Por eso te digo, Clara,

tu sexo es el adiós a la muerte.

Sin ir más lejos, es el hoy del mañana.

Verte desnuda, Clara, ocasiona la promesa ineludible de querer prometer mi instinto a tus voraces infamias.

Clara, solo una lágrima de tu comienzo empieza siendo el irrevocable final de mis manos sobre tu pelo.

De la última caricia que no es más que la primera y de la vida proyectada en el próximo encuentro.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS