LOS NIÑOS INMIGRANTES: «MAMA NO TE VAYAS»

LOS NIÑOS INMIGRANTES: «MAMA NO TE VAYAS»

01809896

05/06/2021

LOS NIÑOS INMIGRANTES

Ayer en la facultad tuvimos una conferencia sobre los derechos humanos de los niños inmigrantes, dictada por un joven profesor egresado de Yale. Su testimonio nos impactó a todos.

Este joven llamado Pedro Tomás era de Guatemala, y cuando tenía cinco años fue con sus padres y su hermana mayor en caravana con otras personas de viaje. El pensó que sería una aventura y estaba muy contento, ya que los acompañaba su tío. Había varios niños más como él.

Pasaron los días y ya en México estaban cansados. Unos hombres armados se acercaron justo cuando él y su papá estaban en el baño de una vieja gasolinería. Sintió gritos y tiros. El padre le pidió que se quedara ahí, pero él se asomó y vio como los hombres se llevaban a su madre, su hermana y otras mujeres mientras algunos de los hombres que intentaron defenderlas quedaron  muertos y otros heridos.

El pequeño se echó a llorar, pero el padre lo abrazó y le dijo que las llevaban a un hotel de mujeres para que estuvieran cómodas y pudieran asearse y descansar. Era mentira, pero él inocente lo creyó. No entendía por qué la violencia, pero papá le dijo más mentiras para tranquilizarlo. Era lo único que podía hacer. Los pocos hombres que quedaban siguieron su camino. Tenían hambre y sueño. El esperaba a mamá y a Sarita, su hermana. Pero le habían dicho que más tarde se reunirían con ellos.

Cuando llegaron a la frontera con Estados Unidos, unos guardias armados los detuvieron. A empujones los separaron, a pesar de los gritos del niño y las súplicas del padre. A Pedrito lo llevaron a la rastra a una jaula, con otros niños. Todos lloraban asustados. Pasó casi un mes hasta que pudo ver a su padre Juan Carlos.

El padre le dijo que lo amaba, que fuera fuerte y que pronto volvería por él ( cosa que nunca pudo hacer). Lo abrazó por última vez y dejó al pequeño en un mar de lágrimas mientras una asistente social lo llevaba en un colectivo junto a otros niños. Fue dado en adopción a una familia latina. Tuvo la suerte que lo recibieron con alegría y lo rodearon de amor.

Su nueva familia eran papá Guillermo contador y gerente de un banco, mamá Luciana profesora de arte, y sus hermanos mayores Sofía de 8 años y Juan Pablo de 6 años. Lo cuidaron con amor y poco a poco fueron ganando su confianza. Así Pedrito fue dejando de llorar y hacerse pis en la cama para rezar con su nueva madre y pedir a Dios por su otra familia también. 

Sus nuevos hermanos lo querían mucho, y como tenían una buena posición económica, tuvo una vida bastante tranquila. Con papá Guillermo aprendió a jugar al básquet junto a su hermano. Fue a buenos colegios, tuvo amigos y pudo ir a la Universidad. Amaba a sus padres y era un orgullo para ellos.

Pero siempre pensó en su familia de origen, a la que nunca más volvió a ver. Con los años pudo perdonar a sus padres entendiendo que habían querido brindarles un futuro mejor. Se graduó con las mejores calificaciones y prometió que se dedicaría a enseñar al mundo esta dura realidad de los inmigrantes latinos, la verdadera historia del «sueño americano» roto.

Al finalizar la disertación, nos pidió visiblemente emocionado, que no se vivieran NUNCA MÁS escenas como estas; y pasó un video de escasos segundos en dónde podía verse a un pequeño de menos de cinco años de edad, que era abandonado en la noche por sus padres en la frontera entre México y Estados Unidos. El pequeño, abrazado a su osito de peluche, gritaba desesperadamente entre sollozos: “no me dejen, vuelvan, mamá, no me dejes.”, mientras la patrulla fronteriza estadounidense lo llevaba adentro del muro separándolo para siempre de sus padres.

No es necesario decir que, en medio del silencio reinante, al prenderse las luces del concurrido salón, las lágrimas brotaban de todos los ojos, y un nudo en la garganta nos mostró una cruel realidad que todos debemos cambiar urgente. En mis oídos todavía siento ese grito desgarrador: MAMÁ, NO ME DEJES”. –

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS