Hoy observé a un hombre que mostraba muchos ayeres en su encorvada estampa, alcance a dilucidar que, mientras mas pasos caminaba sus suspiros iban minando cada bocanada de aire que devoraba con tantas ganas, ¡tantas! Como si la vida caprichosa le regalara una memoria mas con cada segundo que le arrebataba. Me pregunto si las borrascas de la vida algún día me regalaran un descanso propio, si algún segundo se detendrán o ¿cuando pararan de marcarnos con arrugas de recuerdos? Marcas de olvido que por momentos se notan tan evidentes y que disimulamos para intentar abrazarnos a nuevos amaneceres que cada minuto que pasa se disfrazan como «lo que la fe suele ser para los desesperados.» ¿Cuando dejaremos de aferrarnos a los días de abril para aceptar que el invierno de nuestas vidas esta por alcanzarlos a todos? en algún momento. ¿Es que algunos tendremos que resignarnos a vivir rodeados de inútiles recuerdos?

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