III

Los cangrejos rojos ensayan adioses /

caminan erguidos por las noches

tenazas medievales / combaten sin reposo

quiebran en silencio los sueños de infelices

susurran en sus oídos

fascinantes bestiarios

para consolarlos solo /

para consolarlos a la hora de dormir.

En puertos olvidados / los cangrejos rojos

siegan sólidos mástiles de antiguos veleros

los sumergen violentos en mares profundos

los despiden para siempre y mientras se alejan

sus ojos de cristal nos quedan mirando

es cuando huyen con sigilo

apolillan con devoción nuestras playas grises.

En horas de dolor

ocultan sus corazones en planetas solitarios

transitan por infinitas laderas de volcanes

en mares extintos descubren lechos ardientes / sanguíneos allí juegan infantiles

a ratos se encierran en nostálgicos agujeros negros

viajan por caleidoscópicos universos

finalmente, cuando regresan, nos arropan

contenidas sus lágrimas de cuarzo /

discretamente exhalan geométricas espumas /

frente al sol exhiben lustrosos / encendidos tórax

de impecables samuráis.

Los cangrejos rojos / en manadas asombrosas, ilegibles

contemplan absortos las gaviotas cuando danzan

cuando fluyen por la arena / cuando en coro

maquilladas de ayer / ensayan finos pasos /

cuando fingen en sus cuellos / pañuelos blancos

cuando los agitan, graznan penetrantes carcajadas

para burlarse de nosotros desde sus butacas de arena.

Cuando caminamos por áridos y tristes archipiélagos

los cangrejos rojos se antojan llevarnos de las manos,

a escondidas / trémulos / húmedos

nos acompañan por nuestro lado izquierdo

por oscuras bocacalles subterráneas / empedradas

y avanzan todos por miles / conmovidos.

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