PERDIDAMENTE ENAMORADOS
Nicolas Delacarta (2023)
CAPÍTULO I
El regreso
El ser espectral se desliza por el vacío para unirse a uno de los colosales racimos que penden del creador. Se pegotea a sus compañeros en una danza ondulante y eterna.
ー¿Cómo te fue en el plano humano? ー consultan al unísono los millares que forman el racimo.
ー Mi experiencia fue satisfactoria, solo observe sus vidas por un tiempo muy breve ー respondió el recién llegado. El ser carecia de rostro, sexo u otro rasgo humano, solo su energia era detectada por el resto y se percibio de inmediato que algo andaba mal.
ー¿Qué fue lo que viste? Cuéntanos por favor ー la pregunta estaba desprovista de cualquier juicio, su objetivo era aprender de la experiencia.
El recién llegado de forma lenta comienza a relatar su historia con gran detalle ー Por alguna razón que no comprendo, sentí necesidad de trasladarme a una época posterior a la Edad Media. Allí visité una aldea llamada Burbia, estaba alejada de las grandes urbes, era un lugar que los humanos consideraban miserable. Las personas se encontraban temerosas y doloridas, pues una peste había matado a muchos de ellos. En aquel lugar llegó un grupo de hombres que se hacían llamar Los Inquisidores ー mientras continuaba su relato, el tiempo como se lo conoce detuvo su marcha. Los millares de seres allí presentes solo existían para revivir el relato ー También había personas enfurecidas con su destino que solo querían culpar a alguien por su desgracia. Hasta que alguien nombró a Elena ー
CAPÍTULO II
Todos quieren saber
Un tumulto que se agitaba a una frecuencia elevada se abalanzó a preguntar ー Por favor, continúa ¿Quién es Elena? ー
El recién llegado había generado un tipo de energía espectral atípica, aquella que resplandece y viaja de ser en ser hasta volver a su origen. Es tan pocas veces vista que hasta el creador tuvo la necesidad de prestar atención.
ー Elena era una mujer que vivía aislada de la aldea. Por la descripción de aquellas personas, era lo más parecido a un monstruo maligno, causante de todas las desgracias y su vida se encontraba consagrada a la adoración de seres maléficos. Pero pude leer en sus mentes que todo lo que decían eran creaciones de su imaginación o leyendas transmitidas sin ningún tipo de veracidad. Eso fue suficiente para condenarla a muerte sin que ella estuviera presente para defenderse. No comprendo ¿Por qué los humanos guían sus acciones por las confabulaciones de sus pensamientos? ー
El recién llegado finaliza su relato y se produce una pausa insoportable, a tal punto que una importante cantidad de seres se revolvían en el racimo generando una vibración difícil de ignorar por el resto.
ー Aún no has contado lo más importante. Todos lo percibimos. Continua, continua ー
CAPÍTULO III
Elena
ー Los Inquisidores partieron a su captura. Yo intenté resistirme y continuar mi camino, pero algo inexplicable me arrojo a buscar a Elena. En una fracción de pensamiento ya me encontraba en lo profundo de una zona boscosa. Allí estaba su hogar, no era más que una barraca con paredes de piedras apiladas y un techo de ramas secas.
De la oscuridad del interior de la barraca, emerge Elena. Era muy diferente a lo que le habían informado a Los Inquisidores que estaban por llegar. Era solo una joven que vivió toda su vida rechazada por la aldea. Su madre y única compañera, había muerto hace unos meses. Ella también cargaba una falsa reputación maligna.
Lo que me perturbó fue que Elena percibió mi presencia. A pesar de que no me quedaba detenido en un lugar, ella giraba su cabeza en mi dirección intentando verme aunque no le era posible.
Podían escucharse los cascos de los caballos acercándose. Intente advertir el peligro inminente. Se me ocurrió atravesar su cuerpo cubierto de harapos en dirección a un sector donde la vegetación era más espesa y podía ocultarse. Pero no entendió el mensaje, lejos de asustarse lo tomó como un juego, le encantó como flameaba su ropa cada vez que la atravesaba, lo que hizo que no prestara atención a la amenaza. Fue mi culpa mantenerla allí, a la llegada de los caballeros las cosas se volvieron tan horribles como lo que ellos pensaban destruir.
