pese a que el cuerpo era demasiado pleno en algunos aspectos, iba realizando la labor sin un solopensamiento erótico. No fuese cuestión de terminar como la historia de aquel escultor que se enamoraba locamente de su escultura…

Confirmó su hipótesis de que nada sensual se despertaba en él cuando movió el cuerpo de ella paralimpiar la espalda. “Nada sucederá entre nosotros”- así se lo juró cuando retrocedió y quedó el aliento detenido en una inspiración trunca: aquella espalda tan joven tenía una cicatriz que atravesaba su omóplato izquierdo como un ancho río, atravesando colinas bajas llenas de arroyos que desembocaban en él. Si ésta era una cicatriz física… ¿Qué cicatrices podría tener su alma?. No iba a agregar él ninguna más. De ningún tipo. Sintió consu Intuición que la joven había llegado a su vida como la escultura queél se había imaginado: moldear, curar cicatrices por fuera y por dentro en alguien muy especial. Lo intuía. Y nunca le había fallado esa capacidad. “Pobre Mon Cherìe…Nadie, nadie te lastimará mientras estés bajo mi protección. Te ayudaré, veré extender tus alas y empezar a volar tu vida”- se reprendió mentalmente. Aquella vieja veta poética de su juventud aún hacía esporádicas apariciones.Acabó con el cuerpo y se abocó al cabello, lo que más castigado tenía en el aspecto estético. Enjabonó y secó como pudo. Corrió hasta la cocina, no sin antes agregar un poco de agua para mantener caliente el baño y regresó con limones que fue exprimiendo sobre sus cabellos. La secó con enormes toallas calentadas frente al fuego del hogar. Ya depositada en la cama le colocó una camisa para dormir de él que le quedaba enorme y esparció los cabellos, ni lacios ni ondulados, rubio oscuros sobre la almohada para que el calor de la habitación los secara. Apagó la luz y dejó la habitación.

Bajó a la sala y luego de beberseel coñac de una vez, atizó el fuego pensando que la mañana llegaría pronto…Y… sabría todo de ella.

Cuando Jessica despertó lo primero en sentir fue que por primera vez en mucho tiempoestaba limpia, cómoda y en una cama. ¿Cama?… ¿Pero, donde era que…?. Ah, sí. Rhys Durand.

Poco más allá de las once de la mañana, Rhys entraba a su casa cargandoropa para la muchacha. Había tenido que sobornar a modista y vendedora de accesorios para que le dieran todo lo solicitado. ¡Esta guerra!. No sólo teñía la tierra con sangre de hermanos sino que aniquilaba lo bello y dejaba sueltos a los buitres que rondaban todos los aspectos de la contienda. No se refería únicamente a los carroñeros de los cuerpos caídos en los campos de batalla, sino los que lucraban con el evento: la Guerra de Secesión Norteamericana.

-¡Bonjour madeimoselle Claude!. Es un frío pero espléndido día-demostrando lo dicho corriendo las cortinas para que el sol demediodía llenara la habitación.

-Bonjour, Monsieur Durand-dijo apenas ella.

-Tengo esta ropa -no quiso alardear de haber comprado todo nuevo y para ella- deanteriores huéspedes. Anheloque le siente. Una vez que concluya de vestirse la espero abajo a desayunar.

¿Desayunar? Jessy se preguntó eso luego de mirar el reloj sobre la repisa… ¡Eran más de las once!. Tendría que empezar a cocinar si queríapreparar un buen almuerzo.Pero el ímpetu del apuro quedó allí al observar el vestuario: era lo más exquisito que ella había visto en la vida que “recordara”. No podía creer que realmente fuesen para ella. La anterior usuaria de esas prendashabría sido una dama de mucho dinero. Se vistió con todo excepto el corsé; ya había visto qué clase de instrumento de tortura era y además se necesitaba que alguien ayudara a colocarlo. “No, gracias”, pensó. El vestido era una creación simple pero muy bella en damasco suave color rosa viejo con adornos en terciopelo negro. Cuando se observó en el espejo de cuerpo entero no se reconoció. No sólo su imagen sino el simple hecho deverse de cuerpo entero. Pierce, el fanático religioso que la crió un tiempo apenas si tenía un espejo donde afeitarse. Y en la época del American House, eran ovalados. El American House… no pudo dejar de evocar lo que había representado aquella casa de comidas para ella. Cobijo, enfrentarse a una vida desconocida: cocinando, explorando sabores, colores, escuchando a medias las historias de vida que la gente le contaba, por el sólo hecho de trabajar allí. Luego…llegar a ser la dueña por tan breve tiempo. Volvió al momento, al espejo de cuerpo entero a preguntarse:“¿Esa soy yo? ¡Condenación!. ¡Qué maravillas operaba en una un hermoso vestido!”.

Cuando descendía por la escalera de caoba Rhys se acercó a recibirla acompañándola con una sonrisa de gato relamidohasta el comedor.

-Madeimoselle Claude, está usted encantadora. ¿Desayunamos?.

Sobre la mesa, aparte de un impecable servicio de porcelana que daba penaensuciar, había un surtido de cosas que niantes de la guerra Jessy había visto juntas. ¡Rogaba que su estómago no emitiera ruidos patéticos ante tamaños manjares para un desayuno!. Recurriendo a su máximo autocontrol, tomó zumo de naranjas, café con miel, un panecillo salado con un poco de crema y uno dulce con mermelada. ¡Era tan extraño no estar cocinando yque todo aquello no tuviera que servirlo ella!. Lo disfrutódoblemente. Élla observaba en silencio. Cuando concluyó y se quedó mirando con expresión lejana los dibujos de la taza de café:

-¿No va probar los huevos y el tocino?-preguntó el caballero.

