Leyendo entre nubes..

Leyendo entre nubes..

ESTEFANYA PARRA

01/12/2021

Estaría genial tener una fecha exacta para saber cuando sucederá y estar listos. Contar con las mejores armas y salir victoriosos de esas batallas que se libra contra uno mismo, pero en algunas ocasiones no se trata de ganar, sino de entender que sucede y por qué llegamos allí.

Vamos por la vida portando un armamento de acero que para ser moldeado ha requerido de ciertas pruebas que creíamos no poder superar. Y no faltaba esa sensación de tener el mundo encima. Las distintas situaciones que nos han ido construyendo vueltas a ser observadas y comparadas con los actuales procesos que vivimos se vuelven «nada». Nos olvidamos que nuestro yo del pasado en aquel entonces hizo lo mejor que pudo con lo que tenía (experiencia, amigos, familia y ganas crecer).

Y no, no hay una fecha exacta que defina cuando estaremos sin ganas de nada, a punto de tirar la toalla, listos para enviar al olvido a una persona o ahogados en llanto por la perdida de un familiar que no pensábamos nos llegaría a faltar en algún momento. Planeamos una vida sin dolor o al menos tratamos de vivir sin él, se nos olvida que en aquellos momentos que más lloramos, más le reclamábamos a Dios por lo que sucede nos darán nuevas habilidades y madurez para volver a mirarnos en fotografías y ahora mismo «sonreír por todo lo sucedido» o exhalar profundamente por lo superado.

Aquel álbum de fotografías era lo último que habías recogido para que formara parte del equipaje que llevarías a Francia. Una lágrima emocional no dudó en salir, no era tristeza lo que reflejaba, pues estaba acompañada de una sonrisa y ese brillo en los ojos que se presentan cuando estas a punto de emprender un viaje. Había sido un cúmulo de emociones lo que habías vivido los últimos 11 meses, pero luego de mucho esfuerzo y trabajo consciente lograbas realizar ese viaje que parecía ser imposible, solo porque tardo un poco más de lo planeado.

La ropa cómoda para el viaje, la maleta en el coche y los papeles en orden te invitaban a salir de casa orgulloso de todo lo que habías logrado. La ruta a recorrer eran 19 km hasta llegar al aeropuerto, entonces la música no podía faltar. En ciertas ocasiones por no decir siempre, la emisora a ser sintonizada sabia exactamente que necesitabas escuchar. Conducías, disfrutando del viento que chocaba con tu rostro y alborotaba tu cabello. Inhalar y exhalar profundamente era casi imposible.

Dentro de las cosas simples de la vida te llenaba el alma recordar a tus padres sonriendo al compartir en familia. Cantar a todo pulmón no se podía hacer esperar y cuando empezaste hacerlo hasta las baterías de la misma canción desataron una fuerza que te impulsaba a cantar más fuerte. No estabas loco, aunque esa misma hubiera sido la palabra perfecta para describirte, pero recordar todo lo que pasaste para poder viajar aquel día lo ameritaba.

Ibas en camino a conocer nuevas personas, a deleitar tus ojos con los paisajes que serian capaz de recordarte que estabas vivo. Todo lo que había pasado, como aquel amor que traiciono tus sentimientos y creías no poder superar, aquel día lo recordabas sin rencor. Aquellos proyectos que parecían no poder cumplirse por la intervención de terceros sacaron lo mejor de ti, para poder llevarlos a cabo. Esto permitió darte cuenta de que eras mejor cada día, bajo tus propias reglas. Esas que solo tú sabes cuáles son, pues conoces el potencial que llevas dentro.

Cada vez que el mundo trataba de derrumbarse por decisiones poco acertadas o situaciones que parecían superar tu capacidad de hacerles frente, ahí estabas motivándote «¡continua!, aquello que antes considerabas imposible ya lo hiciste» era el mantra que repetías y parecía recargar tu energía. Porque algo era claro, aún tenías proyectos pendientes por cumplir, entonces recordarte que estabas en camino para lograrlo hacia toda la diferencia en aquellos días tormentosos.

Las horas largas por la noche que en cualquier instante mostraban un bello amanecer valieron toda la pena del mundo ahora que recuerdas todo el esfuerzo que pusiste para cumplir tus objetivos. Este viaje, era el reflejo de aquello. Conduciendo orgulloso de ti, cantando y desde luego respetando las señales de tránsito llegaste al inicio de una gran aventura.

Abrazaste fuertemente a toda la familia que se despedía de ti en el aeropuerto, pasaste directo a dejar tu equipaje facturado, pues te habías encargado del check – in el día anterior. Todo estaba listo, el pasaporte y la visa de igual manera.

Por recomendación de amigos y familiares, llevaste tu propio entretenimiento. La música y un buen libro no podían faltar. Cualquier falla técnica podía suceder y estar en un viaje largo sin distracciones solo se podía resumir en hablar con tu acompañante o dormir.

El avión había despegado y parecía que estabas en una montaña rusa, pero aquella sensación del estómago vacío era únicamente la forma de empezar a conquistar el cielo. La vista era espectacular, y luego de un tiempo mirando nubes aprovechaste para empezar a leer aquel libro que llevaste. En cuanto lo abriste cayó una nota.

Hay días cargados de emociones positivas en los que portabas una sonrisa y buena actitud, otros que son el límite para tomar decisiones luego de haber estado melancólico y con algo de miedo, unos que si no los aprovechas pasan a ser nulos y también están los que nos hacen sentir al máximo y saber que tenemos vida.

Estos últimos los construimos con cada paso que damos, disfruta, aprende, grita, explota de risa y sonrisas con cada paisaje que miras en un lugar que te está abriendo sus puertas. Buen viaje, excelente descubrimiento de un país que antes fue desconocido, y más que nada, magnifico descubrimiento para ti a nivel personal y profesional. Que Dios te bendiga. Estoy orgulloso de ti, aunque te encuentres a kilómetros de las personas que confiaron y creyeron en ti, ellos serán capaces de sentir tu felicidad muy cerquita. No dudes en expresar tus emociones aun si estas son captadas en fotografías.

Que este sea el inicio de muchas experiencias con paisajes hermosos, personas increíbles, comida deliciosa, calles por recorrer y un deleite para tus ojos que te brindara el mundo entero si tú decides recorrerlo. ¡Ve y explora!

Aquel libro había quedado inconcluso, aún habías páginas que leer. Estas quedaron porque el día perfecto para leerlas seria cuando volvieras a abrir el libro. La nota era lo que le dirías a tu yo del pasado. Lo que no imaginabas era que esto impactaría a tu presente, para que siguieras dando lo mejor de ti, amando con intensidad aun si había pruebas que te romperían el corazón.

Después de todo, los años que llevabas de vida, te enseñaron que debías expresar lo que sentías, seguir siendo honesto y ser más astuto en las oportunidades que la vida te daba. Vivir para servir, sin esperar nada a cambio, viviendo como si fueses a morir mañana, confiando en la intuición que casi siempre tenía la razón. Porque ciertamente todo aquello te llevaba a seguir conociendo personas leales y sinceras.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS