La estrella dorada «Cuento «

La estrella dorada «Cuento «

Emanuel Santana

25/01/2023

Juan Álvarez un hombre de vocación y pero distraído hasta la perdición. Abrió la carta más decisiva de su vida. Él un hombre de moral pero abatido por circunstancias de un mundo encajado en la doble moral. Descubrió su verdadera historia al abrir la carta que su madre le dejó antes de morir. Algún día soñó que su vida cambiaría en definitiva. Pero ese día nunca llegó, hasta ahora, cuando abrió esa carta. 

Una noche anterior habia soñado que podía hacer del tiempo una quimera. Que los arboles en su buen tiempo, podían volar y plantarse en el cielo. Eso lo aturdió y le sacudió hasta el alma. Y lo hizo  despertarse a mitad de la noche. Con más dudas que aclaraciones. Pero ahora al leer la carta entendería, porque su madre le escondió la verdadera razón por la cual su padre lo abandono para irse en busca de una estrella dorada que  se escondía en el oriente. 

Su padre un  hombre de palabra y alma de hierro, que no se vencía ante cualquier tormenta que se le arrimara a la vida.  Salió de su casa  el día que las flores de San Juan florecieron en la noche, ese olor a flores frescas sería el último aroma agradable que oleria en su vida. Esa noche la vida olia a esperanza. 

– Esa estrella es mi última esperanza, Juanito esta enfermo y si traigo la estrella dorada para que lo cure nuestras vidas cambiarán.- Dijo el padre de  Juan  con voz teñida de melancolia. Antes de montar su caballo, el tinto, fiel amigo de batallas perdidas y una que otra ganada. 

– Pero hombre testarudo, es una ilusión perdida la que buscas!. -Dijo la madre de Juan con desesperación que le llegaba hasta los dientes, ella una mujer modesta, que no le parecían cuerdas las aventuras de su marido.  Un hombre soñador y perdido en sus ambiciones. 

-No queda otra salida a este callejón mujer. Es la salvación de Juanito  esa estrella.- Dijo José determinadamente, Juanito tenia una semana con fiebre había traído al mejor doctor del pueblo y no les dio mucha esperanza. Hasta que un gitano que llegó de sorpresa al pueblo, les dijo de la estrella dorada, que lo cura todo. 

Sin más preámbulo, sin sentir algún sentimiento por las lágrimas de su esposa, José Álvarez, padre de Juan y esposo sin méritos hasta ese entonces, de Josefina de Álvarez. Se subió al caballo con su machete y pistola esperando no usarlos en está travesía. Y arrancó con el caballo tinto, en busca de una estrella dorada que le salvaría la vida a Juanito. Llevaba consigo, una brújula de plata que consiguió con el gitano de barba gruesa y semblante sereno. 

– Está brújula de plata te llevará hacia donde se encuentra la estrella dorada-. Le dijo el gitano, un hombre sabio, que sin engaños le vendió la brújula a José Álvarez. Una noche de tormenta. Cuando los rayos no cesaban. 

– Y cuando sabré que estoy cercas de la estrella dorada?.- Dijo José Álvarez incrédulo. Mirando la cara del gitano que sonrío al escuchar la pregunta. 

-Las manecillas de la brújula brillarán cuando te señalen la dirección hacia donde debes ir. Y cuando llegues a la estrella dorada. La brújula se convertirá en dorada y es ahí donde está la estrella dorada. Pero ten cuidado el camino es peligroso. El camino del bosque es una travesía que no cualquier hombre se atreve cruzar. Habrá diablillos que te van a querer quitar la brújula. Porque ellos también buscan como tú, la estrella dorada. En la noche todo cobra vida, los hongos, los arboles y las flores, comienzan a hablar y alguno que otro te va querer confundir en tu camino, pero tú confía en la brújula.-Al decir esto el gitano en esa noche de tormenta, los rayos dejaron de caer y la noche cobró un silencio sin igual. 

Al advertirle todo sobre el camino del bosque, un olor a azufre comenzó a emanar. José Álvarez, lo distinguió y estuvo a punto de claudicar. Pero él un hombre con alma de hierro, no se atrevió ceder ante aquella advertencia.  

-La estrella está escondida, en las entrañas de un árbol, el árbol es un roble viejo pero sabio, te dará dos opciones. Pedir un deseo o quedarte con una estrella dorada. La desición es tuya. – Exclamó el gitano en definitiva. 

José Álvarez llegó al bosque en la noche, comenzaba hacer frío. Dejó su caballo tinto y decidio caminar armado con su brújula y sus dos armas. Entró al bosque, con más temores que valentía. Con brújula en mano, al entrar al bosque se encontró  una flor que brillaba cada vez que caía una lágrima de sus pétalos. José Álvarez la miró, sorprendido. La flor vió la brújula. 

– Buscas la estrella dorada verdad? – exclamó la flor. 

– Cómo lo supiste? – dijo José Álvarez agitado. 

– Lo sé por qué tienes la brújula. Muchos hombres han pasado por este camino. Igual que tú con la misma brújula. Otros salen corriendo por temor. Pero tú eres valiente. 

-Por qué lloras?-le preguntó José Álvarez sorprendido. 

– No lloró lágrimas, son diamantes. Toma uno es tuyo. Te lo obsequio.- Dijo la flor alegremente. 

Juan Álvarez tomó un diamante y quedo sorprendido por esa flor. 

-Sigue tu camino, confía en la brújula. Ten cuidado con los diablillos. Te van querer confundir no confíes en ellos, son malos. 

Dijo la flor y cerró sus pétalos para no abrirlos jamás. José Álvarez comenzó a tomar confianza, miro la brújula y las manecillas comenzaron a brillar cada vez más. No sabía en que lugar se encontraba, había caminado horas enteras, por ese bosque sin saber a dónde iba a parar. Juan Álvarez encontró una roca y decidio sentarse ahí para descansar ahí. Entonces apareció un enanito de estatura promedio  de un metro. 

-Hola buen  señor, lleva tiempo en este bosque?.- Dijo el enanito. 

-Si señor llevo horas en este bosque. – Exclamó José Álvarez. 

-No son horas son siglos.- Dijo el enano que en ese momento saco una pipa de madera con tabaco y comenzó a fumar. 

– No son horas ! 

-No señor son siglos, aquí en este bosque se pierde la noción de tiempo, aquí las horas son   siglos, los minutos meses y los segundos días. – exclamó el enanito fumando plácidamente.

– Y quién es usted?.- Preguntó Juan Álvarez. 

– Soy Abel, cuidador de los tesoros del bosque. Esta usted perdido? 

Juan Álvarez, sacó la brújula de su bolsillo y la contemplo. El enanito, miro la brújula fascinado.

– Esa brújula tiene un valor inigualable? – interrogó Abel. 

– Si es cara la conseguí con un gitano. 

– Busca la estrella dorada? – preguntó Abel dando una fumada a la pipa. 

– Si es cierto. 

– Tengo una olla de oro. Si usted gusta podemos intercambiar tesoros.

Juan Álvarez cansado hasta la razón. Desconfío de Abel en ese momento, recordó los consejos del gitano y los de la flor, de que no se dejará manipular por los diablillos. Desconfiado, miró la brújula y comenzaron a brillar la manecillas. 

– No está en venta está brújula. La vida de mi hijo no tiene precio alguna! 

Al decir esto Abel desapareció dejando una cortina de humo. José Álvarez se levantó de la roca y siguió su camino miró la brújula desesperado. Y entonces como un milagro la brújula se convirtió en dorada. Se detuvo y entonces un árbol marchito comenzó a brillar y a  caer hojas doradas de él. Se abrieron sus entrañas y había una luz intensa y dorada que encandilaba a cualquiera. José Álvarez más maravillado que asustado se le cayó la brújula de la mano. Y el árbol se convirtió en un dorado hermoso, algo que jamás había visto. 

-Has llegado desde lejos y por tú travesía te consedere un deseo o si deseas te daré una estrella dorada- Dijo el árbol con una voz serena y confiable. 

José  Álvarez aún sorprendido y maravillado se quedó callado unos minutos y después contestó. 

– Si quiero un deseo- dijo José Álvarez. 

– Y cuál es tú deseo.? – Exclamó el árbol. 

-Quiesiera que salvarás a mi hijo de una enfermedad que lo aqueja. Es muy pequeño y no merece morir aún vine desde lejos y me dijeron que tú eres el único que puede savarlo. 

– No puedo salvar a alguien que tiene destinado la muerte. No puedo cambiar el destino pero si la suerte. -Dijo el árbol con sentencia. 

Entonces José Álvarez derramó una lágrima creyó que todo fui inutil. Y entonces el árbol le respondió dándole una oportunidad más. 

-Pero tienes otra oportunidad, si deseas la estrella puedes llevarla con tu hijo ponerla en su  cabeza y se podrá curar, pero a cambio tendrás que dar tu vida por la de él.- Afirmo el árbol. 

-Tendre que morir. ? 

– No, quedarás convertido en un árbol a cambio de su vida. Él sanará pero tú vivirás el resto de tu vida cómo árbol. 

-Si claro acepto mi hijo no merece morir!

– Entonces entra en mis estrañas y saca de ahí la estrella dorada. –  Al decir esto José Álvarez entro a las entrañas del árbol y extrajo una estrella dorada la envolvió con un pañuelo y el árbol se apagó y dejó de brillar. Sin decirle nada más el árbol tomó la forma de un  árbol común al igual que todo el bosque. José Álvarez buscó la brújula que se le cayó y al encontrarla la tomó con su mano y al momento de tomarla se convirtió en cenizas.  José Álvarez salió del bosque montó su caballo el tinto y salió corriendo montado en su caballo, la estrella dorada no dejaba de brillar. Llegó a casa y su esposa Josefina que no lo esperaba abrió la puerta. 

– Hombre donde estabas?- dijo Josefina asustada. 

– Encontré la estrella dorada, dónde está Juanito?

– Está en la cama no sé le a bajado la fiebre!

José desenvolvió la estrella dorada del pañuelo, la puso en la cabeza de Juanito y la estrella dorada comenzó a brillar con un color  dorado hermoso, después comenzó a desvanecerse hasta convertirse en piedra. En ese momento a Juanito se le desapareció la fiebre y abrió los ojos alegremente y sonrió mientras José Álvarez empezó a llorar. Entonces de sus brazos comenzaron a crecer ramas y hojas verdes  y de sus pies nacieron raíces y entonces se convirtió en un árbol que se planto en el patio de su casa. 

Juan Álvarez termino de leer la carta y entendió por qué su  padre dio su vida por él. Salió al patio de su casa y abrió los brazos y abrazo el viejo roble que muchas veces jugo de niño con él y lloró al abrazarlo. 


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