-¿A esta hora?. En realidad no sé si estoy desayunando o almorzando, Monsieur Durand.

-Mi cocinera se enfurecerá si no prueba su famosa torta sacher.

Jessica comenzaba a levantarse:

-Dígame dónde la encuentro y le pediré disculpas. Realmente no puedo comer un bocado más, pero sé lo queesque no valoren el trabajo de uno…

-Dudo que la encuentre, madeimoselle Claude. Ella hace sus tareas cada día y parte hacia otras casas que atiende. Lo mismola persona que mantiene el orden y la limpieza. No apruebo que el servicio doméstico conviva conmigo. Viví y vivo sólo-dijo Rhys rotundo.

Ella lo miró triste entendiendo que con clase, le estaba pidiendo que se fuera:

-Entonces…lamento haberlo molestado. Ya me reti…

-No me comprende madeimoselleClaude. ¡Siéntese!-dijo firme Rhys.

-¿Por qué no usa mi apellido completo?. Es Claude Douglas. Jessica de último.

-La llamaré Jessica cuandoreemplace el Monsieur Durand por Rhys.

-Hecho, entonces.

-Volviendo al tema-retomó Rhys-Me refiero a que no hay nada más chismosamente molesto en esta vida que el servicio doméstico conviviendo con sus patrones. Soy muy celoso de lo que hago o no en mi propia casa como para que lo ventilen terceros. Si se trata de escandalizar a esta sociedadmojigata e hipócrita me encargo personalmente de hacerlo. Con mis propios actos públicos.

-Oh. Entonces…¿puedo quedarme?-preguntó asegurando ella.

-¡Por supuesto que sí!. Si no, no la hubiese invitado. Eso sídebe tener en cuenta el impacto que ello tendrá en su reputación-la previno él.

-¿Cuál?. No tengo familia, ni amigos…Ni nadie a quien pueda dañarla manera en que vivo. Me importa poco lo que pueda decir gente que no conozco ni me conoce.

-¡Três bien!. Así se habla. El día que se case…a su prometido sí le importará.

-¡No! Mientras pueda evitar atarme a cualquier hombre, lo haré. Soy demasiado independiente para ser propiedad de alguien. Y si eso cambia, será alguien que acepte lo que soy más allá de lo que digan los demás.

Rhys sintió ganas de aplaudir pero se contuvo. Algo le había faltado a ella mencionar. Algo que alguien de su edad,no más de dieciséis, diecisieteaños no dejaría de mencionar: el amor.

-¡Bon!. Entonces como primera medida iremos a lo de una peinadora para que le indique cómo recuperar ese pobre cabello. Luego, ella le mostrará cómodar vida a esa maltratada piel y…

-¡Rhys! No vine a mejorar mi pelo ni mi piel: vine a encontrar a Melanie Andrews, la niña que vivía a mi cargo en Solberg Creek-trató de explicar Jessica.

-No podrá encontrar a nadie si no se encuentra a sí misma-sentenció con sabiduría-Déjeme ayudarla a convertirla en lo que es…y luego la ayudaré a encontrara… ¿Era una niña, no?.

-Sí. Ocurrieron cosas. Tantas, y…

Jessy se levantó abruptamente y después de mucho tiempo, no pudo contener las lágrimas. La ahogaban. Rhys se acercó presuroso y la abrazó dándole consuelo de forma natural. De inmediato Jessica comenzó a debatirse:

-¡¿Pero qué pasa, Mon Cherìe?!.

-Los abrazos son malos. Vienen antes de que un hombre haga daño. Son el comienzo de…-logró articular entre el llanto y el temor que experimentaba.

-Jessý. ¡Jessý, míreme!-tomando el rostro de ella con sus grandes manos.

Así lo hizo ella: sus ojos eran de un gris peltre suave, su mirada tranquila.

-Los abrazos jamás deberían ser algo malo Mon Cher, pese a lo que pueda haber experimentado. Así como las frases de consuelo equivalen a acariciar con palabras. Los abrazos son pétalos que nos envuelven y protegen. Confíe en mí-concluyó Rhys. Amonestándose por utilizar “otra vez”su vieja vena poética.

Ella se relajó un poco sobre el amplio pecho. Dándosepermiso para tratar de disfrutaralgo que no tuvieraotras intenciones. Era una sensación agradable a la que una podía acostumbrarse si no estaba en guardia sobre algún manoseo que viniera a posteriori.

-Tiene mucho que aprender, Mon Cheríe. No soy igual a nadie, a ningún otro hombre que haya conocido. ¿Confía en mí?-dijo él elevando el mentón de la joven.

-Sí, desde el primer momento.

-Bon. Entonces subamos, así le ayudo a ponerse el corsé. Nadie es una dama si no lo usa.

-¿Cómo lo supo?.

-¿Años de experiencia?-dijo él con una sonrisa mortalmente seductora.

-Si lo hiciera, cosa que no pienso, debería ayudarme una mujer, no usted…

-Ya le dije que aquí no hay personal de servicio. ¿Quién cree que la bañó, y dejó cómodamente instalada en su cama?.

SINOPSIS

Separación, rompimiento. Secesión. Guerra de Secesión Norteamericana. Una niña de diez años vendida a un fanático religioso, sin memoria de sus primeros años de existencia decide usar el primero de los muchos disfraces que le salvarán la vida. No puede ser parte de una contienda que no siente suya, pero noquiere volver a ser esclava de nadie. Libre en el amor, libre en la amistad. Pero la vida le va arrojando pérdidas, dolor, muerte que ella esquiva con lucha constante, con un espíritu que la llevará a desear recuperar lo que otros decidieron quitarle.

