Desolado paraje en el que me encuentro,

Murmura la tierra en su tronar lento,

Ensordecedor grito que me aterra,

En los oídos estalla el cantar de la tierra.

Paso a paso cuento mi escalada,

Pasó a paso más lejos de mi morada,

El cansancio me embarga y me fatiga,

Pero sigo adelante en mi huida.

¿Huyo de qué?, me pregunto,

Mientras el inhalar en el pecho aprieta,

Las náuseas invaden mi esencia,

Y en el suelo desfallezco.



Los árboles se hacen inmensos,

Ya sus copas no diviso,

Hundido en la tierra me ahogo,

Mientras el oxígeno ya no lo exhalo.



La deshidratación en los labios siento,

La vista nublada,

Las náuseas embriagan mi paso,

El calor entelando la mirada.

Mi túnica en el suelo resbala,

Polvo en mis sandalias los pies me quema,

El sol en su avasallador abrazo me atrapa,

Y rendido a su merced me encuentro.

Padre lo lamento,

Jamás llegue a tu templo,

Jamás tendré tu temple,

Soy solo un caminante.

Soy solo un hombre de carne,

Soy solo un ser que teme,

Soy un peregrino no perenne,

Soy solo tu sirviente.

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