Estaba contemplando el cielo, las nubes veía pasar y tapar el sol. Mientras tanto pensaba en lo que me iba a convertir. Siempre había oído decir que las decisiones que tomamos nos transforman y nos hacen ser lo que somos.

Uno empieza a decidir cuando «se conoce», cuando alcanza una madurez .En la adolescencia decidimos con quien queremos estar y pasar el rato y luego está al venir la gran indecisión. ¿Qué quiero estudiar? ¿A qué me quiero dedicar? ¿Y si me confundo? ¿Y si fracaso?

Tengo miedo lo admito, no sé como acabaré, pero sé que a veces hay que tener el valor de decidirse por muy difícil que sea. El miedo me petrifica, no me deja pensar racionalmente. ¿Qué habrá al final del túnel? ¿Será luz? ¿Y si no hay final?

No. Siempre hay un final, tiene que haberlo. No viviremos hasta la eternidad. ¿Hoy es un día más? Sí, hoy es un día más de nuestras vidas, pero este día no debe ser derrochado.

Pensemos y sigamos pensando, mas qué pasa con la acción. Hay que atreverse. Nos hemos vuelto seres pensantes. Que a saber lo que pasa por nuestras cabezas.

Yo misma ni me he decidido, sigo contemplando el cielo y sigo pensando. Me falta la acción. Al menos en eso estaría Marx de acuerdo conmigo.

Es la hora de decidirse, el sol se ha escondido, pero yo daré la cara. Yo me enfrentaré a mis miedos.

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