¿De dónde proviene el fuego que la consume para vivir y buscar constantemente esa libertad y rebelión contra todo lo que quiera atarla, poseerla, retenerla dentro de normas sociales, experimentar lo que creía era amor …sobrevivir a extraños atentados contra su vida, misterios, hasta recuperar sus recuerdos, toda su historia perdida?. Londres y el sur de Francia la guiarán en su búsqueda. Europa toda. ¿Quién es quién en su carrusel de vida?

Por eso se arriesga más allá de lo queuna mujer podría siquiera pensar para aquellos caóticos tiempos de mediados del siglo XIX.

¿Será que “la centenaria sangre Font du Claude” clama entre la niebla de sus primeros años perdidos desde el fondo de su Alma través de su inconsciente? Pero jamás le arrancarán el orgullo y la fortaleza hasta que pueda ser aceptada tal y como es por el amor de quién menos pensó… podría llegar a amarla.

Capítulo Dos

El rostro de Jessica adquirió un tono rojo furiosoluego de oír la tranquila frase dicha por elseñor de la casa:

-¡¿Pero cómo se atrevió?! .Es usted un hombre…y…no nos conocemosy…

-“Y”, Y…Es una letra Cherìe. Soy un hombre yestoy bastante mayorcito para que me detengan los sonrojos y pudores de cualquier mujer-dijo inconmovible él.

-Oh. Entonces es porque es muy viejo que… mi cuerpo no le provoca…-intentó sugerir ella.

Los ojos de él parecieron convertirse en una hoguera de plata.

-¡Yo no soyMuy Viejo criatura!, ¡Más bien usted es demasiado niña para excitar mi masculinidad!. ¡Mon Dieu!-respondió ofendido Rhys casigritando.

-¡Está bien… no soy sorda!-respondió con igual tono Jessy.

-Entonces no insulte. Se llevaría una gran sorpresa si se enterara de las cosas que un hombre de mi madurez puede provocarle a una mujer. Tengo cincuenta y un años, madeimoselle. No un siglo-dijo Rhys con espanto.

-Bueeeno…medio siglo, entonces-se animó Jessy a la pulla con los ojos iluminados de risa.

Primera vez que veía vida en los ojos de la joven así que dejó pasar el comentario. Por el momento. Ya se tomaría una revancha por tal infamia. Desde su juventud le temió a la decrepitud que veía en algunos hombres al llegar a la vejez. Así que años de viajes, conocimiento y una mente abierta a todo lo que hiciera crecer emocional o espiritualmente, además de constante ejercicio intelectual y del físico, habían moldeado un hombre que a los cincuenta y un años provocaba la envidia de jóvenes varones en la sociedad americana o francesa. Asegurandole también constante compañía femenina.

De sus viajes por la India había incorporado rápidamente las ventajas de una correcta respiración, postura y relajación que ofrecían la quema de determinadas resinas o esencias: incienso, mirra, sándalo u otras. Ello parte de rituales milenarios para entrar al Espíritu o Alma Creativa. Había visto que en Europa, erróneamente se recurría al opio u otras drogas en el ámbito artístico para llegar a explorar esa chispa esencial.Allá ellos. El quería a su cuerpo y convertirse en adicto a esos opiáceos no era su camino. Tampoco juzgaba a los demás, lo que le daba gran tranquilidad al recibir las críticas o los juicios de la sociedad artística sobre su obra pictórica. O de la Sociedad Tradicionalista sobre lo que hacía o no con su vida.De sus innumerables viajes por occidente, incorporó de inmediato la esgrima en su más alto nivel junto con la práctica frecuente de ejercicios, que ya los romanos realizaban y recibían en Inglaterra el nombre de Atletismo. Estaba orgulloso de sí. Se le notaba en cada poro de su piel. Con la fama y el dinero obtenido de su arte y sus inversiones, era considerado pese a sus extravagancias un excelente individuo en la sociedad de Alexandría o de París.

22 de diciembre-1862

Dos días dedicados a recuperar en Jessica la esencia de su juventud. Su apariencia externa había logrado llevar el calendario correspondiente. Pero la noche anterior, sin que ellalo viera la encontró mirando la cicatriz en su espalda en el espejo de la habitación. Su corazón se estrujó de pena: podría llevar más, mucho más tiempo el que ella lograra ver esa marca en su cuerpo como un triunfo más que ocultar. A él le hubiese gustado inclusive proponer que posara para él . Pero aún no era ni el tiempo ni la oportunidad para ello. Las heridas que no se ven, las del Alma, tardan mucho más en cicatrizar. Si es que alguna vez lo hacen.

Muy temprano en la mañanacomo a las nueve, pues dormir era para Rhys un placer al que no pensaba renunciar, antes del desayuno entró a la habitación de Jessica:

-¡Bon Jour, Madeimoselle!. Hoy es un hermoso día-dijo Rhys sentándose al borde de la cama.

Jessica abriendo un solo ojo vio a través de la ventana que si no se ponía a nevar, de seguro algún copo de nieve llegaría a la ventana a golpearla enfurecido por su imposibilidad de entrar y congelarlos. Ocultó la cabeza bajo de la suave almohada.

-¿Mmmm?-alcanzó a escuchar él. Para Jessica el dormir sin tener que levantarse al alba, hacer tareas, cocinar o hacer la compra de lo necesario para ello era tan nuevo que se le ocurría un placer imposible dejar: -Rhys, estoy en ropa de cama. ¿Qué diantres se tomó para decir que es un hermoso día…No ve que va a nevar en cualquier momento?. Es mejor quedarse en cama y no tomar un resfriado.

