Posibilidades


Mi primer idea fue crear una historia donde no había un final feliz.

Una historia donde los protagonistas no se enamoran a primera vista. Una donde la primera cita no es lo que esperas y tampoco el primer beso está lleno de chispas y fuegos artificiales.

Una donde las posibilidades afectan a una relación y en algún momento no sabes hacia donde llegará a dirigirse.

Una donde no todo es blanco y negro.


» Lo posible, es aquello que puede ser o existir. Se trata de una potencialidad. La cuestión de lo posible y del ser.

Podemos emplear el uso de » posibilidad» como una forma categórica de señalar todos los cambios que se pueden presentar durante el desarrollo de alguna cuestión y que se verán influidas por las correspondientes circunstancias que rodeen dicha cuestión.

Y la cuestión aquí es: ¿Que posibilidades ves en nosotros Felicia? »



Espero disfruten de esta historia tanto como yo disfruté de escribirla en mis días de reposo por una fractura de tobillo ( jejeje. Si, pueden reírse).

Sé que necesita mejoras, y por ello estoy trabajando en la nueva edición. Por ello agradecería mucho tus sugerencias.

Gracias de antemano por leer.


CAPITULO 1

Cuando alguien dice:

«Maestra de parvularia»

¿ Qué es lo primero que viene a tu mente?

Niños

Papel

Colores

Pintura

Creatividad

Canciones

Pero puede que pienses.

Niños

Ruido

Mocos

Mucho que limpiar
Soportar chiquillos malcriados

Días agotadisimos

Una maestra mal vestida y seguro no cambia su look de » cola de caballo».

Bueno, esto último es lo que dice mi hermano. Puesto que tiene la firme convicción de:» a mi no me gustan los niños» .

Pero a mí sí.

Y a ti? …

Pues ahora imagínate una maestra de parvularia:

Guapa

Ama enseñar

Ama a los niños

Pero ese amor es compartido con su amor por los libros y la fotografía.

Ahora. ¿ Qué piensas cuando te dicen ‘Abogado’ ?

Documentos

Firmas

Juez

Clientes

Mucho trabajo

¿ Qué Posibilidades hay de unir estos dos mundos, y por supuesto, sin que ninguno de ellos esté buscando al otro?

Gracias por leer.


CAPITULO 2

Felicia se encontraba pegando en la pared las pinturas que su alumnos habían hecho en la última hora.

Faltaba poco para las seis de la tarde y aún no habían llegado por Jenny y Alex. Siempre eran los últimos.

– Alex ya ha venido tu madre – Anuncio la sra Miltown.

La secretaria del colegio desde hace demasiados años. Se tomaba muy en serio su responsabilidad de asegurarse que todos los estudiantes fueran recogidos antes de la hora de cerrar el colegio.

Alex corrió hacia la puerta y se despidió de Jenny con la mano al escuchar los tacones de aguja de su madre aproximandose por el pasillo.

– Jenny vamos a recepción. Esperaremos ahí a tu padre.

Jenny recogió sus cosas y se trajo consigo el dibujo en la que había pasado ocupada hace unos minutos.

– Alto ahí- viendola de pies a cabeza.

-¿Puedo llevármelo?-preguntó inocentemente alzando el papel húmedo con pintura fresca.

– Si Jenny, si puedes. Pero debo lavarte primero. A tu papá no le gustará verte así de sucia- le sonrío para suavizar la reprimenda.

Sacó de su bolso unas toallas húmedas y comenzó a pasarlas por las mejillas, los brazos y las manos.

– Mejor vamos al baño – tomándola de la mano al notar la pintura en las puntas de su cabello rizado.

«¿ Cómo se había ensuciado tanto en una hora?»

– Señorita Williams tengo hambre – anunció Jenny al entrar a recepción.

– Es que ¿ Aún falta ella? – habló la señora Miltown en su tono de sorpresa disimulando el enfado por tener qué esperar más.

– Sí el señor Jones aún no ha venido. Le llamaré ahora mismo.

«Jones. No puedo responder en este momento por favor deja tu mensaje y tu número. Trataré de responde lo antes posible»

-Sr Jones. Lamento molestarle seguramente está ocupado. Soy la srta Williams y su hija aún está en el colegio y es tarde. Espero pueda venir pronto. Buenas tardes.

– No lo lamentes es su responsabilidad venir por su hija y ¿Qué te ha dicho?

– No ha contestado le he dejado el mensaje.

La señora Milton torció el gesto en forma de reproche y giro su silla de nuevo el monitor de la PC para continuar con su Facebook.

«Señor Jones ¿Dónde está?».

