La Dama Negra y Blanca.

La Dama Negra y Blanca.

Barbarita

29/08/2020

Al salir el Sol empieza la mañana y todo aldeano del pueblo comienza a hacer su faena diaria: el panadero haciendo la masa para el pan, el herrero calentando el metal de una espada y los vendedores abriendo sus kioscos. Pero todos se escondían cuando aparecía “La Dama Negra”, una mujer vestida de pies a cabeza de negro; venia al pueblo todos los domingos a comprar pan, queso, lana de oveja y largas agujas de hierro.
 

Todos en el pueblo se preguntaban ¿Quién era esa mujer? y ¿Qué hacía en lo más profundo del bosque? Pero nadie se imaginaba, que la razón del negro era para no llamar la atención.
 

Tan pronto como venía se iba de regreso al fondo del bosque, donde se encuentra su humilde morada; una vieja casita de madera con un pequeño jardín, adentro le esperaba la chimenea encendida y junto a esta un gatito durmiendo plácidamente en su colcha.
 Cuando “La Dama Negra” se quita la capucha; se rebeló una dulce y hermosa mujer de corta cabellera y ojos azul cielo, lleva sus cosas a la cocina pero se queda con la lana de oveja, se sienta en el sofá con una rueca para empezar a hilar y así transcurrió la noche hilando la lana.

A la mañana siguiente la dulce mujer desayuna con el pan y el queso, teniendo ya lista la bola de estambre, toma dos agujas de hierro y empieza a tejer.
Los días pasan hasta llegar el viernes, la Dama ya tenía dos canastos llenos de tejidos: sabanas, mantones y ropa para bebé. Luego sale asía el pequeño jardín tomando algunas plantas medicinales, la Dama partió a casa de su madre.
 

La Dama en marcha a su destino se toma la libertad de ir tarareando por el camino, siempre cuando iba a visitar a su madre usaba un vestido blanco ya que en esta vez no tenía por qué esconderse. Su madre una mujer ya mayor vivía en una pequeña aldea al norte del bosque, la gente de la aldea la conocía como “La Dama Blanca” algunos le saludaban por haberle cogido cariño y otros no le tenían mucha importancia.

Antes de llegar a su destino, lleva su mercancía a unos vendedores quienes eran fijos por valorar su hermoso trabajo, dándole a cambio dinero. Luego se iba al mercado a comprar víveres, después fue a pagar la hipoteca y dejaba lo más satisfactorio para el final. Llegar a casa de su madre y encontrarle con una sonrisa de oreja a oreja, cocinar junto a ella y pasar la noche contando historias.

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