CAPÍTULO IV
El peor momento de la historia
ー El jefe de ellos, sin desmontar de su caballo le informa su culpabilidad por la peste ocurrida en Burbia y que debe ser trasladada allí para su ejecución. Sus asistentes sin mediar palabra la golpean y cae al piso. Su terror me contagio congelando todo mi ser.
Forcejeo con sus captores cuando intentaron atar sus manos por lo que sus ropas se rasgaron. Parte de su cuerpo quedó al desnudo. En un principio fue burla y repulsión de Los Inquisidores, pero luego fue la excusa para empezar a violarla.
El jefe lejos de detenerlo, observaba con atención y se instaló una leve sonrisa en su boca. Elena entre gritos y llanto, suplicaba que se detuvieran, pero ellos continuaban con tal violencia que luego sus gritos se tornaron desgarradores.
Me estrelle una y otra vez sobre ellos para separarlos, pero fue en vano. Me odie ser tan inutil
¿Cuál era el sentido de estar allí? Ella murió minutos después ー el ser espectral cerró allí su relato.
Ese sería el final de la historia para todas aquellas entidades energéticas, donde se confirmaba que observar sin sentimientos ni intervención era lo adecuado.
Pero una pregunta del creador revolucionó el enjambre de extremo a extremo ー¿Qué es lo que deseas?ー
CAPÍTULO V
Empezó el rock and roll
El recién llegado solo atino a contestar ーContinuar aprendiendo ー
La misma voz volvió a resonar generando una nueva onda de alboroto ー¿Qué es lo que realmente deseas? No me digas solo lo que quiero escuchar ーNo había dejado de vibrar la última palabra y el ser desapareció en forma instantánea sin necesidad de trasladarse de la manera tradicional al otro plano humano.
El silencio se volvió inescrutable, todos confiaban en un plan que estaba mucho más allá de su entendimiento. Solo una de las entidades dijo ー Lo hemos enviado con un cuerpo y es su primera vez ¿Alguien le explico los límites? ー se produjo un silencio prolongado y solo el creador contestó ー Me temo que no ー
CAPÍTULO VI
Cuando Elena lo conoce
Un joven apareció a la sombra de unos viejos abedules. Observó sus propias manos por primera vez, con ellas tocó su rostro y examinó su cuerpo. Estaba completo como los miles de cuerpos humanos que había visto en sus infinitos viajes al mundo.
No tuvo problemas en orientarse, percibe la energía como un fluido que atraviesa todo. Desde un ave que cruza el cielo detrás de él y hasta el agua que brota de un manantial varios kilómetros al norte.
Corrió como ningún hombre lo había hecho jamás. Llegó justo cuando Elena emergió de la oscuridad de su hogar en ruinas.
Al ver al desconocido, se detuvo sobre sus pasos a la expectativa.
ー No temas por favor, solo vine a advertirte que vienen a matarte desde la aldea. Debes irte ahora, ya están por llegar ー dijo el joven.
Ella no comprendía porque querían hacerle daño pero lo suponía por las cosas que decian los aldeanos. A pesar de que jamás había visto al joven, su instinto le decía que podía confiar en él, además le pareció muy guapo. Por lo que intentó acomodarse un poco el pelo y disimular sus ropas remendadas y descoloridas
ー ¿Quién eres tú? no te he visto nunca ー preguntó Elena, pero su pregunta nunca pudo ser contestada. Los Inquisidores habían llegado.
ー Por favor, quédate detrás mío ー dice él.
CAPÍTULO VII
Diplomacia antes de la guerra
El grupo estaba formado por seis hombres y el jefe, el caballero Don Manuel Albique con grado militar y consagrado a la defensa de la doctrina. Rondaba sus cincuenta años.
En tono autoritario se dirige a la joven ー Me han informado que eres Elena la de la barraca. Está acusada de maleficios contra la aldea de Burbia. Te llevaremos para cumplir tu castigo. Y tú ¿Quién eres? ー preguntó Don Albique clavando los ojos sobre el muchacho.
ーYo soy … ー en ese momento comprendió que no tenía nombre. Siempre fue parte del todo, nunca una individualidad. Miro el estandarte que llevaban a modo de bandera y podía leerse “Felipe I”. Le pareció que si decía exactamente ese nombre se darían cuenta del engaño, así que lo modificó un poco sacando una “e”.
Don Albique frunció su ceño ¿Por qué se tarda tanto en decir su nombre? acaso ese muchacho es tonto, se dijo. Giró su cabeza y se inclinó sobre su montura para intentar ver que lo mantenía tan absorto y en silencio, hasta que de repente escuchó la respuesta.
ー Flipel. Si, mi nombre es Flipel ー la segunda vez que nombro su nombre, su pecho se inflo como un globo y un inusitado valor iluminó sus ojos.
ー ¿Flipel? Jamás había escuchado a alguien llamarse así ー dice Don Albique y sus hombres estallan en carcajadas ー Muy bien Flipel o como te llames. Apártate o también te acusare de cómplice y correrás la misma suerte que la escoria que está a tus espaldas.
Al unísono, Elena y Flipel intentan persuadirlos de su inocencia entremezclando sus voces. El joven extiende sus brazos a la altura de sus hombros con sus manos abiertas, como soportando un muro para que no avancen.
El jefe, caballero de muy poca paciencia, acostumbrado a la súplica de los condenados dijo.
ー Suficiente. Llevenlos ー
Cuatro de sus hombres bajaron de inmediato de sus caballos. Elena largó un grito desesperado y se lanzó a correr. Dos iniciaron la persecución por detrás, mientras los otros dos hombres se apresuraron a tomar de los brazos al muchacho.
Nadie podía prever lo que iba a pasar.
CAPÍTULO VII
Nunca subestimes a los jóvenes
Flipel al grito de ¡Nooo!, balanceo sus brazos y como si estos terminaran en gigantescas manos invisibles, arrojó a los perseguidores por los aires. La misma suerte corrieron los que querían apresarlo.
El caballo de Don Albique relincho fuerte alzando sus dos patas delanteras, y casi tira al jinete al piso sino fuera por que lo dominó a tiempo. Los otros dos hombres que aún no habían participado de la captura, se mantuvieron en el carromato tirado a caballos, como una suerte de jaula con rueda. Sus ojos y bocas quedaron abiertas de par en par sin dar crédito a lo que vieron y ya estaban a punto de salir corriendo cuando escucharon el grito del jefe.
ー Un hechicero. ¡Ballestas! ー
Los conductores del carromato, intentan tomar deprisa y de forma torpe sus ballestas, pero Flipel balancea sus brazos otra vez y se las arranca de las manos arrojándolas fuera de su alcance.
ー No quiero hacerles daño. Solo quiero que se vayan ー dice el muchacho.
Don Albique, resentido en lo más profundo de su alma, contempla al muchacho. Había encontrado a su némesis, a un real hechicero como se describe en el Santo Manual del Inquisidor, descripción que solo el autor imaginó en su prosa literaria.
Si Don Albique da caza a ese desgraciado, su nombre pasaría a la historia como un héroe, como un santo guardián. Con una fría mente militar, supo que perdió esa batalla pero le había declarado la guerra.
ー Muy bien. Nos iremos ー dijo el jefe ー Solo permíteme llevar a mis hombres que tan mal has tratado ー
Flipel espero a que se marcharan. Estaba tranquilo porque sabía que Elena no corría peligro, percibió que su cuerpo estaba acurrucado en el hueco de un tronco no muy lejos de allí.
Cuando se disponía a irse, le dio ganas de sonreír y también ganas desesperadas de volverla a ver, escuchar su voz y oler su piel ー Que sensación extraña tiene este cuerpo ¿Que significa? ー se pregunta.
CAPÍTULO VIII
Elena y Flipel
El joven corrió más rápido que el viento generando un zumbido a su paso. Encontró a Elena donde lo había presentido, acurrucada en el hueco del tronco.
ー Elena no tengas miedo. Se han ido, pero también debes irte lejos de aquí. Volverán con más hombres, pero yo voy a acompañarte ー
La tomó del brazo y ella accedió a salir de su escondite. Era la primera vez que Flipel la tocaba. Ella tenía sus ojos empapados en lágrimas. El creyó que sería adecuado abrazarla, además su propio cuerpo parecía magnetizado, debía luchar para evitar pegarse a ella. Elena parece que sufría el mismo mal, porque hundió su cuerpo en su pecho. Ambos quedaron abrazados.
Algo que notó de ella, era que cuando la miraba, la energía de Elena irradiaba un calor casi abrasador, lo mismo que le pasaba a él cuando estaba cerca de ella. No pensó mucho el tema porque supuso que sería parte de la biología de los cuerpos humanos. Lo que aún no sabía Flipel, porque no se lo habían dicho jamás, era que ambos habían cruzado un límite, el estar perdidamente enamorados.
FIN
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