Desde que había conocido a Jenny, de eso ya un par de años. Felicia admiraba el valor del señor Jones por criar a su hija solo. Sabía que no era una tarea fácil, dígaselo a ella que educaba diariamente a 15 niños desde hace 5 años. Pero en el caso de ellos admiraba que se tratara de un hombre que era soltero al parecer viudo o divorciado.

– Señorita Williams, tengo hambre.

– Oh, si – saliendo de sus pensamientos en dirección al Señor Jones tomó a Jenny de la mano – vamos a lavarte primero.

Luego de dejar a Jenny limpia, busco en su bolso que parecía más maletín, unas galletas de avena qué guardaba en un recipiente plástico y un jugo de manzana en caja.

– Y toma – una servilleta.

– Gracias señorita Williams.

– Por nada. Volveré a llamar a tu papá.

– Papá está con el Juez.

– ¿Ah si?- mientras marcaba el número de nuevo.

Se lo sabía de memoria. Lo llamaba casi a diario para recordarle que recogiera a su hija. Eso era algo que definitivamente no admiraba del señor Jones, su aparente impuntualidad o hasta irresponsabilidad como decía la señorita Miltown.

Aparente, porque Felicia siempre le daba el beneficio de la duda. El tráfico o mucho trabajo en la oficina. El archivo de Jenny decía que era abogado.

«Un caso difícil tal vez».

Aún así, sin importar la excusa no era justo hacer esperar a su hija quien, por cierto ya se había terminado las galletas, y decía aún tener hambre.

Fue a la máquina de golosinas para los maestros y compró 2 barras de nueces con chocolate.

A veces los demás a su alrededor, no siempre veían bien que digamos su sentido maternal y lo que éste le impulsaba a hacer.

» No son tus hijos, deja que sus propios padres se responsabilicen».

– Come ésta. Está buena- dando un mordisco a la suya. – Tiene chocolate.

– Gracias.

– Por nada Jenny – Se sentó a su lado para abrazarle – Y ¿ Qué pintabas? ¿ El mar ? – viendo el intenso azul.

– Es un lago con flores y estos peces – señalando las manchas rojas y naranjas en medio de lo azul.

– Es bonito – le limpio las comisuras con la servilleta.

Y es que Felicia siempre ha sido así.

» Demasiado dulce» como decían las mujeres mayores.

No por nada era la mejor niñera de su vecindario, se le daba bien no sólo cuidar de los niños, sino enseñarles y hacer pláticas interesantes Aunque su interlocutor tuviera tres, siete o más años.

Y siempre cargando en su bolso todo lo que pudiera necesitar a la hora de cuidar niños comida, utensilios de higiene, incluso pañales.

Era una pena no tener sobrinos o hermanos pequeños. Al contrario tenía un primo que era prácticamente su hermano mayor a quién no le interesaba más que su carrera y las guapas modelos a quiénes fotografiaba e invitaba a salir.

Pero con el paso del tiempo, pasar tanto con niños hizo que descubriera su deseo de formar su propia familia. Un deseo un poco pasado de moda para el siglo XXI, pero sincero.

Solo necesitaba prospectos que desearan lo mismo. Algo no tan fácil de conseguir pues sus citas anteriores no habían dado luces de ser hombres con su mismo sentido de responsabilidad y compromiso.

» Pero no hay prisas, no había por que correr. No era algo de vida o muerte o imprescindible para mí felicidad». Meditaba mientras acariciaba el cabello de Jenny.

Por ello no era bueno pensar mucho en el señor Jones.

» No es que me interese o que siquiera me guste. En realidad no le conozco»

» El hombre de traje que llegaba tarde la mayor parte del tiempo a recoger a su hija y faltaba a las reuniones escolares con los padres. Y solo intercambiamos las mismas frases: Buenos días,Buenas tardes, gracias y sus disculpas por llegar tarde».

Ese era el Sr Jones que Felicia conocía. Claro, no se podía negar que era un hombre apuesto.

» Demasiado apuesto. Con su mandíbula perfilada perfectamente afeitada y sus serios ojos azules».

Peo no es eso lo que a Felicia la hacía pensar en los Jones. Más bien, todo era sobre Jenny. Una niña muy dulce, todo en ella era sonrisas y hoyuelos, espontánea y cariñosa. Su rostro de mejillas redondas contrastaba con el firme rostro de su padre.

Y al verla en momentos como estos, esperando en una silla a que llegara su padre por ella, despertaba en Felicia su sentido protector, deseando cuidarla más de lo que sus obligaciones como docente le exigían.

Y por ello meditaba constantemente como serían la cosas si ella fuera la madre de aquella niña.

» Definitivamente no la dejaría sola, ni esperándole hasta tarde en el colegio ni con hambre.

Pero no. No es bueno soñar así. No es que tenga la intención de acercarme al Sr Jones con ese fin ni tampoco que el vaya a aceptarme»

¿ O si?

Gracias por leer.

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