La Bestia enfrente de Mí -parte uno-

La Bestia enfrente de Mí -parte uno-

Damian L. Vera

30/01/2018

“LA BESTIA ENFRENTE DE MÍ”

Prólogo.

Basta con relatar mis pensamientos con respecto a esta Bestia para torturar tu mente, de la misma manera en que estos me torturan a mí. Pues yo solía ser cuerdo y de acuerdo con cualquier ser social que se identificase como hombre y ser individual. ¿No se diferencia un hombre de un hambriento animal? ¿O acaso es que todos descendemos de una irracionalidad natural? Ambas caras ahora coexisten en Diego, queridísimo amigo mío y un eterno rival para toda la vida.

Mis pensamientos… mis pensamientos se entrelazan con los suyos y parecen no diferenciarse; pero yo tengo algo que él no, algo mucho menos visible y entendible: mi manera de ser. ¿Habrá alguien en este pequeño mundo como para representar y lidiar con mis mismos demonios y ángeles? ¿Es que no hay nadie que sepa comportarse como mi Alma, manifestándose en un cuerpo? No. Definitivamente. Claramente no hay nadie más igual a mí, que mi propia cabeza.

Subo las escaleras, pues estas charlas con mi sombra me producen una estrepitosa tendencia a querer huir de «Algo» o de «alguien». ¿Será esto real? ¿De verdad estoy huyendo de algo en mi propio hogar? Mamá. Papá. Rodrigo. Chari. Ernesto. Lara. Sombra. Mi sombra.

Si soy capaz de verla, entonces realmente me encuentro despierto a horas tempranas y recientes. ¿Cómo lo sé? Este cosquilleo en mis hombros, siempre me afectan cuando abro descuidadamente mis apáticos párpados a la mañana, pero en vez de salir de mi cuarto sin abrigo, mamá suele entrar y darme su calor. Mamá… mi madre… no entiendo. ¡Por favor! Ayúdame, a tu hijo. No entiendo nada. ¿Qué carajos estoy haciendo subiendo las escaleras a estas horas del día?

Estoy subiendo y bajando las escaleras. No me detengo. No me canso de hacerlo. Diego podría llegar en cualquier momento. ¿Diego? Yo le tengo miedo. Es verdad que le tengo miedo, pero ¡por favor!, lo conozco desde años. El chico no mata ni a su propia mariposa del experimento de clases. ¡Mugrosa tormenta de mierda que es! No te atreves a gritarme, y yo me aprovecho de tu imbecilidad para hacer de mi día, un recuerdo interesante por el cual enorgullecerme en algún distópico futuro. Tu temperamento sin juicio y sin barreras de prejuicio me dan asco. ¡Salta y apuñálame!, que si no lo haces me veré obligado; y encantado, de hacer que comiences a juzgar por las malas…

Vivir sin juzgar no genera placer, y no determina ni una Tierra virgen por el cual plantarse y enriquecerse de uno mismo. La próxima indecisión de una persona, es la perdición para otra: un alma desesperada por ser juzgada. Ven y acuchíllame, que estoy esperando tu Puñal en mi espalda. ¡Traidor! ¡Traidor y saco de mierda! Arrepiéntete de no haberme asesinado cuando tuviste la Oportunidad.

Capítulo 1: «Él se dirige a mi Hogar»

– ¿Podrías simplemente parar? Me estoy sintiendo incómodo con tu… «acto».

– (se detiene) ¡Entonces no veo porqué te molesta el no haberme tocado antes! Recuerda tú, hijo de puta, que jamás tocarías a alguien más si no es a mí.

– No recuerdo semejante compromiso. Demasiada responsabilidad para un Idiota como yo.

– Y heme aquí. Intentando darte placer; pero tú me rechazas, al igual que con todas con quien tú has estado…

– (silencio)

– Menudo sabandija. Menudo perro. Menuda chacra de desechos. Tú eres peor que nada.

– ¿…?

– Eres nadie. Y eres un inútil para mí. Tan solo un recipiente de Placer. Obedecerás mis palabras y tienes la Obligación de cumplir, gracias a tus incompetencias me encuentro rindiendo finales sin entender nada. Gracias a tu patético juego del novio imbécil y yo, una frágil espina de una Rosa marchita. ¡Hijo de puta serás!

Las palabras no alcanzan, no puedo desprenderme de su aroma y de su codicia. Amo desesperadamente su rudeza al tacto. No soporto tanto placer. Es demasiado para mí. ¿Seré quizás un masoquista? Si es así, que lo sepa el mundo. Quiero vivir siendo tomado por Lara, quien me acompañó desde los rincones más profundos de mi solitaria y fúnebre niñez.

Qué desesperante para mí… el no querer contarle la verdad.

– Eres un marica. No mereces este placer. Sé que te gusta, por lo tanto procura negarlo. Eso… ¡eso te vuelve Hombre!

– Maldita Lara. ¡Juro que te hare sufrir algún día!

Ya no somos jóvenes estudiantes. Para colmo, ya estamos recibidos.

(«Ya es hora de comer»)

De pronto. Él sale de su escondite, y afila sus dientes para contemplar orgulloso e incontenible a su presa, la dulce Cheri.

