Silencio lioso.

Sin palabras, solo me arroja sobre la cama que un día fue nuestro santuario, dejando de lado lo sagrado para convertirse en solo un colchón, insípido e insignificante.

Hizo que el acto más intimo fuera crudo, rudo y sin alma. Dejándome asqueada, envuelta de sudor, sin nada entre los dos, como nunca antes. 

Soy parte de lo frio que se ha vuelto la habitación, le he dado la espalda como reflejo de una clara desconexión, pero él puso su mano en mi cintura y me duele el gesto tan funesto que intenta rescatar lo que para ambos era tenernos, que creímos eterno.

En un silencio lioso, fue inútil recuperar el amor.

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