Una fémina dócil y un despreciable impulsivo
Frente a frente tan pasionales como pasivos
Son seres de cólera, uno exaltado y otro sumiso
El reloj no suena, ni los pájaros cantan sin dar aviso.

Las paredes tiemblan y el eco no rebota en los vidrios rotos
La descortesía vuela de rincón a rincón
Sin alianza próxima, ella se resigna mirando antiguas fotos
Palpando el corte que en su brazo dejó.

Nadie sabe lo que pasa pero es un secreto a voces
Es mejor callar y esquivarse de diversas interpretaciones
Cosa quieta apareciendo ayer y desde entonces
Es una opresión constante, es una raza dañada, llena de maldiciones.

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