El método Mirrow

EL MÉTODO MIRROW

Nicolas Delacarta (2023)

CAPÍTULO I
El mundo contra él

Fernando Dimauri observa casi sin sorpresa como la taza de café se parte sobre el escritorio, se derrama el líquido marrón empapando todo papel a su alcance. ¿Por qué iba a sorprenderse? nació con la maldición de la mala suerte en sus entrañas.

Rondando hoy los cuarenta años nunca pudo levantar cabeza, sus trabajos los consigue más por lástima que por capacidad y por supuesto su salario es humillante. Tampoco la suerte lo favorece con el sexo opuesto, con relaciones brevisimas que terminan siempre con un “despues te llamo” y que nunca sucede.

Aún vive con su viuda madre que no está muy bien de salud y todos los meses debe esforzarse por comprar los medicamentos que necesita con su magro sueldo, además de ocuparse de casi todos los quehaceres de la casa. El tiempo es otro bien que no le sobra.

Fernando se retira de su trabajo más tarde de lo normal, por lo general una o dos veces a la semana su jefe le entrega todo el trabajo atrasado del resto de sus compañeros y él se apresura a realizarlo. Saben de su carácter débil y que jamás recibirán una queja.

En su regreso a casa, debe cruzar la Plaza Central y decide tomarse cinco minutos para él. Toma asiento en un banco y se pregunta por los años que pasó y sus sueños sin cumplir. ¿Qué será de mí dentro de diez años?, se pregunta mientras sus ojos miran la nada misma aunque en ese horario está rodeado del bullicio de la plaza. Mientras está envuelto en sus pensamientos filosóficos, el viento levanta del piso un folleto publicitario y se lo estrella con polvo y todo sobre la cara. Lejos de enojarse, pues está acostumbrado a que le pasen todo tipo de calamidades, se despega el papel con la mano. Mientras lo sostiene, escupe las partículas de suciedad que ingresaron en su boca. Está a punto de arrugarlo y transformarlo en un bollo de papel cuando llama su atención el anuncio. “¿Cansado de que las cosas le salgan mal? Nos especializamos en amarrar la suerte a su vida. Consulte sin compromiso al 0800 DR MIRROW. Usted puede lograr lo que quiera”. Parecía una broma que alguien le gastaba, pero dobló el folleto y lo guardó en su bolsillo.

Se pone en marcha nuevamente a su casa, pero sus ojos ven todo con más color, más luz y una sonrisa se instala en su rostro ー Llamaré, si la suerte no viene a mi, yo iré a buscarla ー se promete. Al pasar junto a un árbol, observa cómo canta un pajarillo y le parece hermoso lo que escucha, lástima que se detuvo debajo de otro pajarillo un par de ramas más arriba, al que le surgieron unas intensas ganas de defecar en ese momento.

CAPÍTULO II
Llega la salvación

Fernando se comunicó con el Dr. Mirrow hace unos días y concertaron tener una entrevista personalmente hoy por la tarde. En su primer contacto telefónico, el Dr. se mostró muy comprensivo con el problema que le aqueja al desafortunado y aseguró haber atendido muchos casos como el suyo y sin excepción todos viven felices con sus nuevas experiencias.

Fernando llega a la cita cabizbajo no muy seguro de lo que está haciendo. Lo recibe él mismo Dr. Mirrow. Es una casona centenaria muy bien mantenida. Su despacho es una sala con una gran ventana que da al parque de la casa, tiene una decoración ecléctica salida de una película de científico loco. Una vitrina contiene frascos con sustancias cárnicas sumergidas en líquidos, una biblioteca con anchos libros de antigua data, láminas enmarcadas en las paredes donde se puede apreciar la figura humana con los órganos expuestos y diverso mobiliario antiguo.

El Dr. le habla a su paciente de una manera muy locuaz como aquellas personas que son eminencias en su tema. Le explica que la mala suerte es una enfermedad al igual que un resfriado pero afecta al alma, es una mala energía que incide en detrimento de una buena energía. Por eso haga lo que haga, el resultado será nefasto si no la cura primero. Su método es muy sencillo. Primero debe realizar una sesión de hipnotismo para grabar en su subconsciente información útil para su nueva vida y por último tomar un tónico para que el cuerpo libere la energía suficiente para incinerar literalmente la mala suerte. El valor del tratamiento asciende a un año de trabajo para Fernando.

