Desde el Cielo

Desde el Cielo

Campi

26/05/2021

 Desde el Cielo 

A ti que aprendes y conoces el mundo visible e invisible a través de la lectura, quisiera por una hora traerte acá, para que desde mí morada pudieras observar lo que veo de los hombres; no me conceden esa posibilidad, por tanto, decido contarte lo que desde este lugar celeste puedo ver.

Es un gran frenesí; si pudiera compararlo con algo te diría que veo vehículos de diversas clases y que van en variadas direcciones. Algunos parecen carros chocones, esos de juego, dan vueltas sin cesar, sin saber qué camino tomar, sufren choques y cambios repentinos de rumbo, resultando su vida una trayectoria más involuntaria que propia.

Hay, allí en tu tierra, otros que toman una vía a velocidades vertiginosas, son como el subway de las grandes ciudades, creen saber a donde van y llegan a su destino, para luego entender que deben volver al inicio, a lo básico.

Los siguientes te los podría comparar con aviones, van un poco más alto que los demás y han logrado captar cosas importantes, pero el complejo poder, que existe en tu mundo, los manipula y no les permite continuar subiendo, parece que se quedan siempre a nivel de las nubes y ellas terminan empañándoles la mente, las nebulosas son como el ego, esa parte que te ancla en forma fuerte al mundo.

Otros, como el automóvil, creen que pueden recorrer, conocer y llegar a más lugares, que pueden andar muchas vías, cuando en realidad siguen las que ya están marcadas, no se les permite improvisar, solo pueden andar por los senderos y las rutas trazadas por ustedes mismos. No tienen libertad, diría que quizás son los más esclavos, se sienten libres y veloces, pero en verdad están detenidos en una red.

Observo a quienes podría comparar con el tren, van por una ruta menos transitada, pero más hermosa, disfrutan el momento presente, disfrutan la naturaleza y se pueden permitir viajar con sus ojos, aprecian el mundo de una manera más lenta pero siempre son llevados por otros.

Y, los últimos, los comparo con el andar en los propios pies, son los que van abriendo caminos, son, quizás, los más libres, no siguen lo establecido, oyen su voz interior y su corazón. Ellos no conocen el camino, como ninguno de los demás, pero se atreven a andar trayectos diferentes, rutas sin andar y a explorar el mundo por sus propios medios.

Te invito, querido amigo, a elegir este vehículo, progresaras hasta alcanzar lo inmortal, elige vivir el aquí y ahora. ¡Elige vivir, usa todo tu ser!

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