Ella es Cheri, una niña silenciosa y bonita, de 12 años de edad y con un Historial de Crímenes sorprendente. ¿Es una criminal, o acaso finge serlo? Sea correcto o no, no cabe duda de que sus relucientes ojos azulados puedan atraer a cualquier indecente y tratar de hacerle daño. Es una niña, sí, es pequeña, sí, pero no es una idiota. Y tan solo una pequeña interacción con ella puede cambiar tu manera de apreciar su belleza, pues veras que tiene una inteligencia «relativamente Impactante»; y se debe al hecho de que, aun con una edad tan indiscriminadamente corta, rebosa de una conducta emocional tan fuerte que asusta con el Simple hecho de que no cree que con tu vil impureza puedas hacerla mover de donde ella misma se encuentra de pie. Es decir, que su propia carne, espíritu y alma se enfrenta a la basura andante, que sobra en el mundo de una manera estúpidamente civilizada.

La Bestia se encuentra frente a ella, y ésta ni la nota, debido a que ha Entregado toda su atención en despedazar a ese caracol, indefenso, y que asquerosamente expulsaba jugos indigeribles, mientras que le ofrecía una ducha de sal que nunca pidió y que seguramente no se lo merecía; al menos así era en los ojos del bicho. Es una derrota para la Bestia; que aun deseosa de carne fresca, ha descubierto una esencia particularmente grotesca no muy lejos de ella. Se dirige a esa dirección, deseoso de conseguir una muestra de irracionalidad tan terrible como con la que se acaba de encontrar; un Recipiente de fervientes deseos de morir, junto a específicas tendencias por Desear un brusco y repentino ataque a su infeliz circunferencia de costumbres andante.

Tan solo observa placentero sus particulares atributos mentales, rellenados con macabros pensamientos de suicidio y deformación global a gran escala, rezando para que se manifieste un Mundo neo-nazi y escapar de esta insufrible pesadilla llamada así misma por la comunidad como «vida cotidiana», la cual él mismo cree que no sucede ni se movilizará un carajo si no es por la Tortura autoprogramada por el mismísimo sistema de libre albedrío y reconocimiento social indeterminado. ¿A cuántos habría que matar para lograr una realidad Neo-nazi contemporánea? ¿100, 200, miles, millones de ratas adineradas en dólares? Estaba rezando por una respuesta. Pero… ¿a quién estaría rezando? ¿A quién demonios le está rindiendo culto y pidiendo respuesta? Si hasta él mismo se considera un Inerte balde de arena sin procedencias divinas. ¿Acaso estaba… llamando a la Bestia? ¿Invocándola?

La Bestia se encuentra frente al joven, quien, repleto de Ira y estimulación al ver semejante Monstruo, se lanza hacia él repentinamente. Y así, ambos cara a cara, el joven; aunque asustado y paralizado por semejante sorpresa, con una sonrisa indescriptiblemente deforme, pronuncia sus últimas palabras: «Te estaba esperando, bestia». La Bestia comienza a devorarlo y rasgar su delicada piel, sin importarle estas últimas palabras pronunciadas y exclamadas de manera tan indiferentemente plena. Empieza por morder su cuello, seguido de intentar penetrar sus brazos con sus afiladas garras desinfectadas por su propia sangre, por las cuales deja marcados tan profundamente en los huesos del chico que no se aprecian las venas reventadas por esta causa; la sangre expulsada derramándose en el rostro de la Monstruosa criatura, encendida con una Flama de color roja como la sangre de su víctima, apasiona aún más a la Bestia en decapitarlo con sus propias extremidades. La cabeza del joven, alejándose lentamente de su cadáver, intenta escapar de las poderosas fuerzas del Monstruo, quien la vuelve a atraer con sus manoplas ensangrentadas del oscuro y sabroso líquido que libremente escapa del decapitado cuello de su anterior dueño. Como último recurso de recobrar venganza por su Insistente deseo de terminar la inhalación de vida de aquellas personas con intenciones suicidas, la Bestia utiliza su infalible método para profanar infames y desequilibrados cuerpos de madera con órganos dentro, con el fin de Reconocer que ya han muerto.

La Bestia finalmente devora su víctima. Espléndidamente satisfecho, con el estómago lleno y victorioso, pronuncia un pequeño recito para Honrar el triturado cuerpo que conocerá algún estúpido familiar del pedazo de madera que yace ante él: «Habiendo felizmente gozado de tan majestuosa carne suicida, me atrevería a decirte, «Rodrigo Recceti» que tu impactante antes viva mirada hacia este mundo no hacía más que Desear tu muerte. Ahora ya es un hecho, y te deseo el placer de no haber conocido a nadie Relevante en tu patética inhalación de vida desde que habrías nacido. Si tus actos hasta aquí, te han llevado a que me invoques por deseo propio, entonces bienaventurado seas al Darme tal placer. Sin más, entrego tu alma al Descenso sin fin».

Entonces, ya ha terminado. «La noche de la Bestia» ha concluido, y no hay nadie más por acabar. El desequilibrio mental de la Bestia deja de estar presente, y se convierte a la par de la tenue y cálida Luz del sol en una frágil y desentendida corporación de órganos suaves y dulces que complementarán y representarán a un Humano más; quien quizás, también deseé la muerte tanto como la Bestia misma.

¿Alguien podría acaso ser tan perfecto como la Bestia? No es posible. A menos que hayas nacido como Diego Ferres, mejor amigo y eterno rival de Tomas Reyes.

Ahora mismo, él se dirige hacia su casa, y está ansioso por verlo sonreír al verse ambos enfrentados con los ojos cansados.

FIN CAPÍTULO 1.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS