Un hombre deambula con su vieja bicicleta de forma errante, alcoholizado se lo escucha emitir una llanto triste y melancólico. Pareciera estar en estado de locura ocasionando por el consumo excesivo de alcohol. Ese es chicha. Al vino le decía «chicha» porque le costaba la pronunciación de algunas palabras de ahí su apodo. El pobre hombre había nacido con un defecto en el habla y por eso tenía problemas para comunicarse como los demás.
Ernesto o mejor conocido como chicha, cuando era niño lo apodaron el mudito porque casi no hablaba sólo podía pronunciar un par de palabras.
– Mira pobre hombre siendo tan joven como se va a arruinar así con la bebida
– Pero el es un chico muy respetuoso cuando está sano y es muy trabajador el problema es cuando se toma
Doña Elisa y doña Mirta dos vecinas de la cuadra se ponen a charlar sobre «chicha» que pasó en su bicicleta por la calle justo delante de las dos señoras que vieron todo el lamentable suceso que repetidas veces suele producirse cada vez que «chicha» toma. Doña Elisa luego de terminar su conversación con la otra señora se despide. Mientras que doña Mirta se quedó un rato afuera de su casa, estaba esperando a su marido que ya debía de haber vuelto de trabajar.
Doña Elisa se dirigió apresurada a su casa porque tenía que atender a sus gatos a quienes cuidaba como a sus hijos y ya estaban empezando a pedir comida. Hacia tres años que había fallecido su marido y se sentía muy sola a causa de esto. Dos de sus tres hijos se fueron a vivir al sur a los cuales sólo veía una vez al año, mientras que su hija menor se encontraba internada en una clínica de rehabilitación para dejar las drogas.
La vida de doña Elisa se resumía a sus gatos y al grupo de oración al cual asistía todos los jueves. Ella siempre afirmaba que el grupo le «hacía bien». Esa noche como aún era temprano y no tenía sueño, decidió tomar su teléfono y escribirle a su amiga Lorena para recordarle que tenían que juntarse a ensayar las canciones que iban a cantar al día siguiente en el grupo de oración.
Lorena esa noche luego de contestar el mensaje de Elisa, se cercioró de que sus dos niños estuvieran durmiendo y se encerró en el baño para masturbarse pensando en su compañero de trabajo que había sido su amante durante algún tiempo. Recién había cumplido los cuarenta años y aún guardaba cierta belleza de su época de juventud, por lo que tenía muchos deseos de sentirse amada por otro hombre además de su marido con quien estaba en pareja desde hace mas de veinte años y había tenido tres hijos. Su marido pasaba toda la noche trabajando por eso no le prestaba mucha atención a su mujer, y desde que había nacido su última hija, la más pequeña de tan sólo tres años, prácticamente ni la tocaba a Lorena. Siempre que ella se insinuaba sexualmente a su marido, este último no mostraba interés alguno. Eso la hacía suponer de que su marido tenía una amante. Además de causarle mucha insatisfacción. Pero el hecho de que haya engañado a su marido no fue por despecho o venganza, de hecho se sentía muy culpable por lo que le había hecho ya que ella era una mujer muy católica y desde que había tenido ese romance con su compañero de trabajo no podía dejar sentirse muy desdichada, pero tampoco podía dejar de desear a su amante.
Esteban trabajaba en un colegio católico el mismo donde daba clases Lorena. Era profesor de filosofía y se había recibido hacía poco tiempo por lo que sólo estaba cubriendo una suplencia además era diez años menor que Lorena. Ateo convencido, un hipócrita y farsante fue como lo describió su profesor de metodología en la Universidad en la que se recibió.
A pesar de ello era muy bueno ocultando su personalidad y podía aparentar ser lo que se le ocurriera. Había estudiado teatro y por lo general siempre conseguía convencer a las demás personas del personaje que quería aparentar. Así cuando entró a trabajar en el colegio cristiano para ser admitido aparento ser el mejor de los cristianos y de hecho asumió ese papel a la perfección, de tal forma que terminó por enamorar a una ingenua Lorena, por lo que esta fue una presa fácil para un sin vergüenza como Esteban, quien se aprovechó fácilmente de ella.
Luego de haber tenido reiterados encuentros sexuales con Lorena cuando se cansó de ella, simplemente le dijo que se iba a ir a vivir a otra ciudad porque estaba pensando en conseguir trabajo allá. A Lorena eso la afectó mucho ya que se había empezado a involucrar sentimentalmente con el joven profesor y hasta fantaseaba con una vida junto a él. Pero Esteban tenía otros planes, luego de terminar su suplencia en el colegio no volvió a hablarle a Lorena, se escapó a otra ciudad y gasto todo su dinero en prostitutas y alcohol.
Allá entabló una amistad con una joven prostituta de veinte años de la cual se volvió un asiduo cliente. Lo que Esteban nunca supo es que esa jovencita a la cual el llamaba Emilia en realidad era Luciana la hija mayor de Lorena.
Luciana se había ido a vivir a la ciudad con la intención de estudiar psicología. Sus padres, al ser ella la mayor, se habían esmerado en darle la mejor educación para que no le faltará absolutamente nada. La «nena» siempre había sido una buena estudiante y muy obediente hija. Conforme fue creciendo empezó a descubrir los placeres de la vida nocturna y empezó llevar una vida más despreocupada. Luego comenzaron las malas juntas y la «nena» cuando se fue a vivir sola se volvió una puta. Dejo el estudio porque una de sus amigas de la facultad le conto como ella había decidido dedicarse durante algún tiempo a la prostitución para ganar algo de dinero extra. Esa amiga era la hija de doña Elisa que terminó internada en una clínica de rehabilitación para dejar las drogas. De esa forma fue como Luciana vio la oportunidad de conseguir plata fácil prostituyéndose. Para su trabajo de escort usaba el mismo departamento que le pagaban sus padres, quienes aún creían que estaba estudiando psicología ya que confiaban ciegamente en su aplicada hija.
En el ambiente Luciana era conocida bajo el seudónimo de Emilia, de esa manera mantenía oculta su identidad para que no se supiera a lo que se dedicaba.
Una mañana Luciana había salido de su departamento para dirigirse a la casa de una amiga. Al cruzar la calle casi es atropellada por un repartidor de comida que iba en su moto, paso tan cerca de Luciana que a está se le escapó un grito por el susto que se pego. El repartido era un muchacho que recién había comenzado a trabajar hace una semana y se estaba acostumbrado a su nuevo empleo. Al llegar al lugar adonde debía ir, es asaltado por dos delincuentes que llegan en una moto y lo sorprenden en el momento en el que se había detenido para dejar su pedido. Uno de los delincuentes se lleva la moto del repartidor y dobla en una esquina. Al doblar pasa un semáforo en rojo a alta velocidad y sin darse cuenta se lleva por delante un cartel de señalización que indicaba que estaba en reparación el lado derecho de la calle. El delincuente al caer de la moto da su cabeza contra el cordón del asfalto perdiendo la vida en el instante.
Un linyera que pasaba por el lugar fue el único testigo del incidente, sin perder ni un solo segundo se asoma como una cucaracha al cuerpo del delincuente para ver si podía sustraer algo de valor. Mientras el linyera lleva adelante su tarea de búsqueda de objetos de valor en el cuerpo sin vida del delincuente, un automóvil pasa por al lado del lugar sin prestar atención a lo que sucedía y deja caer una lata de cerveza vacía. El objeto sale rodando hasta llegar a una alcantarilla que lleva a la lata por la corriente de agua hasta un desagüe que se encontraba en una región marginal en una orilla de la ciudad. En ese lugar se encontraban dos mal vivientes que hurgaban en la basura en busca de comida. Uno de ellos ve la lata y la guarda en una bolsa de tela que llevaba consigo. Luego de terminar su búsqueda en la basura el que había guardado la lata vacía se va del lugar para ir a pedir monedas en la calle. Mientras esperaba a recibir la caridad de algún transeúnte, el mal viviente saca de su bolsa la lata de cerveza y la corta a la mitad para usarla como recipiente que le sirviera para que le dejen dinero aquellas personas que así lo deseen. En frente del lugar donde se encuentra el mal viviente se detiene un camión de distribución al por mayor de cerveza. De el se bajan dos empleados que debían descargar un pedido. Mientras descargaban el pedido de cerveza en el local, el dueño del lugar se ponía a comentarles sobre como había ahorrando en plazo fijo en el banco un dinero que ascendía a dos millones y estaba pensado cambiar de auto. Uno de los empleados le prestaba poca atención al dueño del lugar, mientras que el otro con tal de dejarle la labor más pesada a su compañero se puso a charlar con el dueño y le comentaba que tenían que llevar un pedido a otra localidad. Mientras esto ocurría una pareja pasa cerca del mal vivientes y les dejan cien pesos en la latita. Este último se levanta del lugar y se dirige al local de en frente para comprar cigarrillos sueltos, justo en el mismo momento en el que el camión de distribución salía. El camión vuelve nuevamente a la empresa de distribución donde se aprovisionan y salen hacia la ruta para dirigirse al pueblo donde comenzó está historia.
El camión de distribución llegó ya de noche al pueblo luego de un largo viaje y hace su primer parada en una estación de servicio que queda al costado de la ruta. En el lugar los dos empleados aprovechan para cargar nafta al camión. Ahí cerca se encontraba chicha junto a dos compañeros de trabajo con quienes se dedicaba a la albañilería, luego de terminado su labor fueron a tomar afuera de la estación.
Ya borrachos todos, a uno de ellos se le ocurre ir a los pinos, un parador que quedaba cerca donde suelen ir los drogadictos. Al acceder todos, los dos compañeros de chicha mientras iban en camino a los pinos empezaron una discusión relacionada a que uno de ellos acusaba a el otro de haber tenido relaciones sexuales con su hija de catorce años. Chicha no era capaz de comprender que era lo que pasaba sólo iba por detrás de sus compañeros de trabajo caminando lentamente para seguirles el paso junto con su bicicleta. Ese día el clima durante la jornada laboral había estado demasiado tenso en torno a los dos, para chicha fue un día normal porque no era capaz de interpretar que era lo que generaba tensión entre sus dos compañeros. Ya en el parador el albañil que acusaba al otro luego de una larga discusión saca una navaja y llevado completamente por la ira y el alcohol, apuñala reiteradas veces a su compañero asesinándolo en el lugar. Chicha al ver la escena toma su bicicleta y sale completamente asustado por lo sucedido, iba emitiendo un llanto incomprensible que para quienes lo escuchaban no eran capaces de entender que era lo que lo afligía Después de todo sólo era un mudo borracho al cual nadie tomaba en serio. Chicha había pedaleado durante diez cuadras hasta que pasó por delante de la casa de las dos vecinas que lo vieron pasar. La única que le presto atención a chicha fue doña Mirta que seguía esperando a que llegará su marido. Ella era esposa del albañil que fue asesinado por su compañero de trabajo. Ya cansada de esperarlo a su compañero entró a su casa a descansar.
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