Me susurra al oído la caracola. La brisa del mar se hace conmigo, me embelesa, me hace tambalear. Siento, puedo sentir. ¡Aún queda esencia en mí! Vacía por dentro creía estar, mas ahora sé que un rayo de sol me hace florecer.

Ya crezco y en busca voy de más luz. Tengo sed. Quiero más, quiero ser tan bella como la rosa, tan reluciente como las estrellas, tan viva como la mar.

Pero sigo siendo la más aplastada, la más apresada. ¿Dónde están mis raíces? ¿Dónde está mi sustento?

Necesito cicatrizar, aprender. Antes era pedazos, sin embargo, los golpes han servido para moldearme.

He crecido y ya no soy una página en blanco ni alguien a quien embaucar. No he olvidado, es más, el pasado ya está escrito. Ahora las palabras aparecen y no tengo miedo. Las palabras no mueren.

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