Estaba ensimismada en las tareas cotidianas, sobre todo por mi empleo nuevo.

Debía prestar mucha atención para hacer lo mejor posible.
Era el primer día solitario en la tienda de fotografías, por suerte, cuando llegué, compartí media hora con mi compañera.
El día pasó rápido; no dejaba de entrar gente al local, y eso me enervaba, ya que no contaba con la rapidez de alguien que trabaja allí hace tiempo.
Cuando me quise dar cuenta ya era la hora del cierre. Más nervios, porque sabía que no me sería tan fácil cerrar la caja correctamente.
El horario de salida es 21:30 horas, me terminó avisando una de las chicas de seguridad del Carrefour, si me faltaba mucho, y me puse más nerviosa. Cuando por fin cierro y apago todo, ayudada en mi desesperación, por el jefe cibernéticamente, me dispongo a cerrar la puerta, y no podía.
Luché por lo menos diez minutos, mientras unos muchachos me miraban como diciendo apúrate mujer, que tenemos que cerrar el supermercado.
Por fin pude, pero de los nervios me dieron extremadas ganas de hacer pipí, por lo que fui al baño, sin siquiera mirar el espejo, como hago de costumbre. Todos los demás estaban apurados, me apresuré, pero como era San Valentín y luego me encontraba con mi novio, eché un vistazo a mi pinta, que casi siempre es desastrosa.

Pero en lugar de encontrarme, como siempre, se reflejaba una extraña, con rulos salvajes, melena corta, con ojos achinados, curiosos y cansados.
Me quedé un instante plantada observando, cuando me percaté que la extraña era yo, que ese mismo día había cortado mi cabello, y en el ajetreo laboral; lo había olvidado.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS