MADERA LÍQUIDA

MADERA LÍQUIDA

Izzy QH

31/08/2023

Pocos luthieres hablaban de la crecida del río, el bosque húmedo azotado por la tormenta les hablaba con un fuerte dejo a todos estos personajes. La catedral vieja, pero señorial, miraba de lejos cómo el huaico se llevaba cualquier rastro de vida humana en el pequeño valle. Una cabaña que yacía encima de una montaña estaba habitada por una joven luthier. ¿Su nombre? No nos importa. Ella era joven, con cabellos color jengibre y los ojos esmeralda, casi un cliché y un fenómeno a la vez. Sus caderas anchas se asemejaban a los instrumentos que ella creaba, mayormente violines. Ella parecía no profesar alguna emoción o interés por el horrible desastre afuera, ensimismada, solo veía con celos cómo su nuevo violín brillaba con un barniz más naranja que su cabellera. Esta indiferencia le duró poco, puesto que una gran masa de agua logró arrebatarle una costilla a la gran montaña. Un gran temblor sacudió la cabaña y nuestra protagonista salió asustada a ver lo que pasaba. 

La montaña comenzó a desvanecerse en la tierra, el fuerte viento, la lluvia y el huaico, todos atentaron contra estos dos infortunados…

Soltó una carcajada psicodélica, típica de una persona que se ríe de la muerte cuando su cordura la abandona, todo esto mientras veía cómo se desarmaba la herencia y el hogar que había creado con tanto sacrificio.

Intentó escapar, pero ¿a dónde? Estaba rodeada por agua y la poca tierra que la mantenía en pie comenzó a inundarse. Desesperada, agarró un contrabajo y lo rompió dejando solo la tapa trasera. Esta era su única opción ya que un pseudo barco era mejor que nada.

La ansiedad la consumía y la cordura la abandonaba tanto que casi se tira sin nada al río pensando en dejar de luchar, pero recordó que la flor de la juventud aún la cubría y se mantuvo en pie. Ella sobrepensó y después de rescatar algunas cosas de su cabaña, se subió al contrabajo y junto a su violín Starsun saltó al violento huaico.

No es necesario imaginarse cómo siguió la historia, el huaico como una fiera se la llevó velozmente a nuestra protagonista y a su barco «Musical». Ella veía con impotencia cómo poco a poco se alejaba de su pueblo, el simbolismo que solo ella entendía, la hizo imaginar metafóricamente que abandonaba su vida.

El huaico la arrastró durante casi 3 días cuesta abajo. Si bien el agua era dulce, estaba llena de fango e impurezas que la hacían imbebible, por lo que no pudo beber nada, lo que hizo que sus labios rosados se resquebrajaran… Nuestra protagonista sentía desfallecer por el hambre y la sed e intentó dormir para aliviar su tormento, pero era imposible hacerlo en un bote tan minúsculo e incómodo…

Justo cuando se iba a desmayar, una roca chocó con la madera de su bote. El golpe fue tan fuerte que la rompió junto con el antebrazo de nuestra protagonista, que cayó al agua y desesperadamente intentó nadar con todo el dolor que sentía…

El agua, como compadeciéndose, la llevó cerca de un tronco flotante donde ella se agarró con la poca fuerza que le quedaba y llorando dijo:

-Déjame vivir… Y se desmayó. 

El violín que llevaba en su espalda ayudó a que no se sumergiera del todo y mientras estaba inconsciente junto al tronco, cayó a las orillas de una laguna.

    Las truchas arcoíris se acercaron pensando en comer algo, pero se dieron cuenta de que seguía viva, así que se fueron.

    Prácticamente, ella ya estaba muerta. Sus pulmones estaban llenos de agua y su piel había comenzado a ponerse de color azul por la hipotermia, cuando de pronto un joven la encontró.

    Solo se pudo observar cómo la llevaba cargando sobre sus brazos a un pequeño pueblo.

    El doctor de este se apiadó de la joven y la mantuvo en la posta bajo cuidados intensivos.

    Dos días después, desperté.

    Me preguntaron de dónde venía, cómo me accidenté, si tenía familia, cómo me llamaba.

    Solo miraba a un punto. Mi mente me hacía miles de preguntas, lo que me dejó alejada de la realidad por unos instantes.

    No respondí y me quedé profundamente dormida.

    Nuestra protagonista permaneció en el hospital por casi 2 días más sin hablar, sin reír, comiendo lo mínimo.

    El doctor dijo que posiblemente había enloquecido, pero ¡qué va!

    Justo cuando el doctor iba a revisar cómo estaba, salté de mi cama y una epifanía invadió mi mente: YA ERA LIBRE.

    Riéndome, salté alegre y nuestra protagonista salió del hospital.

    SOY IZZY, SOY IZZY, profesaba la chica con vigor y entusiasmo.

    Mi voz no era escuchada por casi nadie. ¿Quién podría escuchar tal incoherencia?

    El pueblo era pequeñísimo y las personas andaban trabajando en sus huertos, así que no escucharon nada. Solo el doctor salió y me dijo:

    -¿Izzy, verdad?.

    -Me arrastró como a una niña hiperactiva y me llevó adentro. Ella Cambió su mirada de una alegría incontrolable, casi divina, a una de aceptación, tranquilidad y sumisión aburridas… El doctor le hizo las preguntas y dijo que me podría marchar pronto. Le pregunté sobre el joven, pero el doctor extrañado me preguntó sobre quién hablaba. Le dije que no se preocupara, que tal vez mi mente me había engañado. El doctor se rió extrañamente mientras me entregó mi violín ya secado y con un arco nuevo. 

    Sonreí.

                                                                         

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