DANTE EN SU ESTADO DE DEMENCIA

La verdad no lo sé…, para mí en ese instante no fue un error, aunque debo confesar que existía un augurio ulterior que insistentemente me indicaba lo contrario, urgentemente mi voz interior me proponía que no lo haga…, que no la aborde, que me aleje de allí…, más mi otro yo, quien sabe el más básico, el más puro, el eterno salvaje lujurioso, embebió mi alma en una misteriosa seducción decidiendo sin misericordia y de un tirón que me siente a milímetros de ella, en la misma banca pública que cientos de veces me significó una ubicación estéril y pueril, ahora cómplice de mis emociones más primitivas acogía mis afectos con cierta dosis de insólita adrenalina, ahí pegadito a ella respirábamos el mismo oxígeno toxico de un domingo liberto a las escaramuzas y treguas de las fiestas de carnavales, en ese fresco amanecer gozaba a un palmo de una piel tan joven, tan blanca, tan tersa, hasta sentirla transparente, pudiendo notar las minúsculas venas que le alimentaban el rostro y se encaramaban como una red microscópica hacia su cabello azabache que desprendido como una masa oleaginosa en forma de ondas increíbles le daban cierta hermosura universal, cierto ángel fuera de este mundo que nadie advertía como errado, porque solo de cerca lo limítrofe se hacía indeterminado, era una niña especial, sumamente especial, sumamente inquietante, despertaba en mi todas las emociones juntas para ahogarlas en un profundo exhalar…, pero entonces…, qué hacia allí, cuánto tiempo dedicado a la espera de quien no vendrá…, de qué lado del edén proviene…, y yo mil veces siendo un animal de casa, un sediento y torpe coyote persiguiendo a su corre caminos…, porque finalmente uno es lo que cree ser…, tenía gafas oscuras con marcos blancos sobre una nariz pequeña y espigada, atrapando la convicción que esperaba el rápido de la Central de Tokio, sentada en una banquita del jirón Camana, ajena al verdadero transito público, esperando alguna seña mundial de lucidez, sus ropas formaban un solo vestido de fiesta azul chirriante, que apenas si dejaba ver unas pantorrillas blancas y desnudas, muy bien cuidadas y contorneadas, me pregunte nuevamente qué estaba haciendo ésta cosita dulce y deliciosa sentada sola y con esa facha de maravilla cosmopolita…, me pregunté qué diantre ocurrió en su cerebrito para que pierda toda malicia y que clase de ser humano puedo ser yo para hostigarla de esta manera tan capital. Era un domingo por la mañana luego de una noche estruendosa de carnavales en el damero de Pizarro, los transeúntes en grupos o simple mente solos como lo estaba yo, macerados por el cigarro y el alcohol pasaban por ahí marcados por los estragos de la farra, en busca de los taxis municipales, la mayoría eran muy jóvenes y extrovertidos…, me apresure a seguirle una conversación saturada en manías domésticas y trivialidades absurdas, quería buscarle un hilo, una conexión, un tema que nos atrape…, entonces me empezó hablar en inglés, quería saber si creía en Dios, sonrió con gesto muy descortés parecía que quería hallarme en el ridículo de no poder entenderla…, gracias a mis padres adoptivos dominaba el inglés y el francés, no tuve problema en conversar en inglés, aunque el mío era el americano y el de ella parecía del británico, el hecho es que le dije que creía en Dios pero no en las religiones pues son hechura humana, daba la intención que no le importaban mis respuestas, repreguntaba como si se tratase de un examen de selección laboral, siempre reía cada vez más cerquita de mí y yo sintonice al toque y le comente de la existencia de una energía que jamás muere y rencarna para mantener vivo un romance más que un amor, un recuerdo resistente a todo tiempo y volvemos solo para vernos, como lo hacemos tu y yo ahora, porque nada es de casualidad…, el azar no existe, le dije… de pronto estire la mano con la autoridad de una larga amistad o familiaridad y le retire los lentes y la belleza de su mirada oriental termino por encender esa raza bastarda que tiene todo hombre cuando solo piensa en poseer a una mujer, tenía una nariz muy pequeña y muy hermosa, quién sabe fue