Debería llegar en cualquier momento, ella nunca olvida llegar sin importar que tan difícil hubiera tenido su día. Habíamos acordado que todos los jueves vendríamos a esta plaza y nos sentaríamos a hablar de cómo estuvo nuestra semana; por años ninguno fallo a la promesa y todos los jueves veníamos sin importar lo que nos haya pasado en el día. Es por eso que supongo, debe estar por aparecer; ya ansió escucharla hablar de cómo estuvo su semana.

Ya pasaron diez minutos y ella no llega, comienzo a preocuparme, creo que no va a venir. Sé que parece apresurado, desesperarme por solo diez minutos pero es que cuando se trata de ella, la impuntualidad resulta un pensamiento prácticamente imposible. Es la puntualidad en persona, siempre tan ordenada y precisa, ella jura que jamás llegó ni muy tarde ni muy temprano a algún lugar, siempre puntual; no estoy seguro de que tan real sea ese cuento; porque para ser alguien tan minuciosa y organizada era bastante propensa a mentir o a ocultar información, eso fue un problema cuando nos conocimos, no me quería decir dónde estuvo o con quien y a veces me intentaba mentir y tengo que decirlo; gracias a Dios era terrible haciéndolo. Pero luego de un tiempo juntos (largo tiempo) nos afianzamos, ella confio en mi y se volvió totalmente transparente. Es curioso pues, esto hace que me ponga a pensar en todos los momentos que pasamos juntos, todas esas situaciones divertidas de las primeras citas, donde aún nos estábamos conociendo, siempre tan tímidos los dos; muchas veces pensé que no llegaríamos muy lejos, pero había una chispa entre nosotros que me animo a seguir metiéndome más en la relación. También comencé a recordar cada discusión que habíamos tenido, estas eran en su mayoría causadas por su costumbre de ocultar información; le costó mucho confiar en mí y cuando al fin lo logró hizo que valiera completamente la pena. Rememore cada beso, cada carcajada y cada lágrima que soltamos juntos y por separado.

Ya pasó media hora del tiempo acordado, comienzo a pensar que no vendrá y lo peor es que no sabría decir si eso es algo bueno o malo. Por un lado me sentiría un poco mal si viene, ha pasado casi un año desde que nos separamos de manera forzosa, ella obviamente no quería pero no tenía opción, no era algo que yo pudiera decidir, pero aun así, después de todo ese tiempo ambos seguíamos veníamos acá, tal y como habíamos jurado cuando éramos jóvenes. Pero una parte de mi sabe que no está bien que siga viniendo, ella debía dejarme ir y continuar su vida con otro que la haga feliz de la manera que yo no pude, sin importar cuanto pueda dolerme a mí. Por otro lado si ella no viene estoy seguro que significaría que al fin encontró a alguien más, me superó y que a la larga terminaría olvidándose de lo nuestro y por ende, me olvidaría a mi… y si llegara a olvidarme ya no tendría ningún sentido venir. Y una parte de mi todavía cree necesitar verla, como si no supiera que lo nuestro ya había terminado y quisiera seguir arrastrándonos a esto. Quizá ya decidió superarlo, o puede que simplemente se haya retrasado… supongo que alguna vez tenía que pasar.

Pasaron dos horas y nada, definitivamente no va a venir, es triste después de tanto tiempo pensé que sin importar las circunstancias estaríamos juntos, pero eso no es algo que pudiera decidir alguien tan inocente como yo. La vida siempre tiene un plan diametralmente opuesto a cualquier cosa que esperas, si vos queres una liebre vas a terminar teniendo una tortuga así son las cosas en este jodido mundo.

¡Nunca tendremos lo que queremos, sin importar que tanto uno lo quiera o cuánto se haya esforzado por obtenerlo, no podrás tenerlo pues esa es la misión de este mundo; hacer de tu vida una puta mierda, una miseria insoportable donde nunca nadie tiene aquello que tanto quiere sin importar cuanto lo desee!

Estoy a punto de irme, se levantó un viento helado y empezó a llover, no tiene sentido quedarme esperando un tren que nunca va a llegar, las gotas me atraviesan, extraño esa sensación, el viento frío sobre mi cara y la lluvia empapándome por com… Me doy vuelta, la veo; si pudo venir, después de todo no rompió su promesa. Ella se sienta en la banca, yo me mantengo parado, detrás, sin decir una palabra; empieza a hablar, me cuenta que tuvo que irse hasta el otro lado de la ciudad por el trabajo, perdió dos colectivos, los taxis no le paraban, se tuvo que venir caminando; yo no hago otra cosa más que ver su hermoso rostro, como las gotas resbalan en su impermeable blanco que le compré para nuestro tercer aniversario, recuerdo que ella lo vio y se quedó pegada a la vitrina por horas. Me empieza a contar que conoció a un tipo en el trabajo, es nuevo y lo pusieron a su cargo, dice que es genial, muy gracioso, apuesto, considerado y que la había invitado a salir, ella cree que es el indicado; que después de tanto tiempo, quizás, solo quizás, pueda volver a amar, empieza a llorar; sus lágrimas apenas se diferencian de la lluvia. Me dice que después de dos años por se siente lista para superarme, que posiblemente está sea la última vez que venga acá, pues mi solo recuerdo ya la lastima bastante. Cada parte de mi ser desea abrazarla, consolarla, decirle que todo estará bien; que tiene mi apoyo. Ella sabe que debe despedirse de mí, pero se mantiene en silencio; de repente comienza a llorar aún más fuerte. Me dice lo mucho que me extraña y que desearía que nunca nos hubiéramos separado de esa manera, me ruega que vuelva; sabe que es imposible. Tiene la cabeza abajo, los sollozos paran, levanta su sien y me dice que nunca me olvidará, que siempre seré el primer gran amor de su vida… pero es hora de avanzar. Deja un ramo de flores en la banca, se para, agacha la cabeza y no dice nada durante unos minutos; daría lo que fuera para consolarla una última vez; se despide; veo como se aleja entre la lluvia y la niebla. A pesar de su dolor, yo me siento feliz, porque sé que ahora, ella podrá ser feliz; empiezo a desvanecerme, ya nada me ata a este mundo, susurro mi último adiós y desaparezco.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS