Cronica de una rutina anunciada en el Sauri

Cronica de una rutina anunciada en el Sauri

María Garrido

22/09/2022

Sopla dieciséis velas que no consigue apagar. Todas ellas prenden formando una pequeña falla que cabe dentro de una baldosa. Comienza a resoplar vergüenza y reprende a la madre que lo parió un dia como hoy hace dieciseis años, por su mala leche. Aunque ya no tiene edad de mamar. La Rebe contesta rauda y le aconseja más sentido del humor. Mientras Rosa la diva del Sauri, reparte tarta de chocolate entre la variopinta clientela, que acaba de cantar el cumplefeliz y que cumplas muchos más.

Rosi, la hermana del cumpleañero estrena móvil por quinta vez este año y se lo enseña a la vecina milf que está su lado. De paso le cuenta el triste suceso de la muerte del conejo. Amaneció sin vida por la mañana, dejando este mundo, tal vez para viajar a otro, eso sí, maquillado antes de ser enterrado en el contenedor de la esquina. Le confiesa ya de paso lo que quiere ser de mayor, maquilladora de muertos. Reñé, apunta oyendola que es un trabajo muy bien remunerado. A la Milf se le enciende la lucecita y se plantea lo del maquillaje escabroso, puede ser una salida como otra cualquiera. Rosa la diva tiene un gran almacén donde pueden montar el tinglado del maquilla a tu muerto, porque siempre antes muerto que sencillo.

Reñé pregunta por la clienta habitual, le extraña ver su vaso desolado y abandonado sobre la mesa. Alguien le dice que se encuentra fuera, ha recibido la llamada de un tal árabe.

La fugaz celebración llega a su fin. La Rebe recoge regalos y poyuelos, que guarda bajo su ala. Se va con viento, ya algo más fresco. Es una Cenicienta de a las diez y media estoy ya medio muerta. Los niños la siguen protestando de «La que se avecina». Se cruzan en la puerta con la peluquera oxigenada que llega tarde y cansada, de su clase de francés a última hora. Encuentra mientras saluda bolsa de mandarinas que cree olvidada por alguien, coge algunas prestadas más ración de tarta y con las mismas dice hasta luego Maricarmen. La clienta habitual recupera amistad con su vaso, del que da cuenta de un solo trago y por la puerta de atras también desaparece. La diva baja la persiana hoy estropeada, como si fuera un pesado telón de teatro. El viento y la luna le dan las buenas noches, mientras entra en su coche. Por la mañana estará puntual, llenando su barra de tortillas de mil sabores. El café de la Rebe atraerá la rutina cotidiana de cada día. En el Sauri del barrio se cuecen las mismas habas que en los cafés de otros cercanos o más lejanos.

(Continuará si eso, que la milf también se muere de 😴).

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