Hoy recordé a Gabriel. Mi hermano que ya no está hace mucho tiempo. No recuerdo que año fue, creo que 2007. Pero sí recuerdo el mes: Diciembre. Otros años algo no me permitía recordarlo, pero hoy se me hizo presente. 

Desde pequeño recuerdo encontrarme similar a él físicamente. Cuando era chico recordaba hojear álbumes de fotos y dónde él aparecía yo decía «Mirá, somos parecidos» y la personas que escuchaba podía ser algún familiar o algún amigo de la familia y decir «Sí, en algo te parecés» o por el contrario decir algo como «Te podés parecer en algo pero no sos vos».

La verdad es que algunos rasgos similares tenemos. 

Recuerdo interactuar muy poco con él. Salvo las veces que iba a casa y le hacía preguntas o con mi hermana intentábamos jugar con él. Esas veces en que él estaba como de invitado por mi abuela. Para que no durmiera en la calle, como lo vimos varias veces. Durmiendo sobre un banco en la plaza. 

El hecho es que hoy no está. 

No está por cosas del destino. Yo no creo en el destino. Creo en lo que fué, en lo que recuerda mi yo de chico. Recuerdo verla llorar a mi madre. Recuerdo escuchar discutir a mi abuela reprochándole a mi madre el por qué de dejarlo así. El por qué de no haberle ayudado antes, que de haber hecho las cosas bien él no se hubiera suicidado. 

Qué cruel lo que ese niño escuchó y vió. 

Ahora me permito llorar, llorar lo que ese niño no pudo llorar. Llorar lo que Gabriel debió de llorar antes de tomar la decisión que tomó. 

Esta noche lloro. Mañana sigo construyendo la persona que deseo ser. La que debí ser y no fui. 

Que más pude hacer. 

Yo nada más era un niño.

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