Y no conoció la vida
hasta que sintió la sangre latir en sus venas
Y ese impulso de pertencer a todo aquello que se había negado.
Y no se permitió fluir… hasta que brotó como un río en tierra ajena
y le quemaron los labios el sonido de sirena
de aquella voz que endulzaba su nombre en un suspiro.
Y no! nunca se había entregado tanto a ese universo de cristal
y los espejos de su alma perseguían aquel reflejo blanco
Que la invitaba a vivir, a soñar
No! no conocía nada hasta que se encontró
envuelta en nubes satinadas
con el sol sonriéndole a la cara
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