La Belle Dame sans Merci

La Belle Dame sans Merci

Daniel Grand

01/11/2021

—Pero ¡qué guapa eres! Pareces un ángel de Victoria’s Secret.

—Llegó la hora —responde con frialdad administrativa.

—¡Caramba! Sí que eres parca en palabras.

—¿Un graciosillo? —Su tono cambia a burlón, pero ya no resulta tan agrio—. ¿De verdad crees que puedes sorprenderme? ¿A mí, que le he cerrado la puerta a Platón, a Borges y hasta a Vinícius de Moraes? No será un fracasado aprendiz de escritor como tú el que me haga mover el esqueleto.

—¡Ja, ja, ja! Muy bueno. ¿Ves como sabes bromear? Tampoco creo que tú puedas sorprenderme a…

—¿No me temes? —interrumpe.

—¿Temerte yo? «Temer» es una palabra desabrida comparada con el atroz espanto con el que te he esperado toda la vida. La sombra de tu amenaza no se ha apartado de mí ni un instante. Te he imaginado al acecho todo el tiempo. Dicen que mil veces mueren los cobardes; pues yo, mil veces mil. Imaginé tumores, todas las demás enfermedades y accidentes. Los aviones siempre estuvieron a punto de caer, los perros de atacar, el león de escapar de la jaula y el sueño (tu hermano pequeño) cerró cada noche mis ojos sin un después. Una verdadera conspiración. Y, sin embargo, jamás sospeché que pudieses ser de tal belleza embriagadora. Quiero besarte la noble calavera, ceñir con mis manos sarmentosas el estrecho contorno de tu talle, respirar tu aliento a moho penumbroso y guarecerme en tu interior de jazmín que sabe a mares…

—¡Ay!

—¡Muerte! ¿Eras virgen?

P. D.: Este microrrelato esta dedicado al gran poeta Rogelio Mora Espinosa. Espero que nadie lo culpe por ello.

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