¿ Qué habrá en tu silencio?
¿ Qué habrá en tu silencio?
Sospecho la respuesta a la gran curiosidad que evocas,
universo misterioso que estalla en el centro de tu pecho
y se asoma en tus pupilas
cual cielos que se desbordan en el azul inmenso e infinito de la vida;
Sonrisa que devela la alegría de saberte única, bella e hipnótica,
que seduce a las sombras taciturnas que danzan
en espirales de fuego, cantando y levantando los brazos,
despertando, deborandose…
Consumiéndose.
Pero tus labios callan
y con ellos la dulce melodía,
silencio tan tuyo que nos recuerda instantes,
que somos ajenos y no habrá ni letras, ni sonido que revele tu misterio,
haciendo de nosotros lo que el destino quiere,
diferentes tipos de espectadores,
criaturas contemplativas, curiosas .
Autor: R. Y. Ayala M.
Ella… D…
¡ Y tan sólo él miró los labios teñidos de rojo fuego!
Fuego como el reclamo del sol que no ha muerto,
fuego como la sangre que recorre sus venas
reclamando la libertad del cielo aprisionado.
Vuelve a mirar el rojo y el rojo le acaricia la pupila;
Rojo que lo sumerge en el mar en el que flota,
rojo que asemeja un paraíso extraviado
en el más profundo encuentro;
Pero ese rojo, ese fuego,
están tatuados en sus labios,
labios que pronuncian,
labios que declaman,
labios que suspiran,
suspiros roban sus labios,
labios de ella que mira él,
labios a los que su inanimado cuerpo sonríe
y ella abraza.
Autor: R.Y. Ayala M.
Homicidio de una musa
Estrangule a mi bella musa
en una fría noche,
donde el desdén de sus afectos
besaron mis labios, mordieron mis sueños,
y con una suave caricia
arrancó de mi pecho la esperanza vana
de sentirla mía.
Ella sonrió con cinismo
cuando mis manos
apretaron con más fuerza,
¡Era libre!
Libre de mis letras
que se aferraban a sus pantorrillas,
libre de ser estrella,
libre de ser el vino
de mis noches sedientas
y suicidas.
Sentí su pulso
extinguirse entre mis manos,
mientras mi alma pálida
vestía de luto
llorando sin sosiego,
escuchando el murmullo
que anuncia que en otoño
las flores extravían los pétalos
que vuelan como mariposas.
¡Ella navegó hacia un océano lejano!
Autor: R. Y. Ayala M.
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