ー Uauuuu, no puedo permitírmelo Dr. Mirrow, lo lamento ー se excusa bajando su cabeza y queriendo hacerse más chico hasta desaparecer.

ー Vamos Sr. Dimauri. Esta oportunidad no puede dejarla pasar. Saque un préstamo, venda lo que tiene, ahorre y podrá juntar el dinero. Con la suerte que va a tener, el dinero le va a llover ー dice el Dr. Mirrow con una sonrisa y mirada benévola intentando animarlo.

ー Pero si no resulta, no solo seguiré maldecido sino endeudado ー replica Fernando arqueando sus cejas hacia abajo.

ー Para nada Fernando, tiene garantía de devolución hasta la última moneda si tan solo la mala suerte lo rosa y a usted le da cosquillas. Se lo garantizo como lo hice con todas las personas que ayude. ー lo tranquiliza tomando a Fernando del hombro y modulando su voz a un tono más afable y afectuoso.

Un mes después Fernando reúne el dinero e inicia el procedimiento con el Dr. Mirrow. Luego de una semana realizando sesiones de hipnotismo, le entrega un pequeño frasco con un líquido color ámbar. Debido a los efectos tan energéticos, debe tomar el tónico en un lugar solitario, lo más alejado posible de toda persona.

Ese fin de semana viaja a un paraje ubicado a 100 km de su hogar, podía solo ver campo y árboles y ninguna casa cercana. Destapa el frasco y lo bebe hasta la última gota.

CAPÍTULO III
Disfrutar mientra se pueda

La vuelta a casa fue de lo más cómoda y rápida para Fernando, muy diferente a lo que estaba acostumbrado, y con una inédita luz en sus ojos piensa que puede adaptarse a su nueva vida.

Días después no deja de sorprenderse del halo de bienestar que lo rodea. En su casa los artefactos que fallaban ya no lo hacen y los que quería reemplazar, encuentra nuevos a precio de ganga. Su madre es la encarnación de un milagro, mejora día a día su salud hasta el punto de valerse por sí sola para todo. El comienza a disfrutar de su tiempo libre y pensar en nuevos proyectos. Su actitud ante la realidad cambió, ahora camina erguido esperando lo mejor.

En su trabajo, su jefe debió renunciar por causas personales y lo ascienden a su cargo, cuando antes ni lo hubieran considerado ni remotamente.

Las mujeres por alguna razón lo ven más atractivo y hasta tiene sus primeras aventuras amorosas.

Habían pasado tres meses desde el gran giro de su vida, cuando el abogado David Biton, del que jamás había escuchado hablar. Le solicita reunirse en su oficina para notificarlo de un tema muy importante para él y que no puede adelantar nada por teléfono.

CAPÍTULO IV
¡Cómo has cambiado muchacho!

En la oficina de Biton, Fernando por primera vez en los últimos tres meses recuerda sus continuos traspiés de su vida, sus manos sudan y sobre sus hombros siente el peso de un destino reclamando volver. No puede evitar que su estómago se sienta duro como una piedra.

La oficina se encuentra en el piso veinte de un distinguido edificio. Sus ventanales amplios permiten una vista increíble de la ciudad e iluminan cada rincón del ambiente. Su decoración es moderna salvo el escudo de armas con dos espadas cruzadas que se encuentra en una de las paredes.

El abogado con ademanes muy elegantes y gestos amigables, le explica el motivo de tal reunión. Lamenta informarle que el Dr. Mirrow falleció hace un mes y ha dejado una carta para el que dice lo siguiente: “Estimado Fernando, desde que lo conocí lo sentí como un hermano menor, como alguien muy cercano a mi y su historia de vida me ha impresionado profundamente. Debido a que no poseo familia ni herederos indirectos, decido dejar como único beneficiario a usted. El abogado David Biton, se encargará de liquidar todos mis bienes y depositar el dinero en su cuenta bancaria. Espero que este regalo le convenza que usted tiene amarrada la suerte. Disfrute sin temor. Un gran abrazo. Dr. Anton Mirrow”.