el detalle de algún Dios incorregible en su estado de suma gracia, seguidos de unos labios muy rojos, las pestañas eran de una muñeca y su discurso ya en ese momento era el de una niña avasallada y extraviada a ganar lo que sea, solo por ganar, incapaz de saber que acariciaba el rostro mortal de su asesino en serie, de su potencial victimario…, entonces, cabreando todos mis ímpetus me dijo que me parecía al chico de la tele y me retiro los lentes y se los puso para que yo me ponga los de ella, sentí la duplicación de mi cuerpo, la extravagancia del lobo descubierto por su caperucita del oriente…, su carita de esquimal pervertía mi alma…, mi cuerpo hinchado no soportaba las costuras de mi traje, parecía que me iban a estallar los músculos pectorales, la corbata pronto me asfixiaba y ella jugando con mis gafas las tumbo entre mis piernas rígidas y duplicadas al punto de explotar los vértices de mi pantalón que me agobiaban, entonces tenía mucha dificultad en seguir la conversación, quería hundirme en el sexo a sabiendas que solo el sexo mueve el mundo…, ella por el contrario, sin pisca de malicia se deslizó por entre mis piernas buscando las gafas mientras los jirones de sus cabellos tropezaban sin remilgos mis genitales…, que clase de criatura a apuesto Dios en mi camino, estiré los dos brazos hacia arriba, el clásico yo no fui…, como para sacarme esta bestia interna que quiere salir de mi interior para proseguir con la exploración descarada de esta adolescente que a mi juicio hacía poco había recibido una impresión tan fuerte que la sacó del mundo real para siempre, empero su traje no estaba ni forzado ni sucio, ella seguía hablando mitad en castellano mitad en japonés, ya no la seguía, estábamos en el fondo de una pecera… y parecía que me hacía una entrevista de mis años en televisión, cuando alcancé la fama en un show de la realidad, mis padres legalmente adoptivos buscaban a mi madre biológica, esa etapa fue de locos, tenía que repetir mis primeros recuerdos, cuando luego de una balacera, mi madre fue involucrada en una organización terrorista internacional y le perdí el rastro, a ella y a mi hermana Beatriz por siempre un vago recuerdo, la pesadilla contante de cuando niño… y a consecuencia de ello me volví popular y muchas personas me paraban solo para darme fuerzas y rogar que encuentre a mi familia esquiva, entonces dado que la joven recurría a ese tema yo lo usé para envolverme en diálogos que solo pretendían sacarle la mayor información posible, quería saber dónde vivía o cómo se llamaba, nunca supe si estaba alucinada por una pastilla que tomó o le dieron o en verdad estaba enajenada o tal vez era una alienígena perdida en este planeta a punto de estallar, lo último que recuerdo es que me hablo de un sacrificio, sus pequeñas manos con uñas de niño escolar me cogía la cara para decir y repetirme de frente, “es que no se dan cuenta, no es una tragedia, es solamente un sacrificio”…, que bruto soy, que bruto seré…, ya no me importaba entenderla…, el asunto es que se paró un taxi amarillo municipal frente a nosotros, frente a la banca en la que estábamos sentados y nos dijo para llevarnos a casa, entonces la miré y solo pensé en devolverla, era carnada fácil para cualquier sádico urbano, incluido yo por supuesto, acto seguido la cogí de la mano e ingresamos al taxi, le dije que le dejaría en casa, ella me dijo que vivía muy lejos poco antes de subir, le interrogué dónde, parecíamos dos enamorados jugando a dónde lo hacemos, en tu casa o en la mía, que absurdo y pese a que le duplicaba o triplicaba la edad yo nunca perdí mi forma atlética y por lo demás todo encuentro con mujeres de corta edad me devolvían a la pubertad, no lo sé…, en ese momento solo quería privacidad para amarla sin importar su pasado, su presente o su futuro, ella dijo que vivía por Collique y dio el nombre de la cuadra de una dirección que el señor chofer taxista municipal dijo conocer, recuerdo que introduje mi cráneo por la ventana y acordé un buen pago por una buena paseada, el taxista entendió poco por mis guiños y más por mi dinero, cuando arrancó el carro ambos sabíamos en que nos íbamos a entretener, ella cogió sin mayores exageraciones ni destrezas mi genital erguido sobre el pantalón y me beso tiernamente, su cuerpo delgado y suave como el de una pajarilla parecía deshacerse o desaparecer bajo ese vestido de mago, mi mano corrió por el hilo de su hombro y hallo debajo de su brasear un seno trivial, erguido y robusto que solo presagiaba el encuentro con la eternidad, fue como un sueño de luces de neón y de ángeles celestiales envueltos en algodón de miel y un fresco viento que nos abanicaba sin cesar, perdí el control de mi ser y fui suspendido en un misterio tan igual como los cuentos de quienes visitaron Ganimedes, cada vez que me pongo a pensar en ello solamente recuerdo un lio de quirófanos y seres de blanco con sus rostros todos cubiertos por luces y olores a fenoles, pero en todo momento su mirada tierna y sutil de extrema hermosura asiática que esta fuera de este mundo, ella iba dictándome en el oído todo lo que debo hacer desde esa fecha hasta el día en que me muera, era como un juego en el cual nuestros cuerpos desnudos retozaban entre algodones, entre misterios universales difíciles de entender, el caso fue que aparecí sentado en el mismo banco público del damero de Pizarro, con la misma ropa hecha estragos por el tiempo y el apego de loco, con cinco kilos de menos, lleno de barba, el cabello mucho más largo y seis semanas después…, en ese instante solo sentía mucho frio, mi cuerpo estaba helado y todo me daba vueltas dentro de un difícil registro de la realidad, de pronto un joven que vendía diarios se acercó a revisar mis bolsillos más que mi salud, fue en ese instante que lo cogí del brazo con una fuerza inusitada y le dije que me cuente lo que sabía, lo que había pasado, pero el mozalbete de inmediato sacó un cuchillo con su otra mano y me lo puso en el pecho y me ordenó que lo soltase, que lo estaba ajustando muy duro, luego me dijo que mi novia me había bajado con la ayuda de un taxista municipal de carro amarrillo y me habían sentado ahí…
Deambule toda la mañana preguntándome que había pasado, no quería ir a mi casa, tal vez pensarían que sigo en las barracas de la universidad, fue en ese momento que revisé mis bolsillos pensando que no encontraría nada, pero en el fondo de mi billetera había un cheque doblado, con la suma de nada menos de 10000 euros para el portador, ¡algo me han sacado!, inmediatamente lo pensé, tenía la convicción de que me sacaron un riñón, mi hígado, tal vez un testículo, una ¡córnea! no lo sé, entre a un baño público y me desvestí para ver la cicatriz en alguna parte de mi cuerpo pero no hallé nada, revisé mis brazos con ansiedad y hallé huellas de haber sido pinchando varias veces, por lo menos cuatro, también halle la señal de una vía farmacológica en la mano, y ya cuando regrese a mi cuarto en la universidad, el profesor encargado de los talleres de literatura antigua me dijo que había perdido la cátedra del ciclo por falta injustificada y que me estarían buscando remplazo para el próximo ciclo, es más la policía ya estaba informada, ellos se encargaron de decirles a mis padres y familiares de un posible secuestro, por ello me fue fácil seguir un tramite de investigación y denuncia por secuestro y robo de órganos, pero ahí comenzó otro rollo más complicado pues me realizaron varias pruebas y hallaron el registro de sustancias no compatibles a los radiactivos nacionales, tenía que viajar a los estados unidos o a cualquier nación con mayor adelanto científico, pues con la logística local no se halló nada de nada, tarde meses en volver a ser quien era y de esa experiencia solo siento que me falta algo muy importante, hay una perdida, una ausencia, un tiempo en luto sin explicación, una sensación de víctima, una extraña sensación que me acorrala en los ratos más calmos de mi existencia, haciéndome dudar de mi propia existencia, como si no saliera de un sueño o de una película llena de angustia, y realmente creo que es como si poco a poco me estuviera volviendo loco, trato de manejarlo pero sé que es como la vejez, un evento ineludible, lo siento cuando dicto cátedra sobre ciencias sociales a los estudiantes que acaban de ingresar o cuando simplemente voy a la tienda a comprar lo más básico que se pueda adquirir y finjo un comportamiento normal y casual, aunque sé que en cualquier momento voy a dar vueltas y rebotes como un loco espantoso de el que nadie quiere juntarse porque corro sucio y calato y no saben cómo ese pensamiento me llena de espanto, mi libido ha desaparecido por la rutina de registrar cada acto mío en la zozobra del doblaje, de la paranoia por descubrir el detrás de cámaras, la vida detrás de la vida…, y siento que lo que me está pasando es patológico…, la última vez que hablé con el jefe policíaco me dijo que fue imposible rastrear ese cheque sin fondos y lo más anecdótico era que todas las huellas que tenía el cheque eran las mías y hasta la caligrafía era la mía, con un 97% de probabilidad a decir del más experimentado perito del cuerpo policíaco, incluida la firma, claro está, “en todos los años que trabajo en los servicios de las fuerzas especiales contra el delito común no había visto tal grado de patraña”, me detalló el jefe, mientras me miraba escudriñándome con su rostro seboso y lleno de manchas hepáticas, lo común era encontrar gente que le habían robado uno de sus riñones, pero en la actualidad la mafia operaba secuestrando niños, para no robar un riñón, con sabe Dios qué enfermedad, un secuestro como el mencionado es el primero, incluida la broma del cheque y mientras él me cogía por el codo izquierdo y me llevaba a un rincón para secretearme sus cavilaciones, había otro murmullo casi subterráneo y socarrón que como comentario aun llegaba claro a mis oídos, la de sus colegas calificándome de loco, tras sus odiosas risitas simplonas, empero, con la seriedad del caso el jefe me recomendó un hipnotista, otra vez hurgando en el recuerdo, retrocediendo en busca de todos los rastros perdidos, anotando en un cuaderno de colegial hipótesis inverosímiles, registros que me confundían aún más, ahí donde se pierde toda cordura, tras ése hilo de una posible salida, de una posible solución, donde el mundo real nos abandona sin pena por algún otro peor laberinto de supuestos que nos arrastran hacia un abismo igualmente válido para vivir o mal vivir, maniáticos de nuestro propio exorcismo ya no nos importa nada, solo seguimos aquel rastro de mujer que nos recuerda el útero de nuestra madre, nuestra primera felicidad y reconciliación con la vida, de pronto solo es un sueño de laberintos y códigos que nos vuelven impares y perennes, en este momento como en ningún otro, no lo sé, entiendo que es mi único impulso para vivir, naufragando en el fondo de esta hermosa pecera sin límites ni tiempo, encontrándola, perdiéndolo, reviviendo y muriendo, todo a su vez, donde lo mismo es estar arriba que abajo en la anarquía de la búsqueda de una respuesta que cree otra para no emerger a la lógica humana que decide que es y no correcto, aquí en este espacio no se fornica, ni hay dinero, ni enfermedad, toda soledad es utopía, toda compañía es mentira y toda familia más que un fraude es una compasión…, recuerdo haber casi tocado todas las partes de mi cuerpo para hallar algún registro de cirugía o alguna señal que los médicos no advirtieron, hasta pensé que me habían violado e hice que un especialista me haga un descarte de desgarro del esfínter ano rectal, en esos días, todo, todo se me ocurrió, fue por ese tiempo que finalmente fui al hipnotista, le exigí que grabara todo lo sucedido en un CD, y así fue que me vi tendido en su cuarto raleado por la penumbra en medio de muebles atiborrados de polvo y humedad yacía como un viejo tablón pétreo y rustico, una tarde de invierno tras el sonido de una campana en medio de una música de piano y aquellos gestos de oso siberiano que finalmente casi me obligaron a que me quede profundamente dormido, el doctor Yung Kem Poo revivió paso a paso mis últimas horas del domingo 30 de julio del año vacante…, en todo momento Kenny, la mujer que hallé en la banca bloquea mi mirar y mi concentración, supuestamente ella me besa con un rubor especial, quién sabe adherido a sus labios con una cinta de goma que al rozar con los míos me provocó el sueño, ella jamás me deja, siempre esta mirándome y besándome, en cada recuerdo mío esta la desnudez sin agobio de su hermosura en primer plano, todo estaba planeado para estudiarme la sangre y para depositarme mezclas hormonales, se escuchaba detrás de ella equipo médico y el áspero olor a fenoles, ahora más que nunca recuerdo su rostro chiquito, su cabello sobre mi rebotando como una mágica cascada, sus infaltables te quiero, en doble idioma, aunque dudo que ese japonés era la traducción de su español, no tenía por qué y en el momento más álgido de mi recuerdo una luz de neón bloqueaba todo mi mirar entre las ráfagas de sus jadeos sentándose sobre mí, una y otra vez, así lo creía, y jirones blancos de sabe cuántos médicos participaban de ese chapoteo de ranas de experimento en la codicia de un falso sexear, ella siempre mirándome y amándome, recién caigo en cuenta que no paraba de hablar en japonés, quien sabe comunicándose con sus colegas, finalmente el doctor Yung me dijo que el trabajo estaba hecho por profesionales y quién sabe la respuesta esté en Japón…, imposible ir con un sueldo de profesor universitario, imposible seguir aquellas frágiles pesquisas que quizá terminen por arruinar mi precaria existencia…, luego me fui solo a una conocida taberna del parque universitario para tomar alcohol con una golfa horrible que seguro estaba dispuesta a robarme sin compasión, pero oh sorpresa, oh doblemente oh, oooh, era una mujer buena, le conté como cuando cuento todas mis cosas a la gente que me rodea, sin faltar a la verdad todo lo que mis recuerdos agolpados me traían, todo se lo conté, hasta lo del doctor Yung, es más el doctor junto con especialista en dibujo creo el rostro hablado de mi doncella… y la señora en mención al ver el dibujo… quedo boquiabierta, ella me dijo que conocía a la mujer, le hacia los mandados, aparentaba una edad que no la tenía por su cuerpo frágil y menudito arraigo, me dijo que la vio llegar con unos tipos todos japoneses e instalarse en el hostal donde ella trabaja lavando los menajes del dormitorio, me dijo también que el hotel de turistas está a la espalda de jirón Camana, donde está ubicada dicha banca pública, me conto que eran cinco hombres y dos mujeres, me narró con mucho detalle, parecía una familia de lo más normal, la extraña era ella, quien salía a sentarse a la banca todas las mañanas y parecía no juntarse con el grupo, no se más parecía un señuelo, eso si todos usaban lentes negros y no hablan nada, todo lo hacían por señas, me dijo y me lleno de nuevas pistas, ya no fui a la comisaría, decidí hacer mis investigaciones solo, fui al hostal y encontré a un sin número de turistas de todas las razas y lenguas que el mundo con gracia pudo surtir, entonces le pregunte al despachador por aquella familia japonesa y me dijo que no se recordaba de nadie, en todo caso ya se habían vuelto a Japón, como recordaría un grupo en particular de personas, en este hotel los turistas entran y salen como Pedro por su casa…, ¿Pedro?, ¿Quién es pedro?…., entonces el hotelero se rio en mi cara, no sé hombre, no sé de quién me habla…, giró para atender sus papeles, me apure en sacar el retrato y se lo mostré, es ella amigo, apóyeme por favor…, nunca olvidare la mirada de ese pequeño señor, no sé si me lo dijo para calmarme, no sé si fue sincera su confesión, me cogió del codo y me introdujo a la trastienda…, si, era un grupo muy misterioso, parecían policías y vinieron hacer una misión, se habían quedado un mes, siempre silenciosos, con lentes cubriéndose el rostro, mirando de costado, siempre con gabardinas, solo había una que parecía algo locuaz, el dibujo es perfecto, es ella… pero hace más de un año que se fueron no los vi nunca más…
Esa tarde deambule nuevamente por el centro de Lima sin dirección tratando de hallarla en ese mar de gente, pero luego medite que la única respuesta a mis preguntas estaba en Japón, siguiendo el nombre falso de una familia que seguro no existía, de una mujer que me engaño y que yo solo quería protegerla de mí mismo, como si eso fuera posible, empero esa mujer me sembró la locura….

EPILOGO

Mucho tiempo después, mi hijo Benjamín de cuatro años se puso mi saco azul infatigable, el de toda la vida, “papá, papá como me queda”, grito desde el cuarto mientras se miraba al espejo del guarda ropa, “papá como me queda” y plum!!! tropezó y se cayó, por suerte no se hizo daño, corrí a recogerle mientras este procuraba no llorar por el golpe en su frente y yo le sujete contra mi pecho, lo abrazaba y le retiraba el saco, entonces note que el forro se había descosido y la punta de un sobre amarillo apareció como aparecen todas las cosas a mi alrededor, sorprendiéndome, entonces llamé a la madre de mi hijo para que lo coja y me fui a encerrar al baño con mi saco azul, apresuradamente sentado en el filo de la regadera termine de despanzurrar el forro y saque el sobre amarrillo arrugado y ahí estaba la foto de Kenny al lado mío, estábamos tumbados en una cama de sedas blancas, en realidad era un colchón tirado en el piso de algún laboratorio de mayólicas blancas y muy chiquitas, yo todo dormilón y con el cabello largo y la barba asomándose tupida, ella con el cabello retirado atado en un sola trenza con la expresión incorregible de la sabelotodo insoportable, éramos la pareja perfecta en el fondo de un fantasía más que de una pesadilla, atrás de la foto había una nota escrito con mi propia letra, decía: “has sido seleccionado para salvar a la raza humana serás uno de los pocos sobrevivientes de la especie humana, en el 2046 una peste acabara con el 99% de los habitantes de la tierra, una cepa de la tuberculosis se volverá incontrolable, me hallarás en la ciudad amurallada del Iguazú, tienes que estar ahí…”, entonces salí en bibidí blanco y pantalón pijama a rallas con la barba crecida y el cabello desordenado, corriendo como loco…, escuchando tras mis oídos el chirriar de ruedas apunto de aplastarme, las terribles mentadas de madre de los iracundos conductores y gente que en espanto me hacía más lugar para yo poder correr sin dirección alguna, tirando poco a poco mis prendas hasta estar completamente calato…, y eso es lo último que recuerdo antes de despertar en el pabellón de esquizofrenia del antiguo hospital para dementes Larco Herrera, apurándome en escribir esta historia que sé que nadie creerá…, al lado mío una extraña mujer ósea y dorada pintaba un cuadro con cierta vehemencia obsesiva, revisaba las cicatrices expuestas de un suicida atado con cierta morbosidad antes de seguir dibujándose dormida en el mar como única solución…, …a veces creo que sentía cierto placer macabro al ver la tonalidad de la pus de mis heridas infectadas al extremo, donde las moscas solo zigzagueaban hasta posarse en las orillas escarlatas de mis grandes llagas para extender aún más su extraño deleite…

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