Soy  una tierra de muchas tierras coloridas; rojas, negra, de hojas. 

Una lengua de muchos dialectos, de muchas formas de hablar:

Tzotzil, Tojolabales, Pames, Purépechas, Mayas, Otomís. 

Soy una piel con muchas pieles de colores y miles de pies, con mil pasos,

mil andares y miles de historias que se entrelazan, que se tejen, se hilvanan 

y se deshilan. 

Soy un retrato de muchos ojos, de muchas formas de mirar, 

y un cuerpo de muchas vestimentas coloridas y peinados que reflejan 

la diversidad cultural de millones de formas de pensar. 

Soy el reflejo de una historia, de un águila sobre un nopal, 

de una bandera Trigarante, de heroes, de traidores, de maíz, 

de luz y  de injusticia. 

Soy una tortilla, un guiso, una mezcla de todo, el vuelo de una gaviota en el mar, 

una playa, una palmera, una cultura, una raíz, un campesino, una guerra. 

Soy el tiempo, la derrota, la gloria, la paz, la existencia, la ciudad, el campo, 

la vida, la tumba clandestina, el grito de un desaparecido o el de una mujer dando a luz.

 

Soy Mexico, un país de muchos países pequeños, cada uno con sus claro oscuros, 

con sus penas y pensares, con sus historias que forman la historia de esta nación, 

de petroleo, de selva, de desierto, de mares, de playas, de golfo, de islas, de cenotes, 

de ríos y pirámides majestuosos. 

Soy la tilma de la virgen de Guadalupe, las mañanitas, el parque de Chapultepec, los poemas Nezahualcóyotl, o un códice aun sin traducir. 

Soy gente, soy pueblos, soy tradición, soy leyendas, soy adoquines, soy flora y fauna, soy

el reflejo de Dios sobre la tierra y la esperanza del que espera sin perder aun  la fe.

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