El cielo espeso, espeso de tanta noche, lleno de nubes negras cargadas de agua denotaba que una lluvia intensa pronto llegaría, el viento denso, cargado de humedad daba la impresión que en pocos minutos comenzarían a caer gotas gordas.

En la finca de doña Josefina, era día de fiesta. Su boda era el evento más esperada del pueblo. Seguro llevarían mariachi, comerían pozole o alguna otra comida que la gente pudiente puede darse el lujo de regalar en esas fiestas de alcurnia.

Eran las cinco menos diez, las campanas de catedral comenzaron a repicar para anunciar el comienzo de la ceremonia

Un torrente de agua helada venia del cielo, la lluvia bajaba a cantaros y las coladeras se llenaban de inmediato, ríos de agua eran las calles y los carruajes eran arrastrados cual barco de papel en una acequia.

Doña Josefina lucía un vestido blanco, impecable, el tul le cubría medio rostro y el ramo de azahares resaltaba en sus manos morenas, manos de india.

Las cocineras trabajábamos arduamente para que elbanquete estuviera listo antes de las siete. Jose llegó muy asustado a la cocina:

-dice don Teodoro que va a matar a don Cosme, que no va a permitir que se case con doña josefina, ya hasta trae pistola.

– mire don José, vaya y dígale eso a don Cosme, que es al que le debe de interesar. Déjenos terminar el agua de granada que si no está lista pa las siete, nos van a despedir.

Seguimos pelando granadas pal agua y desvenando chiles pal pozole.

-¿te acuerdas Enriqueta, cuando josefina fregaba los pisos y desgranaba mazorcas en el tapanco junto con nosotras?

-sí que me acuerdo Remedios, éramos las más diestras en la desgranada de maíz, ni el Nicanor nos llegaba. Pensar que ahora será la patrona, de seguro no nos va a mirar como antes. Nosotros de huaraches y ella de botas de piel.

-¡dejen de estar de chismosas que la fiesta no tarda en empezar!

-ay Raymunda, tu nomas de cascarrabias.

La fiesta del año, que digo del año, del siglo. Don Cosme vistiendo su traje de lino café, almidonado y sus mocasines beige. Doña Josefina, resaltaba su piel de india en ese vestido blanco. Fue la fiesta más bonita que haya visto jamás.

Pero a decir verdad, doña Josefina fue la novia más triste que he conocido. Su semblante triste, sus ojos desorientados. Nunca mostro esa sonrisa, la que siempre tenía cuando caminaba con Teodoro en la milpa, descalzos y el sol quemándoles la espalda.

Ese mismo día de la boda, dieron la noticia a los papas del Teodoro:

-señora Martina, Teodoro apareció ahogado en la orilla del rio.

Así nomas le dijeron, pobre Martina, se puso blanca como parafina. Se desmayó del puro susto que le dieron. También Josefina se lanzó a correr por toda la calle, hasta que llego al rio.

Dicen que se metió al rio con todo y vestido de novia, cargo entre sus brazos a Teodoro y lo besaba, pobre Josefina.

Don Cosme de puro coraje la mando traer a rastras. Los hombres de don Cosme no se andan con juegos, arrastraron a Pina por toda la calle, hasta llegar a la finca.

La fiesta siguió igual, pero sin Pina. Que no volvió a salir de su habitación en meses. El único día que salió, fue para ver a su hija Lucila, a quien alumbro en la oscuridad del cuarto y quien dice que era hija del Teodoro.

Un mal día, llego el olor a podrido. La señora pina se había suicidado, batida en sus propios desechos, tan andrajosa que nadie la reconocía, tan repugnante que daba asco verla.

La enterraron con el Teodoro. Quizá finalmente hayan sido felices juntos debajo de la tierra.

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