Fernando suspira aliviado, la suerte no golpea a su puerta, la ha derribado. Su pecho se hincha a más no poder, tiene la sensación de caminar más alto que el resto de los mortales. ¡El mundo es mío! se dice mientras cierra sus puños en signo de victoria. Decidido a cumplir con el consejo de Mirrow, renuncia a su trabajo y se embarca en un viaje para conocer el mundo, sin antes dejar a su madre al cuidado de profesionales, aunque no lo necesita.

Visita las grandes capitales del mundo, goza de fiestas y mujeres hasta el hartazgo. Una incipiente fama de playboy y hombre de negocios se ha forjado en su figura. Su caminar y sus movimientos son de una persona segura de sí mismo. Dueño de un nuevo carácter dominante de su entorno social, vuelve a su hogar dispuesto a mudarse a un barrio más exclusivo o algún lugar del mundo que le plazca.

Encuentra a su madre de maravillas y le comenta al pasar que el abogado Biton le solicitó un sobre y que ella se lo entregó, pues por error estaba entre toda la documentación de la herencia que había sido entregada a Fernando al principio del proceso sucesorio.

Fernando no puede evitar pensar que es una treta de ese ladrón de cuello blanco que sabiendo que estaba de viaje, engañó a su anciana madre. ¡Quién sabe las riquezas que contendrá aquel sobre! se repite con insistencia. Sin pensarlo un minuto más, se comunica con la oficina de Biton para solicitar una reunión hoy mismo. Estaba resuelto a que le entregara ese sobre a toda costa.

CAPÍTULO V
Las cosas no son lo que parecen

Biton lo recibe presuroso pues tenía otros encuentros agendados para hoy y como de costumbre sus modos son respetuosos y atentos, en cambio Fernando con aire altanero le reclama el sobre que le entregó su madre.

Biton se excusa argumentando que el Dr. Mirrow dejó expresamente indicado que el sobre debe estar en su poder y que sería una especie de seguro contra cualquier fatalidad si las cosas se salían de control.

¡Esas son estupideces y no caeré en el engaño de su elocuencia! dice Fernando resaltando las palabras para demostrar que su paciencia se agota.

El abogado le muestra el sobre donde tiene escrito la siguiente leyenda: “Esta nota debe mantenerse en poder David Biton. Solo debe ser leída en caso que el Sr. Dimauri corra peligro de suicidarse”.

¿Qué tipo de estupidez es esa? dice Fernando mientras camina hacia el escudo de armas del abogado y toma una de las espadas. Le apunta a Biron y dice. ー Quiero el sobre ahora. ¿No se da cuenta que puedo hacer casi lo que quiera y siempre me salgo con la mía? ー

ー Por favor, estoy seguro que se arrepentirá. Usted está disfrutando de la vida y no necesita leer esto ー dice Biton con sus manos abiertas intentando apaciguar los ánimos.

ー Yo decido que leer o no. Me ha ido muy bien seguir mis instintos ーdice Fernando mientras se acerca amenazante al abogado.

ー Pero esto es diferente, hay cosas que mejor no saber ー replica Biton, pero al temer por su vida lo entrega deslizando el mismo encima del escritorio.

Fernando arroja la espada a un costado y toma el sobre que abre inmediatamente. En un principio su mirada ceñuda indicaba que no entendía muy bien el mensaje, pero a medida que avanzaba en su lectura sus ojos se abrían y su boca tomaba una mueca de espanto. Su espalda se encorvaba sobre la nota y un gemido entrecortado le quita la respiración.

La nota dice: “Estimado Fernando, si estás leyendo esta carta es porque considera que su vida no vale nada y desea suicidarse o hacer alguna estupidez. Pero sepa usted, que todo lo bueno que ha vivido hasta ahora no es más que el fruto de su imaginación, pues su alma ha creado su propio mundo en algún lugar de este vasto universo. ¿Recuerda que le dije que el alma es energía? Pues bien, el tónico que bebió no era más que veneno y usted está muerto. En las sesiones de hipnotismo grabe en su inconsciente y de allí a su alma para que esta cree; una vida muy afortunada, también la herencia y esta carta como seguro. Ahora que lo sabe, vuelva a imaginar su vida magnífica y disfrute eternamente. Un gran abrazo Dr. Anton Mirrow

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