Blaze! Capítulo 18

Capítulo 18 – La distancia entre tú y yo.

Blaze despertó sedienta después de casi morir desecada por la brutal cantidad de vomito evacuado el día anterior, tanteando el piso para encontrar la jarra con infusión que tan diligentemente le entregó Albert, debiendo abrir los ojos para hallarla, observando al derrumbado muchacho frente a ella.

No puede ser… –comentó Blaze, bebiendo infusión directamente desde la jarra–. ¿pernoctaste un poco acaso?

La verdad es que… no –respondió Albert, sentado frente a la maga, con la piel más blanca de lo habitual, dejando ver unas moreteadas ojeras que le hacían lucir tétrico, además de estar completamente despeinado, lleno de pequeñas cortadas en las mejillas y antebrazos, con la ropa totalmente humedecida–. ¿Te sientes mejor?

El fuego que Blaze había prendido en la noche seguía encendido, obviamente con nuevos maderos, pero entre las cenizas había formas que recordaban a un par de cabezas de hachas, al parecer había sucedido algo muy extraño mientras descansaba.

Sí, mejor, al menos ya se me quitaron las náuseas. Nunca más beberé leche… –respondió la maga, sentándose sobre su capa, observando con extrañeza las formas dentro del fuego.

¿Y tú crees que fue culpa de la leche? –preguntó sarcásticamente Albert, pero la falta de energía lo hizo parecer patético.

Pero ¿qué te pasó a ti para estar en tal estado? –consultó la maga, casi preocupada por la salud del muchacho, moviendo las ramas en llamas con un pie.

No tienes idea de la noche que pasé, por lo mismo no quiero recordarla, lo único rescatable es que sobrevivimos la noche, ¿cierto? –confirmó Albert, tirando tierra al fuego, apagando la pira–. Espero estés contenta con el result…

Albert se desvaneció, cayendo al piso, durmiéndose en el acto, emitiendo sonoros ronquidos. Blaze no alcanzó a atajarlo, pero lo arropó con su capa, vistiéndose luego con sus implementos de combate, cubriendo al joven con el hechizo Drunken Magician para asegurar y proteger su pernoctar.

Efectivamente, dos pequeñas cabezas de hachas, no preguntaré –pensó Blaze, revisando las cenizas, saliendo a buscar algo que comer.

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Despierta, Albert, ya fue suficiente, tienes toda la noche para dormir –dijo Blaze, zarandeando al durmiente oráculo–. Toma.

Blaze le ofreció un trozo de pan y un vaso de su tan apreciada leche, lo que hizo que el joven se incorporara de inmediato.

¡Gracias! Perdóname por dormirme así, no pude aguantar más… Awwn… Bueno… ¿Cuál fue tu decisión, entonces? –preguntó Albert después de bostezar y antes de ponerse a comer ávidamente.

Pequeño Albert… –comentó Blaze en forma de suspiro, agarrándose las sienes con una mano–. Ya te di mi respuesta, si hubiera sido otra, habrías despertado solo y sin cobija, para que hablar del desayuno a la cama

Entonces, ¿sí? –preguntó el muchacho con ojos llenos de esperanza y la cara llena de migas.

No sé si estaré siendo muy sutil o este tipo es retrasado –pensó Blaze, echando la cabeza para atrás e intentando calmarse para no gritarle, mal que mal, igualmente le ayudó mucho con su repentina enfermedad del día anterior–. Sí, Albert, sí.

¡Qué bien, gracias! –exclamó eufórico, recuperando el color normal de su rostro.

¡Pero! Obviamente tengo mis condiciones. Número uno: andarás al paso que yo determine, y te advierto, no espero a nadie; número dos: comerás lo que logremos comprar y/o cazar, sin hacerle asco a nada; número tres: entrenarás, no necesito un lastre o una doncella en apuros que me retrase en mis quehaceres, que no son muchos, pero son mi prioridad; número cuatro, importantísimo: cuando sea tiempo de baño o de otro tipo de necesidades, aléjate un par de kilómetros de mí, te pilló husmeando y te juro que te saco los ojos de una patada en la nuca; número cinco: me pareces buena persona, pero si veo que esto no funciona, cada uno seguirá su camino, así que veamos que tan lejos nos lleva la vida y esperemos que vaya todo bien. ¿Estás de acuerdo con todos mis requisitos? –aclaró e interrogó Blaze, dejándole la palabra al hombrecito.

La verdad es que… no esperaba menos de ti cuando hablaste de condiciones; de hecho, me imaginé cosas peores y … –relató Albert, desviándose del tema, deteniéndose por la penetrante mirada de Blaze.

¿Alguna objeción? Es simple, responde sí o no –preguntó la maga, al borde de un ataque de ira.

Sí, sí, sí… Digo, no, ninguna objeción, de ninguna manera, acepto todo lo que me pidas, no me mates, por favor… –afirmó Albert, casi evaporándose por la caliente aura que desprendía Blaze.

Entonces, podemos dar inicio a nuestro viaje y, como primera tarea oficial, debemos idear una forma para buscar el corazón del único divino ser o como se llame –decretó Blaze, extendiendo la mano a Albert, quien la apretó con firmeza para demostrar su compromiso con su señora, recibiendo un apretón decenas de veces más fuerte–. ¿A quién crees que le estás apretando la mano?

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¿Cómo encontrar un artefacto mágico que no emite energía, que no sabemos como luce y que no sabemos donde está? –planteó Blaze, apoyando su mejilla derecha sobre su correspondiente mano, mirando hacía el techo de una de las habitaciones que arrendaron para pasar la noche.

¿Sabemos realmente si existe? Digo, estamos basando nuestra búsqueda en un mito sin pruebas reales de que haya ocurrido –comentó Albert, sugiriendo que quizá se estaba persiguiendo un ideal más que un objeto real.

Bueno, basándonos en el mito, se supone que el único ser divino desgarró su cuerpo desde su pecho, mejor dicho, desde el sitio donde reposaba normalmente su corazón, no sabemos como lucía realmente, así que no podemos aseverar que tenía un torso como el nuestro… Siguiendo con la idea, al desgarrar su corazón, la sangre que fluyó y bañó su cuerpo produjo nuevos tipos de vida, de los cuales somos descendientes: los hijos de sus ojos son capaces de ver la vida completa de una persona; los hijos de su boca son recitadores capaces de cambiar el mundo, o sea, magos; los hijos de sus manos son capaces de moldear el mundo, la gente “normal”; los hijos de sus entrañas, guiados por los instintos más primitivos, los animales, entre otros –detalló la maga, recordando las enseñanzas de su maestro Echleón, las que sobrepasaban los conocimientos del enclaustrado Albert.

No conocía la historia así de detallada, creo que en el monasterio se creía en una versión más idealizada y remota, como si los detalles se hubieran perdido en el tiempo –apuntó el muchacho, asimilando los datos nuevos.

Si creemos lo que el mito dice, la sangre fue la que creó a las nuevas criaturas, dejando al corazón seco y sin descendientes, destrozado… –continuó diciendo la maga.

Dejándolo sin latidos ni vida –completó Albert, confirmando con su predicción la existencia del artefacto mágico.

¡Así es! Pero no es la única prueba existente, hay personas que dicen haber tenido en su poder uno de los trozos del corazón del único ser divino –comunicó Blaze, sonriendo.

¿Si existen personas diciendo eso, no tendríamos una oportunidad de saber algo más sobre el corazón? –preguntó Albert, no entendiendo el innecesario repaso del mito de la creación del mundo.

Sí, pero se supone que son personas que murieron hace mucho tiempo, no hay a quien preguntarle –explicó la joven, mostrando desanimo en su rostro.

Estamos igual que al inicio, ¿será una búsqueda fútil, Blaze? –consultó Albert, contagiándose del desánimo de su señora.

¿Qué, quieres rendirte? Si es así, es mejor que te largues inmediatamente, nunca abandono un desafío sin siquiera intentarlo por lo menos una vez y no me gusta la gente que se queda de brazos cruzados juntando excusas para no actuar –afirmó vehementemente la hechicera, recordando como empeñó su palabra a su maestro.

Perdón, pensé que te habías dado por vencida por la cara que pusiste y… –aclaró el oráculo.

No puedes decir eso sin conocerme, es como que pensara que eres un depravado por pedirme que viajáramos juntos –ejemplificó la joven, molestándose con Albert.

Perdón, perdón… Espera, ¿cómo sabes que hay gente que dice haber tenido un trozo del corazón del único ser divino si ya están todos muertos? –interrogó Albert, intuyendo una pista en las palabras de la maga.

Me lo contó mi maestro Echleón, me dijo que lo leyó en los registros de… ¡Hey, sí! En la ciudad del reino de Libër hay una gran biblioteca con mucha información sobre todo tipo de cosas, Echleón viajaba constantemente a ese lugar cuando era más joven, si se puede decir eso –manifestó Blaze, hallando una pista para encontrar lo pedido por su anciano instructor.

¿Supongo entonces que iremos allá? –confirmó el enclenque joven, de pie frente a Blaze y con el trasero echado hacía atrás.

¡Sí! ¿qué rayos te pasa ahora? –preguntó Blaze, evidenciando molestia en el flaco ser que tenía enfrente.

Bueno, lo que dijiste hace ya algunas horas… ¿era literal la condición de alejarme de ti un par de kilómetros para “otro tipo de necesidades”? –consultó Albert con apuro, sintiendo la presión en su vejiga–. ¿No me harás salir a esta hora de la noche sólo para esto o sí? Sé que en mi cuarto tengo un jarro para esas cosas, pero pregunto por si te molesta el ruido o…

Blaze miraba al urgido muchacho con los ojos flameantes de ira, su cabello comenzó gradualmente a erizarse, moviéndose en forma de ondas, recordando a las venenosas serpientes del desierto rojo, mientras que sus manos se acercaban lenta y peligrosamente a Albert.

La verdad es que no me habría molestado el ruido, simplemente lo obviaría por provenir de tu cuarto, pero tu forma de ser ya superó mi aguante diario, tuve suficiente de ti por hoy –siseó Blaze, agarrando a Albert desde los hombros, intentando arrojar al delgado muchacho desde el segundo piso en el que se encontraban–. ¡Hasta aquí llegaste!

¡No, no, no! ¿qué hice mal ahora? Ya entendí, ya entendí, no tienes por qué lanzarme –exclamó el resbaloso Albert, escabulléndose de las zarpas de su señora, saliendo de la habitación de Blaze, cerrando delicadamente la puerta para no molestar más a la maga.

¡Y no quiero ruido esta noche! –vociferó Blaze–. Este muchacho me saca de quicio…

¿Habrá salido Albert a orinar a la calle o usará el jarrito dispuesto en su cuarto?, ¿podrán dormir en calma?, ¿encontrarán las respuestas buscadas en la gran biblioteca de Libër? Esto y mucho más en el próximo capítulo de BLAZE!

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