-Quizá pueda nevar. Pero gozamos en esta casa de una excelente calidez. No pasaremos frío y ni se le ocurra hablarme sobre que está en ropa de camao sobre lo que puedo o no hacer. ¿Ouí?.

-Ouí. Digo, sí. ¿Por qué insiste en hablarme en francés?.

-Una corazonada. ¿Por qué siempre lo hace usted?.

Se miró las manos y luego lo miró. Otra vez el vacío en su mente y ese dolor de cabeza que comenzaba a palpitarle cada vez que intentaba recordar.

-No lo sé-respondió turbada. Alzó los ojos hacia el hombre como un navegante rogando encontrar un faro en medio de un océano de monstruos. Rhys la envolvió en sus brazos, en silencio. Había ahí otro tema que explorar mucho más profundo y doloroso que una cicatriz en la espalda.

-No necesita ponerse rojo fresa cada vez que la abrace; es más, siéntase en libertad de pedirlos cuando quiera. Yo hasta puedo llegar a solicitárselos por el sólo hecho del abrazo en sí. ¿Se negará a ello?.

-¡Claro que no!. Me gusta esto de los abrazos, por abrazar -no lo dijo pero le ayudaban a desarrollar algo que creía no tener: confianza. Y resolvían esa necesidad ancestral de sentir calor humano libre de cualquier tipo de sensualidad.

-Está empezando a confiar. Y eso es bueno.

Jessy quedó con la boca abierta: ¿Este hombre leía la mente?.

-¡Bon!-continuó Rhys-Aquí le traje ropa ligera que quiero que use. Antes del desayuno hay una rutina que debe dominar lo antes posible.

Cuando se acercó a la ropa, Jessy abrió desmesuradamente los ojos. Había usado disfraces toda su vida ¡¿peroEsto?!.¡Son pantalones!-casi chilló ella.

-Ouí.-Respondió paciente Rhys.

-¿No era que iba a convertirme en una dama?. Una no usa pantalones menos frente a un hombre…Eso hasta yo lo sé.

-¡Mon Dieu!. Ya deje de cacarear y póngaselos. Verá que después no querrá quitárselos. Los ejercicios que va a hacer van a ayudarla a moldear ese cuerpo tan maltratado, sólo con el tiempo y la constancia, sino no servirán de nada. Necesita para ello libertad de movimientos por eso las prendas.

-¿Ejercicios…?. ¿Qué clase de ejercicios?-interrogó Jessica en guardia.

-Apúrese y verá.

Dos horas más tarde la pobre muchacha estaba a punto de colapsar:

-Defi…niti…vamente… LoO-di-o-apenas respirando ella.

-Gracias-respondió Rhys casi sonriendo y realmente decepcionado por el fallo en su rutina-Y yo odio que eche por tierra toda mi plan de ejercicios.

-Se habrá dado perfecta cuenta que…-aún le costaba reencontrar sus pulmones-d-e-t-e-s-t-o eso que quiere que haga.

-Así es. Me percaté de ello madeimoselle. Ninguna rutina digna de las mejores universidades del mundo logrará que el atletismosea parte de su vida-sin dejar de observarla como objeto de experimentación.

-Entonces, ya que debo sufrir… ¿No podríamos cambiar esta tortura por algo que sé, me gusta hacer?.

La mirada de Rhys se iluminó con esperanza.

-Esgrima-dijo ella.

-¡Oh. Ouí!. Olvidaba que en esa aldea donde se desempeñaba entre platos y costales de harina cada día tomaba clases de esgrima dignas del mejor maestro parisien.

-¿Debo tomar ese sarcasmo en serio o puedo abofetearlo?-preguntó seria ella.

-¿Me equivoco acaso Jessy?-con seguridad, él.

-¡Sí que se equivoca!. Tuve un excelente maestro, Henry Busholds.Americano y…quisiera aprender a mejorar su técnica. Peroclaro si me he confundido esperando que tanRancio francés sepa lo esencial de un arte tan noble…-dijo combativa ella, habiendo recuperado el aliento.

-¡¿LoMínimo…Rancio francés?!-casi explota el plateado de sus ojos. Luego se dio un guantazo mental cuando notó lo fácil que lo hacía elevar furia esta criatura. Sonrió. Ella lo hacía también.

Jessica creía honestamente que esto era el comienzo de una etapa muy bella de su vida. Al fin un poco de paz, sonrisas y abrazos. Al menos en la seguridad de esta casa. Afuera…la guerra seguía. El entrechocar de los floretes frente a sus ojos a modo de llamado de Rhys la volvió al momento presente.

-Bien, madeimoselle Claude. Veamos qué es lo que sabe de este merveilleuxart… ¡Engarde!.

Luego del saludo Rhys comenzó con un ataque de segunda intensión para provocar en ella una parada y contestación. Un ligamento le sirvió como contacto continuo de los floretes para llevarla de arriba abajo buscando que fuese ella quien lo atacara. Pero…¡Oh,la la!. Ella lo frustró con un finteo moviendo sutilmente la hoja para inducirlo a ejecutar una parada. Jessica únicamente aplicaba paradas de cuarta, sexta y octava tratando de defender su hoja. Echo que sólo servía para exacerbar el ánimo de Rhys, pues confirmaba éste que ella carecía de ataque.

Cuando se cansó de evaluarla golpeó la hoja de ella con un batimiento, luego un ligamiento (llevando la hoja de una línea alta a otra baja, medio de costado, con presión continua) concluyendo un envolvimiento de círculo completo. ¡Voila!.Desarmada.

-Agradezca a Mon Dieumadeimoselle que no haya utilizado la estocada o la cortada, pues si fuera realmente atacada poupeé,quedaría sin vida en pocos segundos.

-Lo lamento Monsieur Durand. Hace siglos que no practico y Henry fue un excelente maestro…Fui yo la pésima alumna-justificando su rudimentaria educación en ese arte.

-Ohh… EseHenri debe haber intentado lo imposible para hacerla una mojigata,Cherìe. Tenemos que comenzar prácticamente de cero.

-¡ “Henry” era un excelente espadachín!-gritó Jessy.

-Ouí. Ouí… Me parece que Henri era más que un maître, ¿Mais ouí?.

Silencio absoluto de ella. Por un instante la pregunta insinuada oscureció la mirada de la muchacha.

-¿Et bon?.

-Henry, Henry Busholds. NoHenri por favor-dijo ella seca.

-Debe comprender , ya que no contesta a mi pregunta, que las otras armas de esgrima son imprácticas para usted como mujer: el sable y la espada.

Quitándose guantes y protectores continuó:

-Hay tres escuelas de esgrima: francesa (basada en el concepto de agilidad), italiana (uso de la fuerza) y española (que es la que se practica aquí), una combinación de las anteriores con un enfoque más científico en el combate. Sabrá también que el florete es un arma de punta, liviana, cuyo blanco es el torso del adversario…

-¡Por supuesto que lo sé!-apenas si lo recordaba pero prefería cocerse la boca a reconocerlo.

-Como es un arma de punta, todos los golpes o toques tienen que darse con la punta en el blanco…

-¿Y si vemos el blanco de unos huevos revueltos…o pan con mantequilla?. No creo que me pueda enseñar enUna clase todo el arte de la esgrima, ¿verdad?.

La voz de Rhys que sonaba apasionada llenando la sala de armas, especialmente construida. Lanzó una carcajada ante el comentario de Jessica. Observó el sol a través de la ventana: probablemente era ya mediodía. Había mucho trabajo por delante. Lo importante era que Rhys adoraba la esgrima y por una vez iba a tener una alumna. ¡Una mujer!. ¡Qué beautè du opportunitè!. Llegar a romper a talextremo las reglas de la época y su gente. Sociedad que por supuesto no alcanzaba para contener a Rhys Durand. ¡C´est la vie!.

Una vida que parecía recomenzar con esta petite madeimoselle que había depositado su corazón y su mente con esperanza y confianza en una educación , total y original por parte de un hombre que prácticamente, lo había vivido todo.

Capítulo Tres

3 de marzo de 1863

Pocas veces se recordaba que tan cerca del cambio de un crudo invierno hacia una llena de expectativas primavera hubiese nevado tanto, tantos días seguidos. No se podía salir ni siquiera al jardín menos a cabalgar, pasear o siquiera tomar aire ya que éste parecía compuesto de hielo al punto que respirarse hacía imposible. Había soñado con Melanie lo cual le había deparado un despertar cargado de culpa: ella estaba disfrutando de una vida que ni soñaba podía existir…Ni un solo pensamiento sobre el paradero o la seguridad de la niña había cruzado por su mente. Por eso su inconsciente tomaba la culpa y se la arrojaba con la fuerza del hielo en el sueño para agigantar el sentimiento con el encierro forzado. Se miraba en el espejo de aquella cálida habitación. Lo que veía no le gustaba: se sentía mal, egoísta y fría. Como si el afecto que sentía por la pequeñafuese una prenda quedespués de cierto uso podía desechar. ¿Por qué, maldita sea no podía dejar la comodidad de aquel hogar encendido, los abrazos de Rhys y se preocupaba de una vez por todas en comunicarse con el médico yankee al que había enviado a Melanie creyendo que iba a morir en medio de la nada?. ¿Por qué Rhys ni siquiera había preguntado sobre la pequeña o cuándo comenzaría los preprativos del encuentro?. ¿Debía seguir mintiéndose, manipulando su consciencia a gusto para amoldarse a vivir el momento, sin pasado…ni futuro, sólo el presente…?.

Nada de lo que parecía estar bien estaba bien. ¿Suponía que Minie estaba en mejores manos que en las de ella con Leander Lawderdale?¿Y si no era sí?. ¡Debía hacer algo!. Y…eseAlgo estaba frente a la chimenea de la biblioteca leyendo un libro como sien lugar de hielo afuera llovieran flores. Rhys la vio y percibió la furia que la precedía. Como él estaba tranquilo se preparó a campear el vendaval. Lo estaba esperando desde hacía unos días: deducia que el encierro forzado traería consecuencias…y aquí estaban.

-Quiero que me digas por qué nunca has preguntado por Melanie. Ni siquiera la nombras, menos sugieres buscarla o tratar de encontrarnos. ¡Nada de nada!. ¡No soportomás estar aquí!.

-Sabíamos que el mal tiempo irritaría nuestros ánimos, Mon Cherìe-explicó con calma, Rhys cosa que echóleña al beligerante genio de ella.

-¡No es el mal tiempo, maldita sea!. ¡Es la inmovilidad en lo que respecta a reencontrarme con Melanie!-casi en un grito ella.

Rhys se levantó y observándola de manera penetrante desde su altura, llegóa una brillante conclusión que equivalió a clavar el puñal en la herida:

-¡Sacre Notre Dame!. ¡Sientes culpa…y me la arrojas a mí!.

-¡¿Qué?!-abriendo los ojos sorprendida.

-¿No te gusta escuchar la verdad?. ¿Preferirías que lo diga con más tacto o suavidad? Pues, ¡no!. No me culpes a mí por tu inmovilidad…

El carácter francés del hombre también se iba incendiando. Al fin y al cabo él estaba encerrado y era algo que no le gustaba. Al menos nunca hubo alguien en la casa para perturbar ese encierro involuntario. Jessica tomó nota mental de que era la primera vez en meses que olvidaba el trato de “usted” que tenían y lo fulminó de igual manera antes de gritarle:

-¡Maldita sea, Rhys!. ¡¿Dime a quién le gusta que lo abofeteen con la verdad?! .Tú, el perfecto, impecable caballero francés, tienes tacto y diplomaciasólo para las mujeres que No viven en esta casa…

El clavó su mirada como gris daga en los ojos de ella:

-Porque te quiero y te respeto es que lo digo con crudeza. Tratas de negarlo, no enfrentar el problema. La culpa absorbe tus pensamientos de aquí y ahora en algo queYa Sucedió y no puedes cambiar. Al menos hoy con este clima. Así es más fácil evadirte de lo que estás tratando de hacer por tí y para tí: un ser humano único y especial por ello. ¡Claro!…Es más fácil echarle la culpa al pasado, así evitas cambiartepara mejorar y ser feliz. Inmovilízate y así esquivas el riesgo que implica crecer.

-¡No es verdad!-exclamó Jessy. Era tal la confusión de sentimientos en ella que creía estallar si la rozaba un aliento- ¡¿Crees que el quererme te da derecho a ser cruel en lo que dices?!.

No.¡Si todo tiene un límite!. Y Rhys sabía que estaba llegando al suyo.

-¡¿Cruel?! .Dime si me equivoco: ¿vas a culpar al energúmeno que te crió, ese Pierce, la guerra, a mí, a todos en lugar de aceptar la responsabilidad por tu comportamiento?. ¡TÚ enviaste a la niña con el médico yankee!. Y ahora te sientes culpable por no buscarla y pasarlo tan bien aquí, ¿no?¿Por qué la enviaste con él?

-Por lo poco que recuerdo al después de salir de mi fiebre…ofreció sacarnos de allí…Parecía…parecía confiable… Me inspiraba…no sé. Pero Minnie no quiso…¡Es una niña tan frágil…tan dulce!. Henry Busholds le enseñó a leer y escribir…Nunca supe por que…no hablaba-pero se detuvo en su tristeza por Melanie para recobrar la furia y arrojar-¡¡¡Si Nunca fuiste responsable de Una Vida No Tienes derecho a reprocharme Nada!!! -Jessica lo abofeteó. Nunca pensó que su mano volaría hacia el rostro de él. Pero así fue. Entre lágrimas y contra todos sus principios:-¿Ves?. Puedo aceptar perfectamente la responsabilidad por mis actos.

Rhys apretó los puños y dijo:

-Tienes cinco minutos exactos para cambiarte de ropa. Te espero en la sala de Armas: mi Honor debe ser reparado.

Lo dijo con seriedad, pero anticipando una buena pelea con floretes. Un maravilloso ejercicio para descargar las tensiones de ambos.

Sala de Armas de Monsieur Durand.

Literalmente ambos querían sangre. Rhys por primera vez había perdido los estribos . Jessica lo había abofeteado algo que iba totalmente contra de sus más firmes convicciónes. Ambos sabían que una lucha cuerpo a cuerpo liberaría la furia, el descontrol de los dos. Comodamente vestidos enfrentaron sus miradas como dos verdaderos duelistas.

-¿Y bien Rhys, qué esperas? Tú el liberal… ¿No me atacas porque soy mujer?. ¡Estoy tan furiosa que te sería difícil francés pomposo y cruel,defenderte!.

Fue lo que él necesitaba para lanzarse de lleno a la pelea. Un francés genuinamente enfurecidosólo iguala a una mujer francesa enfurecida. Lucharon. Y cuando los floretes no fueron suficientes, se empujaron, rodaron, forcejearon hasta que Jessica quedó sin fuerzas y la frustración de estar inmovilizada por el peso de él, sólo le dejó la opción de…ponerse a llorar.

-¿Es…está ,tu…honor satisfecho Rhys?-hipaba entre lágrimas.

-¡Sacre Notre Dame!-y luego agregó con ternura y… ¿excitación?. ¿Podría ser que su cuerpo altamente controlado reaccionaraA Ella?. ¡¿Ahora?!. No. Debía ser por la pelea, el contacto y el encierro. Mon Dieu después de todo seguía siendo un hombre y ella una joven mujer.- ¿Te hice daño?.

-No. Sólo a mi orgullo. Tenías razón: me siento culpable por disfrutar de tu compañía, la paz que hay aquí, la diversión…el autodescubrimiento…en lugar de estar buscando desesperadamente a Melanie. Siento…-lo miró fijo a los ojos-¿Calor…No lo sientes tú?.

-¡Maldición!-soltó Rhys mientras se levantaba como si ella fuera una peste a evitar. Maldición, maldición… ¿Podría ser que ella también estuviese excitada?. ¡No!.Se arruinaría todo. Disfrutaba demasiado de su compañía sin segundas intenciones. El tenía harta capacidad y oportunidades de satisfacer sus deseos…Pero, ¡claro!, Ella No.

-No. No siento calor. Y tú tampoco. ¡¿Está claro?!-Gritó él.

-No soy sorda, gracias. ¿Vamos a recomenzar la pelea…o vas a ayudar a levantarme? Creo que voy a tener moretones por todo el cuerpo. Eres demasiado pesado, ¿lo sabías?.

Rhys Durand a sus cincuenta y un años de vida…descubrió que aún podía ruborizarse. ¡¿Cómo no se había dado cuenta antes?! .Debía poner en marchaYa la solución a aquello.

-Lo lamento.-musitó él. Tan bajo y tan oscurasu mirada que Jessy creyó haberlo soñado.

-¿Rhys Durand se disculpa?. ¡Oh, creo que voy a desmayarme. ¡Evento histórico!.

Rhys no pudo contener susonrisa de comisura derecha de sus labios. Hacia arriba

-Más respeto por favor. Hay algo que vamos a hacer hoy, esta noche misma. Y es urgente. Ya no puede evitarse. Además, yo también necesito….airearme.

-¿Puedes traducir a lenguaje comprensible?-preguntó ella con risa.

-Prepárate. Date un baño…Yo voy a hacer lo mismo. Cenaremos temprano y saldremos.-Iba ya camino a llevar a la práctica lo dicho, cuando se volvió hacia ella-Y, para concluir este episodio te digo: no te niegues el derecho a disfrutar la vida. Tiempo al tiempo. Empieza a mirar el pasado como algo que jamás podrás modificar Mon Cherìe. Es necesario que te apruebes a tí misma, que vivas no por la vida de otros, cualquiera sean éstos: me incluyo. Ve modificando tu sistema de valores: míralo como algo vivo, te darás cuenta que no eres ninguna criminal por lo que haces hoy o dejaste de hacer en el pasado.

-Creo que un buen tirón de orejas es bienvenido, cuando lo hace alguien a quien uno quiere y respeta. Pero… ¿Podrías ser la próxima vez un poquito más diplomático?. No sé lo que me pasa pero en estos últimos días estoy irracionalmente nerviosa; siento cosas que no comprendo y creo que es lo que me hace actuar así…

Rhys había comenzado su famosa sonrisa…cuando soltó la sincera carcajada. Algo que había granjeado la fama de seductor era aquella sonrisa insinuada, acompañada de llamitas de plata en sus ojos…Pero el golpe mortal para cualquier mujer: Su Sonrisa plena. Mujeres de Alexandría o París hubieran caído rendida a sus pies. Jessica poniéndose de nuevo rojo tomate le asestó un codazo en las costillas al salir de la sala de Armas con el mentón elevado y pose ofendida. ¡Mon Dieu!, se dijo Rhys cuando pudo parar de reír. ¿Era realmente tan inocente?. Mientras recorría la casa hacia el baño pensó que sí. ¿Quién en esta épocao en anteriores explicaba a las jóvenes lo que sucedía con ellas, cuando la mujer pujaba por salir a experimentar la esencia que la hacía ser única en toda la creación?. Más Jessy, que había perdido los recuerdos de sus diez primeros años de vida,tema apenas hablado… Seguido adelante sin madre, tías ,amigas con las que pudiera hablar de lo que sentía. No estaba equivocado con lo que iba a hacer. Era un gran regalo para ella. Un regalo que todas deberían recibir.

Por qué a Rhys se le había ocurrido salir en plena noche cuando carámbanos de hielo caían desde el cielo y ella podía apostar que en Alaska haría menos frío que allí…era lo que la mantenía en silencio y arrebujada en todo lo que podía darle calor. La casa parecía elegante aunque un poco oscura para el gusto de Jessy. Rhys le había pedido que se vistiera cómoda… para su sorpresa. ¿Qué sería? se preguntaba intrigada ella. Lo único que él le había adelantado: “EsteRegalo tiene que ver con lo ocurrido en la tarde”.

Una mujer con cierta elegancia pero una estridencia un poco chocante los recibió. Con evidente placer a Rhys totalmente indiferente para con ella. Aún así la saludó con cortesía cuando Rhys las presentó:

-Madame Surrìere…Madeimoselle Claude.

“¡Douglas, maldición!”, nunca decía su apellido como debía. Por supuesto, sonreía mientras pensaba esto.

-Jessy. ¿Puedes esperar mientras hablo con Madame?.

-Ouí.-respondió ella confiada. Caminó unos pasos comenzando a ver la extraña ornamentación . Se oían muchas voces. ¿Sería aquello una fiesta?. ¡Pero qué mal gusto para los detalles!. Llegaba al final del pasillo cuando lo que vio la hizo apretar con fuerza el bolso de mano que llevaba. Se quedó más helada que el clima del exterior. ¡La sala estaba llena de mujeres casi desnudas!. Creyó tener que levantar sus ojos del suelo por la sorpresa cuando Rhys la tomó del codo y entraron a una habitación:

-Te pedí que me esperaras…no queExploraras mon Cherìe. Esto es lo que se acostumbra para los varones a los dieciséis años. Se lo llama : iniciación. Se los traea este tipo de lugares…para que se conviertan en hombres.

Jessy lo miraba con la boca abierta. Sin Palabras por primera vez en mucho tiempo. El, suavemente con el dedo índice le subió el mentón para cerrársela. Los ojos le refulgían como plata al sol desbordantes de picardía, como anunciando un estallido de risa en cualquier momento. Jessy logró articular palabra:

-Te juro que si te ríes…te asesino-con los dientes apretados susurró ella.

A duras penas él logró controlarse:

-¿Y bien, mon petite?.

-¿Y bien…? ¡¿Y bien?!-Casi gritó ella-¿¡Te has vuelto loco?!,.¿Crees que soy un muchacho?-preguntó espantada.

-No. Sé perfectamente que eres una mujer. Joven, pero mujer. Y deduzco que no has tenido compañeras de género que te expliquen adecuadamente lo que es sentir excitación, deseo o cómo son las cosas entre un hombre y una mujer. Normalmente aquí traen los…ejem, caballeros a sus futuras queridas para que vean, aprendan lo que se espera de ellas…. ¡No!. ¡Nosaltes a arrancarme los ojos de un zarpazo!. Les tengo mucho aprecio, al igual que la Dama a la que voy a visitar mientras tú…descubres un Mundo. No es mi intensión quedarme.

Jessica trataba de digerir lo que había escuchado, luego deIniciar el proceso mental de arrancarle los ojos al hombre. Era evidente que el Caballero leía el pensamiento:

-O sea… ¿Me estás por convertir en querida, prostituta o simplemente te resulta divertido ponerme tan incómoda?-dijo con las manos en las caderas y mirándolo furiosa.

Rhys sirvió dos copas con coñac de la mesilla que había en la salita y le señaló a Jessy un brindis.

-Brindis un cuerno…Estoy esperando una respuesta-pese a que tomó la copa y la apretaba fuertemente entre sus pálidos dedos.

-Es un Regalo, mon Cherìe. Un tremendo regalo. Te estoy confiando el mayor secreto guardado por los hombres en toda la historia de la humanidad. A ningúno le conviene que las mujeres, sobre todo lasDecentes sepan el poder que pueden ejercer cuando son conscientes de su sensualidad. Si además esa mujer es como tú, inteligente, luchadora, creativa…dispuesta a crecer mental y espiritualmente…No conviene que una mujer actúe como una dama en la sala y como una querida en la cama. Generalmente esas dos cosas no se obtienen juntas en una mujer de Bien. Es el regalo que va a tener el hombre a quien ames…y deberá amarte como eres. Con todo tu ser, con tus secretos, tu valor, tus dudas, tus conocimientos, que este humilde amigo abre para tí. Otro hombre difícilmente acepte lo que vas a vivir hoy. Sentirá celos, te dirá que te he corrompido. Si así lo hace: aléjate de él, no es para tí. Te estoy regalando lo que cualquier mujer mataría por conocer sin perder nada en el proceso. Piénsalo. Permítete ver, observar. Considera que estás en un Laboratorio y disfruta de la experiencia.

Jessica se sentó y bebió de un sorbo el coñac. Se atragantó al punto que Rhys tuvo que palmearle la espalda. Se quedó mirando la copa vacía. No sabía si sentirse homenajeada o insultada. Se mordía una y otra vez el labio inferior.

-EsaEs una de las señales que un hombre detecta como alerta de sensualidad Mon Cherìe…Morderse así el labio inferior denota pensamientos muy, pero muy pecaminosos que un hombre con mi modesta experiencia sabe reconocer. ¿No te gustaría saber de algunas otras señales… hechos más concretos?. Por ejemplo el que un hombre que camine sacando pecho será muy buen amante…¿O que menear las caderas en el caminar de una mujer, denota su pasión sexual?. Eso es lo que has estado sintiendo: deseo. Porque te quiero y respeto no pienso, ni quiero, ni voy a ser quien te inicie físicamente en el camino de los placeres del cuerpo. Sé sincera contigo y conmigo. No permitas que la culpa te quite la sorpresa. He conversado con Madame para que evacúe todas tus dudas y plantee las cuestiones elementales sobre lo que ocurre entre hombres y mujeres: lo que es considerado común y lo que no… Nunca hagas lo que no deseas Mon Cherìe. Con nadie ni por nadie. Si realmente quieres irte te llevaré a casa. Yo…voy a visitar a una compañera.

Comenzó a abanicarse con mucha energía. Analizando todo lodicho por Rhys. Y…si debía ser sincera…

-¿Absolutamente seguro que no hay nada que perder?. ¿Sólo observar,el…el…Laboratorio?.

No pudo contener la sonrisa completa, esa que derretía a cuánta mujer tenía el privilegio de verla…y que en Jessy sólo provocaba deseos de golpearlo.

-Seguro. ¿Cuándo uno necesita aprender algo…¿No va a una escuela?. ¿O no contrata a un maestro particular?. Bueno…

-¡No te atrevas a decir queEsto es lo mismo!. Esa mujer es una…y dudo que a este lugar le diganEscuela…-dijo más acalorada aún.

Esta vez él soltó la carcajada. Tomó la mano de Jessy y como caballero depositó un beso en el dorso de la mano:

-Te dejo en manos de una de las más refinadas prostitutas de la costa este del país.Au revoir, mon Cher.

-¡Mon Dieu!. ¡Morceau de bòte je vous a tuer!-gritó en voz baja ella.

-¡Yo también te quiero!, pese a que soyUn pedazo de bestia y me vas a Matar. ¿Ves que cuando te pones nerviosa o furiosa hablas perfectamente el francés?-finalizó Rhys, antes de ver que ella empezaba a buscar algo para arrojarle.

-¡Espera!-grito esta vez Jessy con cara de desconcierto.

El se detuvo pensando que ella le pediría irse de allí.

-Perdón, pero… ¿Cómo vas a entretenerte con estaCompañera mon Amì…jugarán ajedrez, hablaran de filosofía…le leerás algo, quizás?-preguntó Jessy con sarcasmo, descolocando momentáneamente a su Amigo.

-Eso,Mon Petite… ¡Nunca lo Sabrás!-Y la dejó con el sonido de su carcajada.

“Prometía ser interesante” se dijo Jessy, si una le pegaba una patada al pudor y otra aldecoro…Mandándolos bien, pero bien lejos.

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