La mitad del otro.

La mitad del otro.

N. N. Arroyo

16/02/2020

pensé mientras el coche se lanzaba contra el muro.

Mi cabeza se golpea contra el parabrisas. Me flojean las manos y las piernas. Mi cuerpo, convertido en algo independiente a mi voluntad y atado a una inercia feroz, que solo es interrumpida por ese gran muro.

Y ahí permanezco inmóvil, bajo una suave ventisca, apenas escuchando las sirenas.

De pronto, veo esa sonrisa que me indica que todo estará bien y la calma se restablece a mi alrededor.

Me habías dicho adiós hace poco a causa de esa terrible enfermedad, pero yo, debía estar contigo, te necesitaba para estar completo.

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