La noche comenzó desde rmucho antes que se pusiera el sol Para él. Las copas, la diversión y los amigos creaban un ambiente propicio para la conquista, las nubes grises y espesas amenazaban con traer una tormenta pero nada impediría que asistiera a esa cena.

Provisto de una personalidad narcisista se miró al espejo; mientras se perfumaba una maliciosa sonrisa reflejaba en su imagen lo que su mente gritaba, lo sabía, lo sientia y cada célula de su cuerpo se activaba. Buscó en su placard sus mejores prendas de vestir , seguro de si mismo se preparo para la odisea. La emoción de lo prohibido le llenaba la sangre de una energía inexplicable, quizás aquellos amantes de los deportes extremos, o aquellos a los que llaman locos porque viven intensamente al borde de un precipicio pueden entender eso que el sentía.

Era un joven irreverente que se estremecía cuando se paraba frente a él una mujer. Cada una de ellas era una ruta desconocida que quieria recorrer a toda marcha con los ojos cerrados.

Pero existia una en especial que le quitaba el sueño; de enormes ojos café y piel morena. Una mujer ajena que nunca había sido suya.

Salió a la calle , seguro, altivo dispuesto a encontrarla , desprovisto de escusas se dirijio a una licorería y compró el mejor vino. Ya se imaginaba el sabor de esos labios, perdiéndose en las curvas de aquellas caderas, imaginaba sus pechos que como gotas de miel se posaban sobre sus labios.. Entonces preso de los mas ardientes anhelos fue en busca de su deseo.

Ella por otra parte preparaba la mesa, lo esperaba. esperaban amigos a cenar, se preguntó que le atraía de aquel hombre, capaz de. Llevarla a cometer tal vil pecado sin remordimientos. Sería su sola presencia, o ese corte ingles que lo caracterizaba, elegante, moderno y atractivo.

El solo pensarlo la estremesia, se puso un vestido ajustado que marcaba sus curvas de color marfil con la espalda Al descubierto mientras su esposo le acaricio sutilmente la espalda desnuda ella sientio un escalofrío que la recorria entera, no era miedo, seria incertidumbre o impaciencia por tenerlo frente a frente. Los cuatro invitados se encuentran en el ascensor,dos colegas y un amigo de la casa.

La lluvia comienza a caer como un susurro hasta romper con fuerza sobre la barbacoa, todos los invitados saborean la cena, amigos compañeros de trabajo y el otro quien se sienta frente a ella intentando ocultar las eroticas intenciones que revolotean en su cabeza, esta exquisitamente hermosa, sujerente y provocativa. Mientras todos están inmersos en las virtudes culinarias de la anfitriona; ambos complices por debajo de la mesa se acarician; el se acomoda en la silla y descalsando su pie inquieto lo lleva lentamente hacia esas piernas que se separan para recibir el roce que la idiotiza. Todo pasa deprisa ambos quieren lo mismo, cada minúsculocontacto, cada mirada despierta en ellos una llama que les quema la piel y el pensamiento.

Poco importan los demás Aunque saben que están ahí, que está incluso el propio esposo . su colega, aquel quien le abrió las puertas de su casa mas no siente culpa si no ganas, el saberlo allí los , excita los moviliza desde las entrañas.

Las horas se hacen eternas, no pueden mas; escudriñaron cada rincón de la casa pero no podían desaparecer los dos sin ser descubiertos.

La bebida se sgota y el dueño de casa decide ir por mas a la despensa acompañado por el resto de los invitados y hacer alarde de su colección de licores añejos .dejando sin saber la vía libre a la lujuria de estos dos animales en celo esperando el momento oportuno para abalanzarse uno sobre el otro y devorarse. Fueron minutos solamente, minutos intensos, profundos que eran mas que suficientes para calmar el hambre que uno por el otro sentía.

El hombre no percibió al marcharse cuando desendia las escaleras, el calor que Inundaba el aire. No percibió la trampa en la que estaba cayendo, era inmune a la realidad sirviendo en bandeja de plata un manjar que solo el debía degustar.

La escusa de ayudar con las tareas de la Cocina le sirvió de anzuelo a los amantes que sienten en su pecho el corazón desbocado, el otro respira, pensando por un instante en las consecuencias; mientras ella se aproxima contoniando las caderas y mordiéndose los labios, toda su mente se anula y solo sus íntimos de macho surgen, nada importa, se siente en la sima del peñazco mas alto con ganas de tirarse sin protección hacia el vacío disfrutando la adrenalina que corría por sus venas.

Al saberse solos la toma entre sus brazos sentándola sobre la mesa que momentos atraz compartían , le levanta el vestido y separa la tela que impide poseerla y como un demente se adentra en el cuerpo de aquella mujer que lo recibe con ancias, que se abre se entrega . bebiendo a grandes sorbos el deseo que los envenenaba, consumiendo en cada jadeo la poca vergüenza que les quedaba. Como desesperado agota todos sus recursos en hacer de aquel un momento inolvidable. No podían enfatizar en palabras o vanos argumentos, no debían distraerse si no disfrutar de ese momento irrepetible.

Luego cual dos expertos criminales limpian la escena, con rapidez pues el tiempo corría a sus espaldas y aquel que confiaba en ellos regresaría. Cuando el distraído esposo regresa seguido de los compañeros que comentaban la maravillosa y costosa colección de licores de este; los amantes tenían la cisina brillante. Ella ponía agua para el te y el preparaba una picada

Lanoche trancurrio tranquila, ella recostada en el sillón apoyó la cabeza sobre el hombro de su espozo quien en un gesto cortes le beso la frente. Fugazmente la chica dirije la mirada a su amante.

Nadie advirtio esa mirada, ese brillo inusual que los delataba salvo el otro que victorioso frente a ella de zoslallo la recorrió nuevamente , satisfecho, pues había logrado su cometido.

No fue amor, ni capricho fue el mero deseo que los drogaba sin medir las consecuencias, haciendo de aquella velada la mas excitante cena.

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